Usted está aquí: lunes 26 de septiembre de 2005 Política Cede la UE; avanza el cultivo de transgénicos

Crece en la región la producción de maíz modificado

Cede la UE; avanza el cultivo de transgénicos

El cultivo de productos transgénicos ya se extendió a países de la Unión Europea, donde se proclamaba la aplicación del principio precautorio. La superficie sembrada con esos productos ya es de unos 20 millones de hectáreas en todo el mundo, aunque en Estados Unidos es donde se concentra la mayor parte.

Actualmente unos 8.5 millones de campesinos producen organismos genéticamente modificados (OGM). En el último año aumentaron en Estados Unidos 20 por ciento las zonas dedicadas a esta siembra, además de que países de la Unión Europea ya se han integrado a ese proceso. El 98 por ciento de su superficie cultivada con transgénicos se localiza en Estados Unidos, Canadá, Argentina y China.

De acuerdo con información de AgroBio, asociación civil que integra las empresas trasnacionales productoras de transgénicos -Syngenta, Aventis, Dupont y Monsanto-, en la Unión Europea, donde existe una moratoria en estos cultivos, ya se permite el cultivo de maíz y España lo utiliza de "manera intensiva" en 80 mil hectáreas. En México se cultivan alrededor de 100 mil hectáreas de algodón, ya que en el caso del maíz existe una moratoria.

La gramínea de España es una variedad a la cual se introdujeron dos genes: uno que lo ayuda a resistir los herbicidas y otro para luchar contra la plaga del maíz europeo, una oruga que devora el grano. De esta manera, el cultivo de estas plantas genéticamente modificadas "previene el uso generalizado de insecticidas".

La asociación sostiene que ''la cultura de las especies genéticamente modificadas es un hecho industrial que está ocurriendo a escala mundial'' y en Estados Unidos se realiza alrededor de la mitad de la producción global de los cinco mayores cultivos genéticamente modificados: maíz, soya, colza, algodón y, en menor grado, arroz.

"A nombre de una prudencia convertida casi en dogma religioso -señala la organización-, a los detractores de los OGM les gustaría convertir a Europa en un santuario. Al jugar con la fantasía del Frankenalimento y los reflejos antiprogresistas, los oponentes a los OGM evitan responder a una pregunta real: ¿de qué manera pueden convivir los cultivos de OGM con cultivos clásicos sin contaminarlos?"

Entre las respuestas, agrega, "la más brutal" sería prohibir prácticamente todos los cultivos genéticamente modificados; ésta es la que Alemania eligió. Aunque, asegura, "la más sensata" consiste en aplicar regulaciones que eviten la contaminación.

Francia no ha utilizado esas medidas, pero sí permite que sus campesinos produzcan maíz genéticamente modificado; se han sembrado unas mil hectáreas, aunque sin regulaciones que protejan a los demás cultivos. Esta información era guardada "en secreto" por el ministerio de Agricultura, indica AgroBio.

Esto se realizado sobre todo en la zona suroeste, donde se han cultivado 500 hectáreas, aunque la cifra real se desconoce por la falta de regulaciones adecuadas en Francia y no es obligatorio que los campesinos declaren si utilizan esos productos. "Se sabe que los campesinos del suroeste francés adquirieron las semillas GM en España, las plantan en sus campos y venden sus cosechas del otro lado de los Pirineos como forraje, gracias a que esta semilla ya está autorizada en la Comunidad Europea".

En tanto, en Dinamarca, después de oponerse a los OGM y tras haber convencido a un número suficiente de miembros del parlamento, se autorizó la importación de maíz transgénico.

Angélica Enciso

 
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