404 ° DOMINGO 18 DE SEPTIEMBRE DE 2005
 

Sé feliz, aquí y ahora
El mercado de la felicidad

Daniela Pastrana

Sentir más y pensar menos. Es lo que está buscando la gente en la posmodernidad. Frente a esa demanda, quienes ofrecen respuestas fáciles, inmediatas y concretas a los problemas cotidianos están ganándole el mercado a los guardianes tradicionales de las almas. El aderezo es la sobreexposición de ofertas. El mercado de los sentimientos está abierto, y cualquiera puede vender su receta


El escenario ­o la plaza, como dicen los mercadólogos­ es la posmodernidad, la globalización y el dominio de la economía de mercado. El concepto es la prosperidad, la vida plena. Los ofertantes, empresarios convertidos a líderes espirituales, comunicadores "especialistas" en los problemas de la mente, personas con capacidades psíquicas o "dones", mensajeros de doctrinas milenarias e iniciados esotéricos, políticos, economistas, artistas.

En el gran mercado de la felicidad, cualquiera puede vender su receta.

Ahí está, por ejemplo, el libro de moda: La felicidad, lecciones de una nueva ciencia, de Richard Layard, un conocido economista inglés, miembro de la Cámara de los lores, dedicado ahora al "estudio de la felicidad".


O, para no ir tan lejos, el bestseller en el que se ha convertido el libro que escribió en 1999 otra economista, Josefina Vázquez Mota, secretaria de Desarrollo Social en la actual administración, y cuyo legado está muy lejos de ser un material de apoyo para los estudiosos de la pobreza en este país.

Dios mío ¡Hazme viuda por favor! es, según sus promotores, "una invitación a la mujer para que cobre conciencia de su voluntad e inteligencia y se atreva a ser viuda del miedo a elegir, del temor a desarrollar sus talentos y potencialidades" y lleva más de 100 mil ejemplares vendidos.

"Es una característica de la posmodernidad: La gente quiere sentir más y pensar menos", dice, a modo de explicación, el pastor bautista Javier Ulloa, miembro de la Comunidad Teológica de México.

Coincide Luis Martín Cano, filósofo, teólogo y párroco de la Iglesia de San Felipe Neri: "La gente quiere respuestas rápidas y expeditas a sus problemas cotidianos: que su hijo salga de las drogas, salvar su matrimonio, tener espiritualidad. Busca lo inmediato, lo que implique menos reflexión. Quiere más respuestas y menos preguntas".

Es un fenómeno, sí, global.

Entre los protestantes de todo el mundo, por ejemplo, está de moda Una vida con propósito, de Rick Warren. Traducido a varios idiomas, el libro dice cómo ser exitoso en 40 lecciones.

"No digo que sea un mal texto, no dice nada nuevo, pero simplifica años de estudio pastoral ­explica Javier Ulloa. ¿Quién va a leer a (Dietrich) Bonhoffer? (un luterano que enfrentó al nazismo). Resulta que ahora para ser pastor no hay que estudiar teología, sino mercadotecnia, porque ya hay cientos de manuales de cómo ser un buen pastor".

El mercado de las almas

Después del 11 de septiembre de 2001, Dios y el futuro de la religión están de moda en los círculos académicos.

"El de Dios es un tema que saltamos de las aulas por ignorancia, pero ahora estamos volteando a la filosofía de la religión para explicar las cosas", dice Francisco Piñón, maestro de filosofía en la UNAM y en la UAM Iztapalapa.

"La religión está concatenada a la historia de la humanidad. Responde a una necesidad de inmortalidad, trascendencia y produce un sentido de identidad, de unidad y fiesta, también de crítica hacia el mundo".

Piñón es un apasionado del problema de Dios. Estudió filosofía en la Universidad Gregoriana de Roma y un doctorado en ciencias sociales en la Universidad de Santo Tomás. El problema ahora, dice, es que hay mucha confusión de las religiones frente al sistema de mercados.

"En un mundo donde todo es marketing hemos perdido el sentido de humanidad, de racionalidad humana. Lo que estamos viendo con la globalización es la difusión de los mercados al contento del comprador: yo te vendo un Dios a tu imagen y semejanza, al gusto del comprador".

Algo similar, dice Javier Ulloa, para quien la posmodernidad está vinculada a "la ruptura con los grandes sistemas y los grandes relatos": "El elemento que domina al mundo es el mercado, y la religión no está exenta. En la competencia por el mercado de las almas, quien ofrezca el mejor producto, que responda más rápido y te haga sentir mejor va a tener un mayor número de adeptos".

La Teología de la Prosperidad

Los carismáticos son un movimiento de renovación espiritual (hay carismáticos católicos y evangélicos) que inició a finales de los sesenta y promueve la difusión de los carismas (gracias, dones) del Espíritu Santo.

"Se inscribe en el bautismo de la espiritualidad y se promueve el testimonio por el evangelio y la caridad cristiana", explica el padre Ignacio Díaz de León, Misionero del Espíritu Santo y párroco de la iglesia del Altillo, donde organiza talleres para divorciados.

Él, por supuesto, es un convencido de que la gente se transforma a través del "contacto" con el Espíritu Santo.

"La gente lee la Biblia y deja de beber, a partir de un encuentro personal con Cristo, ¿Cómo va a ser malo eso?", dice, en respuesta a las críticas.

Será el sereno, pero las manifestaciones litúrgicas de los carismáticos provocan escozor: el "contacto" con el Espíritu Santo llega en muchas ocasiones en forma de vómito o convulsiones, o incluso un fiel puede soltarse hablando lo que ellos denominan "la lengua", que es una suerte de idioma común del principio de los tiempos.

El debate de fondo con las iglesias históricas, empero, parte de su propuesta teológica.

"Los carismáticos promueven la Teología de la Prosperidad­ explica Ulloa.

"Esto significa que Jesucristo es el Rey, nosotros somos hijos del Rey, luego entonces somos favorecidos con los bienes materiales que el Rey nos da, y por eso, el progreso espiritual va empatado con el progreso material".

También plantea que este mundo no tiene remedio, por lo cual lo que tiene que cambiar es el espíritu.

"Son fugas, insiste el pastor. No procesas ni tu propia vida. No interpretas tu realidad. Es el 'yo estoy bien y no miras alrededor'".

­¿Por qué un planteamiento así crece en regiones de gran pobreza, como el sureste mexicano y Centroamérica?

­¿Quién no quiere salir de pobre? O mejor dicho: ¿Quién no quiere un Dios que lo saque de pobre?

Pare de sufrir y Los carros del faraón

La Iglesia Universal del Reino de Dios, más conocida como Pare de sufrir, nació en Brasil en 1977. Desde entonces su crecimiento ha ido de la mano con denuncias de fraude y lavado de dinero hacia su líder, Edir Mazedo Becerra, obispo Macedo. Se inscribe en el movimiento carismático de las llamadas iglesias neopentecostales y promueve la Teología de la Prosperidad. En Brasil se le ha señalado como uno de los financieros de la campaña presidencial del presidente Lula y está en vías de formar un partido político.

En México hay 48 templos; su centro de operaciones es el antiguo teatro Silvia Pinal, en la colonia Roma. Su fuerza, empero, radica en su alianza con Televisa.

Pare de Sufrir tiene emisiones diarias en la madrugada en el Canal 4 y en 730 AM del Grupo Radiópolis.

El padre Cano reparte responsabilidades: "Publicar un libro sobre la felicidad es una irresponsabilidad del autor, pero también de la editorial que lo publica. Es decir, no hay una censura intelectual o ética en los medios de comunicación, que por un lado critican el fanatismo religioso y por otro aceptan comerciales de quien sea. Y ¿cuál es el éxito de las iglesias de Pare de Sufrir? Que salen en la tele y con este modelo muy gringo del testimonio, de antes estaba así y ahora estoy así".

Es el molde de los carismáticos.

"El intercambio de información en el contexto de la ruptura de los grandes relatos provoca el surgimiento de un sincretismo y un regreso al maniqueísmo, dice Javier Ulloa. Es una gran guerra espiritual donde las fuerzas del mal luchan contra las fuerzas del bien y donde hay un gran panteón de demonios de manera que cualquier manifestación contraria a la fe cristiana tiene un demonio que hay que reprimir. Un canto común en sus liturgias es Los carros del faraón. El mensaje de fondo del himno es que estamos en una guerra espiritual y Dios va a acabar con los enemigos de Dios".

Vaya. Cualquier similitud con el discurso de George W. Bush y de Pat Robertson, el pastor estadunidense que pidió en televisión matar al presidente venezolano Hugo Chávez, es, seguramente, mera coincidencia.

Campo fértil

Más allá de las fallas propias que han propiciado el crecimiento carismático (la rigidez moral y el énfasis racional de la fe, del protestantismo. La fundamentación sacramental y la verticalidad del catolicismo), lo cierto es que los carismáticos están ganado la batalla: 70% de las iglesias protestantes en América Latina están cerrando sus escuelas dominicales y muchas iglesias de tradición histórica, que al principio los rechazaban, han adoptado sus formas.

"Era eso o perder a su fieles", lamenta Ulloa.

Algo similar a lo que ocurre con el catolicismo popular, cuya penetración es tan fuerte que el catolicismo institucional (Vaticano) prefiere tolerarlo a perderlo.

Los líderes religiosos saben, sin embargo, que América Latina es un campo fértil para estas nuevas expresiones religiosas, y ya se plantean cómo enfrentar el embate de las otras dos grandes religiones universales: islam y budismo.

Los católicos, que tienen en México y Colombia dos de sus grandes bastiones, ven muy difícil que puedan arraigarse en la cultura mexicana.

"Por el sentido de identidad ­dice el padre Cano. Por eso los católicos sienten que pueden ir a esos talleres espirituales, pero seguir bautizando a sus hijos y casándose por la iglesia".

Los carismáticos y las filosofías orientales tienen un punto en común: promueven la idea de que si estás bien con los demás no tienes que ayudarles.

"Las religiones orientales son coherentes porque tienen una perspectiva panteísta que promueve una irresponsabilidad social. Es más fácil en esa concepción deslindarse de sus responsabilidades históricas y sociales".

Caballo de Troya

Como sea, las visiones orientales ya están aquí. Hay una comunidad islámica fuerte en Chiapas y un grupo pequeño en la colonia Roma. En la ciudad de México también existe desde hace varios años la Casa de Buda. Las escuelas de yoga, los talleres de reiki y las diversas técnicas de medicina alternativa.

Es parte de lo que en distintas doctrinas orientales se identifica como una época de búsqueda y de difusión del conocimiento.

"En la tradición de los Vedas hay dos etapas distintas: satia yoga (santos) y kali yoga (destruir para construir). Estamos en kali yoga, donde salen los peores males de la humanidad, ves los horrores externos y entonces vuelves a tu interior para construir y volverte santo", explica María Lira, gerente de capacitación en una importante empresa privada. Ella practica sida yoga desde hace varios años y antes estudió teología y una maestría en educación. De esa mezcla derivó su decisión de dejar la academia e incorporarse a la iniciativa privada.

"Como un caballo de Troya, porque el mundo ya no puede sostenerse en el caso en el que está. Y con quien hay que trabajar es con los que están provocando esta situación".

La ¿nueva ciencia?

"De la mano de la figura más destacada de la nueva ciencia de la felicidad nos llega esta innovadora obra que descubre qué es la felicidad y qué podemos hacer para conseguirla", dice la contraportada del libro de Layard. Editado por Taurus, con una pasta rosa mexicano, se distingue en los aparadores entre otros títulos de moda. Por ejemplo, los que figuran entre los 10 más vendidos en las tiendas Samborns durante el mes de septiembre: La Conspiración, y Angeles y Demonios, de Dawn Brown; Padre Rico, padre pobre, de R. T. Kiyosaki; Comunícate, cautiva y convence, de Gaby Vargas; El Zahir, de Paulo Cohelo.

O los que anuncia como bestseller la Editorial Panorama (editora de Dios mío ¡Hazme viuda por favor!): El Camino a la felicidad; Yo, la persona más importante de mi vida; Usted también puede ser próspero; El niño triunfador; Dios mío ¡Quítame lo bruto!.

Un empleado de librerías de Polanco comenta que la proporción de ventas de libros de esoterismo y superación, en relación con libros de literatura, es de ocho a dos.

Puesto frente a este argumento, el padre Luis Martín Cano advierte:

"Está la moda de abrir secciones de esoterismo y ahí meten al Dalai Lama, a los ángeles, astrología. Es decir, todo lo que sea espiritual entra aquí. Y eso crea una gran confusión entre la gente".

Sí. Quizá en lo único que se parecen es lo que ofrecen. Como la película What the bleep do we know? (¿Y tú que sabes?) de Mark Vicente, William Arntz y Betsy Chasse, actualmente en cartelera. Un documental de la física cuántica que a través del personaje de una mujer divorciada deja su mensaje: Sé feliz, aquí y ahora.


Mexworks y GMH: La industrialización de la terapia

Paola es una joven de sonrisa fácil. Hace casi dos años entró, por insistencia de una amiga, a un taller de coaching (liderazgo) organizado por un grupo denominado GMH (Grupo México Humano).

Ella había estudiado Filosofía en la UNAM y se sintió atraída por el discurso humanista, de solidaridad y amor a México que encontró en el taller.


No lo sabía entonces, pero se había metido justo en la puerta contraria.

GMH es una empresa que cada año se embolsa 5 millones de pesos (las ganancias de Mexworks son mayores) a costa de los sentimientos humanos. Ambas empresas vienen de un tronco común (Argentinaworks) que hace ocho años fue forzado a dejar Argentina por las denuncias en su contra y que han enfrentado denuncias de fraude en Chile y Uruguay.

Pero ¿qué hacen? A través de una serie de dinámicas y juegos que tienen como base distintas escuelas sicológicas (desvirtuadas) van captando adeptos cuya función ­ellos no lo saben­ es enrolar más gente. Es, por decirlo de un modo suave, terapia fast track, envuelta en un falso humanismo.

El único problema es que quienes lo hacen no son profesionales del estudio de la mente, y repiten, sin ninguna fundamentación teórica, una serie de dinámicas (ellos le llaman tecnología) que le permite a los cursantes acceder a cierto nivel de autoconocimiento sin los elementos suficientes para resolver sus problemas.

"El tema original es la pertenencia, porque te enrola con gente parecida a ti. Y de pronto eres consciente de un montón de situaciones que no puedes controlar y que no estabas preparado para enfrentar... Es un laboratorio", dice Salvador, diseñador gráfico, a quien entrar al curso le costó el divorcio.

Frente a una taza de café, Paola cuenta que entró por la insistencia de su amiga, pero también porque empezó a notar cambios en ella a partir de su asistencia a los cursos. "Se veía más relajada, más auténtica. Y llegué al primer curso pensando: 'yo no creo en esto, pero me va a dar herramientas de trabajo'", cuenta.

"El primer curso (básico) dura tres noches y dos días. Está basado en que tú eres responsable de tu vida, y si quieres ser víctima, eres un fracasado. Ves también que todo lo que no te gusta de los demás es lo que no te gusta de ti, todo lo que no puedes es por ti. Si no confías en la gente es que no confías en ti. Te agarran por el sentimiento de culpa. Y empiezas a tener respuestas vivenciales a una serie de dudas".

Para el segundo curso (avanzado) hay un filtro. Sólo se queda la mitad y son cinco días completos. Puede ir tu familia, igual que en el primero, pero ya empieza a darse una separación de las personas más cercanas. "Te meten el rollo de que sólo eres tú y ya, si ahorita no estás bien con ellos luego lo resuelves, pero tienes que preocuparte por ti. Entra a escena tu nueva familia, la gente que ha tomado el curso y con la cual te vinculas muy fuerte emocionalmente".

El segundo curso es más fuerte.

"Te desnudas emocionalmente. Tienes la aceptación del grupo y crees que eres especial. Es mucho más comunitario, manejan conceptos de solidaridad, hermandad. Eres responsable de lo que hagan otros en el grupo. Luchas contra tu mayor miedo, rompes apariencias. Hacen muchas analogías con México. A mí eso me jalaba: la idea de 'si quieres un país mejor tienes que mejorar tú. Hazlo por tu país'".

Ya para el tercer curso, que dura tres fines de semana y se trata de cumplir un plan de logros, Paola trabajaba en GMH.

Hacía llamadas telefónicas "de preparación" para los que van a entrar. En ellas se verifican los datos de quien los llevó, porque una de las características de la empresa es que sólo se puede entrar por recomendación de alguien que haya tomado los cursos.

"Con la familia tienes un distanciamiento. Por un lado los ves como pobres inconscientes, que no entienden esto que yo ya entendí, pero además con el argumento de la confidencialidad ya no puede ir tu familia (como en los primeros).

"Al entrar haces una carta con metas personales, profesionales, relaciones. En ella está el enrolamiento de mínimo dos personas, de hecho, sólo puedes ir al tercer fin de semana si logras esta meta. Entonces, el objetivo del Plan de Logros (PL) es que todos se ayuden a cumplir sus metas, como sea: organizas eventos, dejas cosas por ir a apoyar a tus compañeros. Es un juego de ego y de chantaje: cómo vas a tirar la toalla. Si lo haces eres un irresponsable y un perdedor".

Lo más importante, sin embargo, es el enrolamiento. "Enrolamiento significa evidencia, y eso, que estás cumpliendo tu carta y si no estás comprometido con tu carta ¿qué estás haciendo ahí?"

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La historia es pública y los reportes circulan ampliamente por Internet: Argentinaworks, cuyo origen está en un taller de liderazgo en Estados Unidos, se desmembró después de que se expuso la forma en la que engañaban a la gente. De ahí, el grupo se dividió. Una parte se fue a Chile y de ahí llegó a México bajo la figura de Mexworks, y el otro se fue a Uruguay y en julio de 2003 formó GMH en México. Las dinámicas son idénticas, y algunos han salido de ahí para emprender empresas propias en provincia.

GMH da los cursos básicos en el hotel Sevilla Palace y el avanzado y PL en el Hotel Del Prado, (hasta el año pasado se reunían en el World Trade Center); hacen entre ocho y nueve cursos al año, en intervalos de cinco semanas, y sus ganancias anuales superan los 5 millones de pesos (gastan cerca de uno y medio).

Mexworks se reúne en Exhibimex (cuya renta es más barata), tiene grupos más grandes (el básico puede reunir a 250 personas), y empieza uno cada cuatro semanas. Sus ganancias pueden superar los 8 millones anuales.

Desde el punto de vista mercadológico, dice Ana, publicista que tomó los dos primeros cursos en Mexworks, está armado perfectamente.

"El primer curso te cuesta 5 mil 500 pesos, pero lo tomas ante la insistencia de quien te está invitando; el segundo cuesta 8 mil 500, y llegan a ofrecértelo justo al término de una dinámica en la que te convenciste de que puedes hacer lo que quieras y nada te lo impide; y el tercero cuesta 3 mil 500 y dura más, así que dices: pues si ya pague los otros, esto no es nada".

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Berenice fue parte de la primera generación de GMH, trabajó ahí. Como casi todos los primeros graduados, se siente engañada. Se le pide que hable de los pros y contras de su experiencia, pero uno de los contras vale por todo: "Estás lastimando a seres humanos".

Ella está tomando un diplomado de coaching en la Universidad Iberoamericana y apenas ahora entiende la teoría de dinámicas y conceptos que ella, como graduada, puso en práctica en los cursos básicos. "Es una irresponsabilidad muy grande", dice Mónica Suzan-Reed, sicóloga que trabaja con medicina vibracional, y se apoya en el viejo dicho: "Un medio doctor es un peligro para el cuerpo y un medio sacerdote es un peligro para el alma".

Puesta frente a una crónica de los talleres, la sicóloga llega a la conclusión de que las dinámicas de los cursos desvirtúan el planteamiento de la escuela Gestalt, que es el que prevalece en las dinámicas.

"Tienes tantos impactos que respondes a ellos, pero eso no quiere decir que te estés concientizando­ dice Mónica. Esta idea del coaching, en los talleres de liderazgo, es parte de la idiosincracia estadunidense de dinamizar el conocimiento académico, por una visión excesivamente pragmática de buscar atajos".

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Paola todavía hizo un cuarto curso: el Master, que ella, filósofa, define como "Heiddeger en la práctica mezclado con filosofías orientales". Toda una mezcla.

"Te quedas con un desmadre adentro y no cierras ciclos. Te dicen: 'olvida tu historia, sólo existe el hoy y el ahora'. Pero sales y regresas a tu ayer, al mundo real, no el mundo virtual en el que estás ahí adentro. ".

El encuentro, en muchos casos, puede ser desastroso.

"Ellos te venden congruencia, pero lo que ves ahí adentro es otra cosa; lo importante es cuántos llevamos, no a quiénes. No existe el proceso, lo que importa es el resultado. Y el resultado es el enrolamiento. Es la industrialización de la terapia".