Usted está aquí: sábado 1 de octubre de 2005 Economía Se debilita cada vez más la función de la banca nacional de desarrollo

Si no es fortalecida, el país perderá la lucha por la supervivencia, opina investigador

Se debilita cada vez más la función de la banca nacional de desarrollo

En forma indirecta, Nafin se ha vuelto proveedor financiero para gigantes como Wal-Mart

A la par, exportadores mexicanos son poco atendidos por Bancomext, dice asesor de diputados

ROBERTO GONZALEZ AMADOR

Ampliar la imagen Protesta de trabajadores despedidos de Nacional Financiera, en imagen de archivo FOTO Jos�arlo Gonz�z Foto: Jos�arlo Gonz�z

Con un gasto que supera al de sus contrapartes en países industrializados y una pesada carga de nómina, las instituciones de banca de desarrollo en México se alejan cada vez más de las tareas de fomento de la actividad productiva para convertirse en fuente de recursos para grandes negocios privados. En este gobierno, el renglón de crédito que más ha crecido es el otorgado por el conjunto de estos organismos al Instituto para la Protección al Ahorro Bancario (IPAB), para financiar operaciones relacionadas con el rescate bancario, con un disparo en el monto de recursos canalizados de más de mil por ciento.

En el transcurso de la actual administración federal, la banca de desarrollo ha reducido los apoyos directos al sector agropecuario o a la actividad manufacturera, pero en cambio se ha orientado a actividades que la convierten en proveedor de financiamiento para grandes corporativos, como Wal-Mart, en vez de participar directamente como promotor de actividades generadoras de riqueza.

El crédito total de la banca de desarrollo aumentó de 398 mil 386 millones de pesos a 443 mil 860 millones entre diciembre de 2000 a junio de 2005, lo que representa un incremento de 11.4 por ciento, de acuerdo con el anexo estadístico del quinto Informe de gobierno del presidente Vicente Fox. Vistas al detalle, las cifras sobre el financiamiento otorgado por estas instituciones muestran que en realidad los recursos han dejado de canalizarse a actividades productivas para ser destinados más a operaciones con la banca privada e incluso con el IPAB.

La banca de desarrollo es un conjunto de instituciones que en teoría debería apoyar directamente a las actividades productivas. Está integrado por Nacional Financiera (Nafin), Banco Nacional de Comercio Exterior (Bancomext), Banco Nacional de Obras y Servicios Públicos (Banobras), Sociedad Hipotecaria Federal (SHF), Financiera Rural y Banco Nacional del Ejército y Fuerza Aérea (Banjército).

La información presentada en el anexo del quinto Informe detalla: el crédito total de la banca de desarrollo al sector agrícola, silvícola y pesquero cayó 94 por ciento en lo que va de este sexenio: de 13 mil 794 millones de pesos en diciembre de 2000 a 740 millones en junio pasado.

Algo parecido ocurrió en lo que toca al crédito a la actividad industrial: de 34 mil 980 millones al inicio de la actual administración se redujo a 22 mil 974 millones, lo que implicó una caída de 34.3 por ciento. El crédito total de la banca de desarrollo en particular a la actividad manufacturera decreció de 28 mil 932 millones de pesos en diciembre de 2000 a 12 mil 325 millones de pesos al cierre del primer semestre de 2005, lo que representa una disminución de 57.4 por ciento.

En cambio, el crédito total de la banca de desarrollo al sector financiero privado del país pasó de 29 mil 779 millones de pesos en diciembre de 2000 a 115 mil 872 millones de pesos en junio pasado, lo que representó un aumento de 289 por ciento.

Un caso aparte lo representa el crédito de la banca de desarrollo al IPAB: aumentó de 6 mil 342 millones de pesos en diciembre de 2000 hasta 72 mil 762 millones de pesos en junio pasado, un disparo de mil 47 por ciento.

"Un hecho relevante de la banca de desarrollo en este gobierno es que mucho del financiamiento que está otorgando es a entidades financieras privadas. Con esto, el gobierno ha convertido al Estado en un facilitador de fondos para negocios privados, en lugar de fomentar la actividad productiva", comentó Alejandro Castillo, asesor de temas económicos del Partido de la Revolución Democrática en la Cámara de Diputados.

Función testimonial

La transformación de la banca de desarrollo de una red de instituciones encargadas de promover la industrialización, las actividades agrícolas o el comercio en un entramado financiero, que básicamente intermedia recursos y no genera proyectos, tiene una década y se ha profundizado en esta administración.

Después de años de corrupción impune, aun cuando son públicamente conocidos varios de los causantes de quebrantos a estas instituciones, la actual administración federal no ha logrado castigar a todos los responsables de fraudes y operaciones irregulares.

"En el decenio de 1990 se comenzó a dar la ofensiva en contra de la banca de desarrollo", comenta Carlos Marichal, investigador de El Colegio de México. "Hay consenso en que esas instituciones han cumplido un papel fundamental e indispensable en el desarrollo económico del país, sobre todo frente a la incapacidad de la banca privada para impulsar la industrialización", añadió.

A diferencia de lo que ocurre en México, el concepto de banca de desarrollo no está perdiendo vigencia a nivel internacional, sino que, al contrario, se observa que estas instituciones son fundamentales para atender a una cantidad de proyectos de desarrollo que son rentables a la larga pero que suele desechar la banca privada globalizada.

Añadió que la multiplicación de bancos de desarrollo regionales es notorio y nadie ha puesto en duda su fundamental importancia para la economía mundial. Los países de la Unión Europea, por ejemplo, están fortaleciendo sus bancos de desarrollo.

Si México no opta por fortalecer su banca de desarrollo y vincularla con otros bancos e instituciones similares a nivel internacional, estará perdiendo el tren en la lucha por la supervivencia en la nueva era globalizada, consideró. Peor aún, dada la venta de los bancos a grupos extranjeros, estará cediendo todas las decisiones más importantes sobre el diseño de las inversiones a los directivos de bancos extranjeros, indicó.

"Una eficiente banca de desarrollo nacional sigue siendo un instrumento de gran utilidad para moldear las futuras políticas financieras en el país y para lograr el avance de la economía mexicana de manera más equilibrada y sostenida que en los últimos dos decenios", comentó.

De promotor a intermediario

De manera indirecta, una institución como Nacional Financiera se ha vuelto proveedor de financiamiento para gigantes como Wal-Mart, mientras los exportadores mexicanos, poco atendidos por el Bancomext, ven cómo pierden participación de mercado en el exterior. Y, en esta dinámica, las instituciones gastan cada vez más en promoción.

"Una empresa como Wal-Mart no paga a sus proveedores sino a plazos de 60 a 90 días", comenta Alejandro Castillo. "Pero ninguna empresa pequeña puede sobrevivir así. Entonces lo que hacen es llevar su factura a Nafin y cobrarla a plazos de 30 días, con un pequeño castigo. Así, obtienen la liquidez y después Nafin se encarga de cobrar a Wal-Mart. Lo que esto provoca es que en lugar de promover proyectos de creación de riqueza Nafin se vuelve una empresa de factoraje que indirectamente está financiando a las grandes compañías", afirmó.

Nacional Financiera tiene una cartera de préstamos de unos 160 mil millones de pesos, pero gasta en servicios personales 718 millones de pesos al año. Una entidad como la Administración de Pequeños Negocios (SBA, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos, con una labor similar a la de Nafin, tiene un presupuesto total de 800 millones de dólares y una cartera de créditos de 45 mil millones de dólares.

 
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