Usted está aquí: lunes 26 de septiembre de 2005 Opinión Huracanes y economía

León Bendesky

Huracanes y economía

Primero el huracán Katrina y luego Rita, golpearon la industria petrolera de Estados Unidos de la costa del Golfo de México. Con ello, casi una tercera parte de las operaciones de refinación de gasolina y otros productos de ese país se había cerrado a fines de la semana pasada.

También se cerró el mayor puerto petrolero, Luisiana Offshore Oil Port, lo que reduce la capacidad de recibir el crudo importado y el que se extrae en esa zona. Alrededor de una cuarta parte del petróleo y del gas natural que se produce viene del Golfo de México.

Katrina había dañado severamente cuatro refinerías en Luisiana y Mississippi, que tardarán hasta tres meses en ser reparadas, y ahora Rita podría haber dañado buena parte de la extensa estructura de refinación en Texas. Ese estado posee 26 por ciento de la capacidad de refinación del país. También están dañados por vientos e inundaciones pozos petroleros, que se cuentan por cientos en esa región.

Esta situación agrava el efecto del alto precio del crudo que ha prevalecido en los meses recientes. Así, después del paso de Katrina, el precio de la gasolina subió 18 por ciento y se estima que Rita pueda elevarlo hasta 50 por ciento.

El 10 de marzo de 2003 el precio promedio por galón de gasolina en Estados Unidos se situó en 1.73 dólares; en la misma fecha en 2004 fue de 1.85 y este año de 3.07; el aumento en el último periodo es de 65 por ciento. En algunas partes, como Nueva Inglaterra, el precio promedio llegó a 3.22 dólares. El 19 de septiembre la gasolina costaba 92 centavos más por galón que un año atrás y el diesel 82 centavos más.

El viernes 23 el curdo tipo West Texas se vendió en 64.19 dólares y cualquier aumento derivado de las malas condiciones naturales se expresará en el precio de la gasolina. Este precio se compone de la siguiente manera: 56 por ciento por el petróleo crudo, 24 por la refinación, 2 por la distribución y mercadotecnia y 18 por ciento por impuestos.

El mercado petrolero estaba ya bajo fuerte presión antes del embate de los huracanes sobre la estructura de producción estadunidense. Hay muy poca capacidad excedente de extracción a escala mundial; así, el aumento reciente anunciado por la OPEP y el presidente Bush respecto del uso de reservas estratégicas no provocaron un cambio relevante en los precios. Ahora la oferta está disminuida y a eso se suma a la creciente demanda que han ejercido en los meses recientes China e India, cuyas economías están creciendo de modo muy rápido (9 y 7 por ciento por año, respectivamente). Esa demanda no va a ceder en el corto plazo.

Es probable que el precio del galón por encima de tres dólares registrado recientemente en Estados Unidos se convierta en la norma durante un largo periodo. Esta circunstancia tenderá a reducir el gasto de consumo de la población y a debilitar el ritmo de crecimiento de la economía. El efecto se advertirá en el resto del mundo.

Las previsiones de una repercusión negativa del petróleo y la gasolina sobre el crecimiento y la inflación se habían desestimado en los pronósticos económicos de ese país e, igualmente, en la Unión Europea; ahora esto puede cambiar.

Incluso, las previsiones de un menor crecimiento luego de Katrina no se materializaron y en la reunión de la semana pasada del Comité de Mercado Abierto de la Reserva Federal se consideró que era más relevante prevenir el aumento de la inflación. De tal manera que la tasa de interés de los fondos federales, que sirve de referencia al mercado financiero, se elevó un cuarto de punto para situarse en 3.75 por ciento. Con ello se mantuvo la tendencia alcista seguida por aquel comité del banco central en sus 11 reuniones recientes, desde que las tasas dejaron su nivel más bajo de uno por ciento.

Los efectos negativos de los huracanes sobre la industria petrolera y petroquímica son de carácter global. Los pronósticos oficiales de crecimiento del producto en Estados Unidos establecen todavía una tasa anual de 3.5 por ciento. El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha reducido sólo ligeramente su expectativa de crecimiento para la economía mundial de 4.4 a 4.3 por ciento, y de 1.3 a 1.2 por ciento para los 12 países de la zona del euro.

Aunque el economista en jefe del FMI, Raghuram Rajam, ha dicho que los desastres naturales y el precio del crudo sólo han causado efectos menores en un entorno general de crecimiento sano, en los próximos meses podrían venir revisiones a la baja más pronunciadas.

El FMI ha señalado que su expectativa máxima de crecimiento para México es de 3 por ciento en 2005. Esto confirma que no son solamente las condiciones internas las que no sostienen mayor expansión, sino que las condiciones externas son también adversas, sobre todo por la gran dependencia de la demanda de Estados Unidos.

 
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