La Jornada Semanal,   domingo 2 de octubre  de 2005        núm. 552
LASARTESSIN MUSA
Jorge Moch
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 MALCOLM

Ejemplo de que las contradicciones son afirmación dialéctica, la cadena Fox por un lado ha jugado un papel importante en los agravios cometidos por el gobierno neoconservador prepotente y petrolero de Estados Unidos contra el resto del mundo pero también contra su propio pueblo —allí el papel que jugó Fox News (Fox Noticias) bajo la batuta de John Ellis, primo hermano de George Bush, cuando esa corporación lanzó la caballada de los medios en favor del fraude electoral; allí, también, el instrumento del terror televisivo que mantiene alertas rojas y naranjas diciéndole a la gente que allí vienen los terroristas, perpetuando en la población una paranoia xenófoba que la hace harto manejable—, mantiene sin embargo al aire varias series cuyo común denominador es la caricaturización y la crítica sin contemplaciones a los grandes poderes, precisamente como sería el caso del mandamás de Fox, el ultraderechista Rupert Murdoch, o los endebles paradigmas del modo de vida americano del que tanto se ufana hasta la subnormal náusea su amigo el presidente Bush.

Destacan desde luego las creaciones de Matt Groening como Los Simpson y otras animaciones cáusticas como American Dad, pero hay un programa que sin estridencias comerciales lleva seis temporadas ya al aire, cuyos actores infantiles han crecido y sin embargo logran mantener y aun acrecentar la devoción del público. No se trata de una serie donde los protagonistas caen simpáticos, ni son arquetipo de ternura, como aquellos ñoños ejemplos de Webster, Punky Brewster o la prole del doctor Huxtable en el show de Bill Cosby. Se trata de Malcolm in the middle (Malcolm el del medio), que en nuestro país transmite Canal 5 de Televisa de lunes a viernes a las 19:30. La serie es idea y proyecto personal de un viejo conocido de la televisión gringa, Linwood Boomer. Antes de saltar al ruedo de la producción Boomer fue actor, encarnando a Adam Kendall en aquella entrañable —al menos en sus primeras dos temporadas— The little house in the prairie, que en México hizo época como Los pioneros.

Malcolm narra —literalmente, Malcolm (Frankie Muniz), segundo hermano de una camada de cinco varones y poseedor de un coeficiente intelectual harto superior al promedio, nos explica a cuadro su versión personal de lo que sea que está sucediendo— las vicisitudes de una familia mediocre: ambos padres odian sus respectivos trabajos con los que apenas salen a flote. Hal es el padre (Bryan Cranston); Francis (Cristopher Kennedy Masterson), el hermano mayor, enviado a los quince años a una academia militarizada, casado a los diecinueve, vive con su joven esposa en el Oeste, administrando un rancho turístico-vaquero; Reese (Justin Berfield), tercero en discordia, es un haragán que busca todos los días novedosas maneras de reiterar su estupidez superlativa; Dewey (Erik Per Sullivan), de unos siete u ocho años, es el otro genio de la familia: aprendió a interpretar a Beethoven por su cuenta, y por último Jamie, un bebé de un año que es el chivo expiatorio de todos los demás. Otros personajes interesantes son los "amigos" de la familia: Stevie (Craig Lamar Traylor), un muchacho prodigio como Malcolm, minusválido, al que no se le otorgan concesiones especiales en el guión de la serie, lo que desmitifica maravillosamente la condición del desvalido, o Craig (David Higgins), un vecino soltero, secretamente enamorado de la madre de Malcolm (Lois, interpretada por Jane Kaczmarek), de la que "casualmente" es compañero de trabajo en un supermercado. Mención aparte merece la madre de Lois, la cruel abuela Ida (Cloris Leachman) a la que nadie quiere y que odia todo lo que se mueva a menos que represente la oportunidad de esquilmar algún dinero o humillar a su progenie.

Malcolm in the middle logra rescatar una vena de humor negro que después de haber llegado a niveles, si se me permite el retruécano, de excelsitud con Seinfeld y algunas temporadas de Saturday Night Live, había derivado a la baja en su audacia contestataria. La creación de Linwood Boomer y el excelente trabajo de sus escritores y actores dan cuenta de que aún ahora, que el imperio se toma a sí mismo tan engolada y mesiánicamente en serio, mantiene sectores que son sanamente capaces de reírse de sí mismos. De paso, hace un mes representó para este aporreateclas un oportuno escape al asedio televisivo que supuso el quinto no informe que nunca existió.