Usted está aquí: lunes 26 de septiembre de 2005 Deportes Insólito: cada año una corrida de toros en Argentina

En Casabindo

Insólito: cada año una corrida de toros en Argentina

LUMBRERA CHICO

Acaso en premio al afán por momentos arqueológico de desenterrar vestigios de la fiesta brava a través de los tiempos, la vida acaba de entregarme un dato que sin duda estimulará a los estudiosos y sorprenderá a los incrédulos. Pese a todo lo que creíamos hasta ahora, las corridas de toros no desaparecieron en Argentina en el siglo XIX. Si bien fueron prohibidas y olvidadas en Buenos Aires, allá por 1870, y nadie se encargó de rescatarlas y fomentar una tradición que de todos modos no prendería nunca en ese país que décadas después sería copado por la cultura de los emigrantes italianos, la verdad es que desde fechas que ningún historiador se siente en condiciones de precisar, todos los años, incluido este 2005, se celebra una corrida de toros en un pueblito del norte de esa nación.

El sitio se llama Casabindo, lo viven unos cuantos miles de personas, se localiza en la provincia de Jujuy, muy cerca de la frontera con Bolivia, y el festejo dista mucho de observar los rigores formales de una corrida tal como se acostumbra en nuestros días. Pero llueva o truena, caiga entre semana o en sábado o en domingo, cada año los habitantes de la localidad celebran el 15 de agosto, día de su virgen patrona, alrededor de las trancas del corral donde guardan por lo regular a las vacas que devoran sin tregua.

Procedentes de quién sabe dónde, unos dicen que de Ecuador, otros que del "alto Perú", echan unos toros criollos, de grandes cuernos y media bravura, y sacan de los baúles de sus casas capotes y muletas que guardan como preciosas hilachas heredadas de sus ancestros, y se ponen en la cara del bicho que les infunda menos temor, y tratan de correrle la mano aunque ignoren los mínimos procedimientos necesarios para lograrlo y ninguno sepa cómo traducir aquella letanía que habla de los tres tiempos clásicos, del parar, templar y mandar, que es lo primero que aprenden los niños en los países taurinos.

Mil 500 kilómetros al norte de Buenos Aires, en una región donde la Argentina europea, marcadamente italiana, es una vaga noción geográfica, la provincia de Jujuy comparte una fuerte presencia indígena y una marcada pobreza con el resto de los países latinoamericanos. Allí predominan el conservadurismo, el machismo rampante, la violencia doméstica y social contra las mujeres, y por supuesto los valores primitivos del antiguo caballero español. Allí, en síntesis, por todo eso, la fiesta brava halló el modo de perpetuarse como lo que fue en su origen: una herramienta de la conquista cultural y espiritual de los ibéricos. La modestia de las corridas de Casabindo, de todos modos, celebra con una ritualidad defectuosa, incompleta, el mito de la tauromaquia como seña de identidad, pertenencia y sumisión a las fuentes históricas de un pasado en que la inmensa mayoría de los argentinos de ninguna manera se reconoce. ¿Por no sentirse española es menos "salvaje" la Argentina que gravita en torno de Buenos Aires? ¿O la suya es simplemente una forma italiana de la brutalidad?

 
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