Usted está aquí: lunes 26 de septiembre de 2005 Espectáculos MUSICA

MUSICA

Jaime Avilés

El adiós de Miriam Makeba

Ampliar la imagen Miriam Makeba ha sido artista y activista siempre leal a sus principios

PIACENZA. ITALIA. Esta es una pequeña y bellísima ciudad del norte de Italia, con una catedral de 1300, situada a 60 kilómetros de Milán, fue el lugar que a los 75 años de edad, la legendaria estrella sudafricana, Miriam Makeba, eligió para cantar y bailar por última vez en público el ritmo que en 1967 la dio a conocer en todos los continentes de la Tierra: el Pata-Pata.

ABUELA Y BISABUELA, RODEADA de una banda de excelentes músicos, africanos todos sin excepción, entre los que destacan su deslumbrante nieta Zenzy, vocalista deliciosa, y el hijo de ésta, Moamani, que todavía no cumple seis años de vida pero ya es un genio tocando los tambores y el djembé, aquella noche imborrable del pasado mes de agosto, la querida Mamá Africa entonó el universalmente célebre estribillo que invita a "dancing Pata-Pata" y movió el ancho bote, girando en redondo en el escenario, mientras sus admiradores lloraban y aplaudían conmovidos por ella y por la certeza de que presenciaban un hecho histórico.

LUEGO, AUNQUE SU baile no había durado más de 30 segundos, se sentó sobre un silla que estaba lista para recibirla y continuó sonriendo hasta el final. Títulos como el de "voz privilegiada", "investigadora musical infatigable", "divulgadora de las culturas autóctonas de Africa", no describen su trabajo en favor de los más pobres y los perseguidos.

ORIGINARIA DEL GRUPO lingüístico de los xolas, tribu sudafricana que padeció en carne propia los dolores terribles del apartheid, Miriam Makeba permaneció 31 años exiliada, 10 en Guinea y el resto, en distintas épocas, en Estados Unidos, pero desde que abandonó Johannesburgo para salvar la vida, mucho antes de la consagración internacional que le significó el Pata-Pata, se dedicó a viajar por el mundo entero apoyando las luchas africanas contra el colonialismo y la discriminación racial.

COMO ARTISTA Y activista política fue recibida por Haile Selassie en Etiopía, por Fidel Castro en La Habana, por John F. Kennedy en la Casa Blanca y por Mijail Gorbachov en el Kremlin, figuras de un álbum de recuerdos que fue creciendo a través de muchas décadas y mantuvo en todo momento la calidad musical y los principios morales que han sido los dos componentes básicos de su prestigio. Pero sus biógrafos también recuerdan que actuó en Nairobi para celebrar la independencia de Kenia, en Luanda para la independencia de Angola y en Mozambique para apoyar al presidente Samora Machel.

CUANDO EL REGIMEN del apartheid se vino abajo, premiando la tenacidad de tantas generaciones de luchadores que soportaron los peores sufrimientos y realizaron los máximos sacrificios -ejemplificados quizá en los 27 años que Nelson Mandela estuvo preso e incomunicado y a pesar de ello no se hundió en la locura ni en la autodegradación personal sino, al contrario, se mantuvo lúcido, sano y fuerte, sabiendo que el suplicio terminaría alguna vez-, Miriam Makeba regresó a su patria.

"ERA 1994. ESTABA muy sorprendida porque en todas las estaciones de radio tocaban una nueva versión del Pata-Pata, grabada por el grupo de Bongo Maffin y cantada por Thandiswa, una muchachita que podría ser mi nieta", recordó aquella noche, acompañada de Zenzy, al final de su concierto en Piacenza, a una pregunta del gran Gianni Miná. Y nos dijo, acariciando la cabeza de su bisnieto: "Si algún día regreso a los escenarios él va a ser mi percusionista".

EN 1999 MAMA AFRICA fue nombrada embajadora de la FAO, a la que en reciprocidad le dedicó Masakahane, otra de sus canciones mundialmente famosas. Y con el nombramiento de esa agencia de Naciones Unidas, ese mismo año organizó conciertos en España y en Jamaica con los que obtuvo grandes cantidades de alimentos para los más pobres de Africa.

ARDIENTE DEFENSORA DEL nuevo ritmo juvenil llamado "kwaito", al que califica no sólo como "antídoto del rap", sino inclusive como "un movimiento cultural" porque, asegura, "refleja la energía de nuestra época, la libertad que ahora existe después del apartheid y los mensajes que difunde son muy positivos. A pesar de que hoy, cuando oyes las estaciones de radio, no sabes si estás en Africa o en California, el kwaito nos recuerda que en Sudáfrica siempre nos hemos comunicado por medio de la música y por eso el régimen racista le tenía miedo a los músicos".

AHORA QUE HA cerrado oficial y formalmente su carrera musical -si bien alguien me dijo que no es la primera vez que lo hace y que siempre vuelve a tocar en público, y no por dinero sino por afición-, Miriam Makeba se dedicará por completo a la FAO, a la fundación que lleva su nombre y apoya a las mujeres violadas y a difundir normas de prevención contra el sida entre los jóvenes.

PERO SU NIETA, que lleva la música en la sangre y tiene una voz fuera de lo común y unos ojos de antílope y una manera de moverse que arroba e hipnotiza, no va a quitar el dedo del renglón: con los músicos de su abuela prepara un disco para el año entrante y cuando le pregunto si no tiene pensado actuar en México, me responde que no, pero me da su correo electrónico y su dirección en Johannesburgo, por si alguien, cuando lea esta nota, se interesa y quiere preguntar por ella. Cosa que, desde luego, faltaba más, implicaría un porcentaje.

 
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