Usted está aquí: martes 20 de septiembre de 2005 Opinión Sin permiso

José Blanco

Sin permiso

En la década de los setentas la economía soviética se adentró en un rumbo de deterioro definitivo. La crisis social y económica de la URSS fue por algún tiempo encubierta por el PCUS, al tiempo que en el área capitalista, al calor de la crisis se aceleraba una nueva y vigorosa revolución tecnológica, mezclada con el torbellino de la globalización neoliberal.

Probablemente la "guerra de las galaxias", la Strategic Defense Iniciative, sistema defensivo de misiles teledirigidos anunciado por Ronald Reagan en marzo de 1983, fue la puntilla de la economía soviética. Reagan arrastró a la OTAN a un programa que, según su decir, armaría un sistema de protección total contra cualquier ataque nuclear, y ello requería un gasto de miles de millones de dólares; la URSS una vez más se sintió obligada a entrar en la carrera nuclear, cuando su economía estaba cada vez más debilitada. Mijail Gorbachov intentaría una reforma del llamado socialismo real, y el desenlace fue la disgregación de la URSS, el fin de una economía no planificada, sino burocratizada, y la caída del Muro de Berlín en 1989.

La caída del muro derrumbó también al pensamiento de izquierda. Luego vendrían las visiones cataclísmicas del triunfo definitivo del capitalismo: "el fin de la historia", "el fin de las ideologías", y otros puntos finales más que intentaron sepultar de una vez y para siempre al pensamiento de izquierda.

Las variadas izquierdas que en el mundo han sido, siempre supieron, sin embargo, que la historia no tiene fin, y que ese tan traído y llevado triunfo definitivo no era sino el intento pueril de imponer al mundo una sola ideología.

Desde luego, el pensamiento de izquierda no fue derribado para siempre, aunque haya entrado a una etapa en que tenía que repensar el mundo una vez más, desde el principio, un mundo que se globalizaba y que, por tanto, bien podía estar acercándose a crear una de las condiciones supuestas por quien siempre pensó que el socialismo sería internacional, o no sería.

Por supuesto, las izquierdas perdieron visibilidad y sin embargo probablemente hoy existe una variedad mayor de izquierdas que nunca en el pasado, y su visibilidad ha estado creciendo, conforme la globalización neoliberal mostraba las brutalidades sociales de que era capaz: tal vez nunca antes tantos humanos sufrieron tanto simultáneamente como durante las dos últimas décadas de triunfo definitivo del capitalismo.

No es extraño, por tanto, que hayan surgido múltiples movimientos sociales antisistémicos, como los ahora llamados altermundistas, que al tiempo que han ido decantando ideas frente a este mundo de desigualdades crecientes, expresen el surgimiento de una pluralidad de izquierdas, con acciones y pensamiento diversos. Del mismo modo, publicaciones o sitios en la Internet, desiguales en calidad y en propósitos, han comenzado a hacerse presentes y visibles.

Visite usted www.sinpermiso.info, una iniciativa para reunir el pensamiento diverso de las muchas izquierdas, lea su manifiesto, entérese del origen de su nombre. Sin permiso tiene un consejo de redacción distribuido en tres ciudades: Joaquín Mirás, Jordi Mundó y Daniel Raventós (Barcelona), Adolfo Gilly, Raquel Gutiérrez y Rhina Roux (México, DF), y María Julia Bertomeu y Carlos Abel Suárez (Buenos Aires). Antoni Domènech es su editor general.

"Sea dicho de entrada: no nos proponemos resolver o aun enfrentar la crisis del ideario y la derrota de la acción socialistas con que ha terminado el siglo XX reduciéndonos al procedimiento, estérilmente académico, de limpiar, pulir y dar esplendor semántico a la palabra 'socialismo', a fin de disputar conceptualmente que ésta o aquella experiencia, tal o cual doctrina sedicentemente socialistas hayan sido 'genuinamente socialistas'. Para bien o para mal, el socialismo, en el amplio sentido de la palabra -que incluye a los diversos anarquismos, a los diversos comunismos y a los diversos laborismos...- ha llenado la historia social y política real de los últimos ciento cincuenta años, encarnado en los más diversos y encontrados movimientos populares del planeta entero...

"He aquí, pues, nuestro segundo designio: llamar la atención sobre la aparición de brotes jóvenes y aun de esquejes prometedores; mostrar el vigor y la solidez de ciertas ramas nuevas y menos nuevas interesantes -y tratar de podar otras, claro-; contribuir, con la ridícula modestia de una revista semestral, a producir, a apoyar o a difundir en el mundo de habla castellana frutos nuevos y en nuestra opinión valiosos de la reflexión socialista actual. Promover pensamiento fértil, no esterilizado por la superficial política politizante de la intriga táctica y el miope afán de cada día. Estimular la elaboración intelectual radical: radical por ir a la raíz de los problemas, pero también bien hincada en sus raíces morales y doctrinales. Pues, finalmente, como cantó Goethe, quien quiera ver fruta en la copa del árbol, está obligado a nutrir sus raíces."

Palabras del propósito de Sin permiso.

 
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