Usted está aquí: domingo 2 de octubre de 2005 Cultura FUSILERIAS

FUSILERIAS

Alfredo C. Villeda

Jazz, blues y Katrina

Ampliar la imagen Un damnificado interpreta Do you know what it means to miss New Orleans? FOTO Ap Foto: Ap

CONDENADA A LOAR con la voz y la música el infortunio, porque ahí radica su identidad cultural, la población de la cuna del jazz y el blues fue sepultada por un manotazo mayor en la escala Saffir-Simpson. La lógica impecable del desastre no erró el camino, sabedora que ese pueblo está predestinado a la desgracia, como lo percibe cualquier escucha en las letras y la armonía de deslizamiento perpetuo, caza de disonancias y cadencias imperfectas originados en la ahora anegada y fantasmal Nueva Orleáns.

PORQUE ANTE LA CADENA de sufrimientos, argumenta Michel Le Bris en un texto clásico de 1967 en Magazine Littéraire, el jazz es una cura sicoanalítica. "La función terapéutica de la música afroamericana en los negros implica que se evadan de la estrechez cotidiana, que acudan a una fiesta que se pierde en el imaginario y consiste en cantar infortunios, como tener una dama infiel o un empleo agotador."

EN OTRO FLANCO del mismo territorio abatido, el blues da voz a los sufrimientos de su pueblo. El canto dramatiza la infeliz situación donde se enraiza la neurosis. En un sistema de organización empírica, los conflictos se dispersan con un orden (el canto) que lleva a un desenlace (integrar las contradicciones). La neurosis no es resuelta, pero sí canalizada, lo que representa un proceso clave del sicoanálisis.

Es decir, esos ritmos representan una cura próxima al sicoanálisis que un pueblo inventó para soportar su condición. Claude Lévi-Strauss subrayaba el paralelismo entre la cura sicoanalítica y los ritos mágicos. El cantante de blues y el pastor serían los sustitutos del brujo ancestral.

En otro paralelismo, Freud escribió en 1915: "Es indiscutible que la idea de lo bello tiene sus raíces en la excitación sexual". La música afroamericana, dice Le Bris, afirma su naturaleza a la inversa del arte occidental, que la ubica en la pureza. ¿Por qué avergonzarse de la sexualidad, ella, que nació en los tugurios de Nueva Orleáns?

La oportunidad de renacer irá de la mano de estas teorías. En El perseguidor, cuento mayor de Julio Cortázar, la rencarnación de Charlie Parker deja su saxo debajo de un asiento del metro. Ahora que la cuna del jazz fue olvidada debajo de lodo y racismo, el espíritu de esa música debe apostar a la resurrección de un pueblo y una historia.

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