Usted está aquí: miércoles 5 de octubre de 2005 Opinión CIUDAD PERDIDA

CIUDAD PERDIDA

Miguel Angel Velázquez

Jesús Ortega y el gran dilema perredista

Un asunto de confianza

Afloran sentimientos de revancha

EL GRAN dilema de la militancia perredistas en el DF es si debe apoyar a Jesús Ortega o no, en aras de construir un partido fuerte que permita a la izquierda partidista, o la que representa el PRD, mantener el gobierno de la ciudad en sus manos en los próximos seis años.

EL DILEMA parte de la desconfianza que confiesan muchos militantes respecto del historial de Ortega. ¿Quién puede creerle a Chucho?, se preguntan. ¿Cuánto tiempo pueden durar los acuerdos que se tomen con él?, cuestionan.

PARA ESA militancia, que también forma parte de Nueva Izquierda, la tribu que encabeza Ortega, este dirigente es capaz de negociar lo negociado y de transgredir cualquier acuerdo anterior siempre que le convenga.

ELLOS, LOS militantes, están seguros de que con Ortega no existe seguridad absoluta de que los programas establecidos en la ciudad puedan tener continuidad; tampoco sienten la confianza de señalar al ganador de la encuesta del Tucoi como el garante de los programas propuestos por Pablo Gómez y Armando Quintero.

EN POCAS palabras, para buena parte de la izquierda perredista Ortega no es confiable y no hay posibilidad de que su discurso, cualquiera que sea, marque un rumbo fijo de gobierno.

PERO AUN así, hay otros militantes, la gran mayoría resentidos con López Obrador, que consideran que el apoyo al senador es poner piedras en el camino del hasta ahora único precandidato del PRD a la Presidencia de la República.

ESOS GRUPOS o dirigentes que fueron impedidos por López Obrador para ocupar cargos en el Gobierno del DF, por ejemplo, han jurado venganza, y más allá de lo que pueda ser bueno o malo para la ciudad está el sentimiento de revancha que hoy les impele a unirse, sin convicción, pero con rencor, a la aventura de Ortega.

Y ES que esa meta, la de no aceptar, por ningún motivo, una supuesta decisión del ex jefe de Gobierno, agrupó a cuantos se vieron frustrados, en los intereses personales o de grupo, por el trazo que marcó su administración.

EN EL PRD urge, ahora más que nunca, un acuerdo entre quienes puedan cumplirlo para crear una estructura diferente a las utilizadas hasta ahora, donde los mandos correspondan al interés del partido y no se encuentren sometidos al capricho de las corrientes.

EL MOMENTO es oportuno para empezar a crear esa nueva fórmula que siembre semillas nuevas y abra perspectivas en el, hasta ahora, suelo yermo del PRD.

SERA MUY difícil que ese partido pierda la elección constitucional del próximo año, a menos que alguien con demasiados compromisos frescos con el PRI decida vender la elección, lo que, dado el panorama, no es descartable.

DE CUALQUIER manera, las ventajas que obtendrá, en el caso de ganar la elección, serán decisivas si se quiere hacer del pacto de las tribus (hoy PRD) un organismo institucional de izquierda preocupado por la ciudad y sus ciudadanos.

Y EN esa idea no caben los resentimientos, ni las venganzas personales ni las lealtades pervertidas. Tal vez por eso mismo, luego de la elección en la que sorpresivamente triunfó Jesús Ortega, la militancia perredista se encamina a un examen desde donde se pueda analizar y medir si es prudente y benéfico para el PRD acompañar la precandidatura del líder de Nueva Izquierda.

DEL DILEMA deberá salir la decisión de restructurar, en serio, ese partido o bien quedarse con los males y los problemas que hoy lo ponen en peligro. Ese es el desafío.

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