Usted está aquí: sábado 8 de octubre de 2005 Opinión El precio del gas natural

Adrián Lajous

El precio del gas natural

Ampliar la imagen Plataforma petrolera FOTO Reuters Foto: Reuters

Los precios del gas natural en Norteamérica se han mantenido altos a todo lo largo de 2005. En el mercado de futuros de Nueva York no han descendido del umbral de los 6 dólares por millón de BTU (medida térmica británica mmbtu), alcanzando un nivel promedio de 7.20 dólares en los primeros ocho meses del año. Antes de que el huracán Katrina llegara a la costa estadunidense del Golfo de México, el precio para entrega en octubre se cotizaba cerca de los 10 dólares por mmbtu. La perspectiva del mercado a mediano plazo también era al alza, como podía observarse en las cotizaciones de futuros a uno y cinco años. Estos precios eran muy superiores a los registrados hasta muy recientemente. Basta recordar que el precio promedio de 2002 fue de sólo 3.37 dólares por mmbtu. Un mes después del devastador impacto de Katrina y a cinco días de la entrada a tierra del huracán Rita, el precio en el mercado de futuros se sitúa cerca de los 12 dólares y no es posible adquirir gas a menos de 10 dólares antes de abril de 2007. La cotización promedio de los siguientes 12 meses es de 12.40 dólares y la de los próximos cinco años de 9.60 dólares por mmbtu. A finales de septiembre 80 por ciento de la producción de gas natural en la costa estadunidense del Golfo de México seguía cerrada. En estas circunstancias no resulta sorprendente que los pronósticos de precios para 2006 y 2007 de instituciones financieras y empresas especializadas sigan a la alza.

El comportamiento de los precios del gas natural en Estados Unidos responde a factores coyunturales y estructurales, tanto del propio mercado de gas, como de los de petróleo crudo y productos petrolíferos. Los precios de otros combustibles han aumentado a un ritmo similar o superior. Asimismo, los precios de otras mercancías han sido afectados por la creciente demanda atribuible a la expansión económica asiática. Los precios del gas natural en otros países industriales han corrido una suerte parecida, dado que tienden a fijarse, con un cierto rezago, en función de los precios del petróleo crudo o de otros combustibles líquidos sustitutos.

América del Norte enfrenta un fuerte déficit estructural de gas natural que se traducirá en crecientes importaciones de gas licuado (GNL) proveniente de otras regiones. Diversas iniciativas y prospectos tendientes a incrementar la producción empezarán a madurar a fines de la presente década. Sin embargo, no será sino hasta el próximo decenio que se incorporará gas de Alaska y de la Cuenca del Mackenzie a la oferta regional. La contribución de fuentes no-convencionales de gas -de arenas de baja permeabilidad y de cuencas carboníferas- crecerá de manera importante en Estados Unidos y en Canadá, estimulada por altos precios del gas. Su costo también tenderá a subir, si bien nuevas tecnologías podrán moderar esta tendencia. En Estados Unidos el gas no convencional pronto se convertirá en la principal fuente de suministro interno.

La producción estadunidense de gas natural ha permanecido estancada en los pasados cinco años. A partir de 1986 la creciente brecha entre la producción y el consumo ha sido cubierta principalmente con importaciones provenientes de Canadá. Entre ese año y 2004, tres cuartas partes del incremento en el consumo de Estados Unidos fueron satisfechas con gas canadiense. En dicho periodo la producción de Canadá se duplicó y sus exportaciones se cuadriplicaron. Sin embargo, en 2003 estas ultimas cayeron por primera vez en 16 años. El gobierno y la industria de ese país estiman que la producción de gas tenderá a estabilizarse durante esta década, por lo que las exportaciones caerán de manera gradual.

El balance de gas de México ha contribuido también al déficit regional. A partir del año 2000 el país se convirtió en importador neto de gas natural. La demanda de gas del país crece rápidamente mientras que la producción declinó a partir de 1999 y no fue sino hasta la segunda mitad de 2003 que se inició su recuperación. En agosto de 2005, finalmente se logró superar el nivel de producción mensual registrado en enero de 1999. Estas tendencias divergentes se han traducido en una expansión sin precedentes de las importaciones de gas natural y todo parece indicar que México seguirá siendo un importador neto de este combustible, cuando menos durante el resto de este decenio. El año pasado las importaciones realizadas por Pemex ascendieron a 766 millones de pies cúbicos diarios (mmpcd) y, si se agregan las importaciones de terceros, se superó el umbral de los mil mmpcd. Esto significa que cerca de un tercio de las ventas internas de gas son importadas por ducto de Estados Unidos.

Norteamérica cuenta con importantes recursos gasíferos -convencionales y no-convencionales, en cuencas maduras y en nuevas fronteras- que deberá desarrollar en los próximos años. Tendrá que descubrir nuevos yacimientos y explotar más eficientemente los ya conocidos mediante la aplicación de nuevas tecnologías y mejores prácticas productivas. Será necesario construir grandes gasoductos que atraviesen regiones inhóspitas y medio ambientes frágiles. Todo esto tomará tiempo y requerirá cuantiosos recursos financieros. Mientras maduran estas oportunidades será indispensable construir infraestructura marítima e instalaciones de regasificación que permitan importar volúmenes crecientes de gas licuado. Este desempeñará un papel crítico en la transición a nuevas fuentes autóctonas de gas natural y reducirá el riesgo de tener que recurrir a fuentes de energía menos limpias y de mayor costo.

Los precios del gas natural en Estados Unidos tienden a ubicarse en un intervalo limitado por los equivalentes calóricos de los precios del combustóleo pesado de bajo azufre y el gasóleo para calefacción. Dentro de dicho intervalo los precios del gas se ajustan en función de las condiciones fundamentales de su propio mercado, que se reflejan en la variación de inventarios. Dadas las crecientes diferencias de precios entre estos dos combustibles líquidos, el espacio de ajuste se amplió por lo que han aumentado la incertidumbre y la volatilidad de precios del gas. En estas circunstancias, y dadas las condiciones imperantes en el mercado de productos petrolíferos, son significativos los riesgos de que aumente el nivel y la volatilidad del precio del gas debido a una oferta restringida del mismo y a precios altos y fluctuantes del gasóleo para calefacción. El precio de este producto tenderá a aumentar más rápidamente que el del petróleo crudo, dado que la industria de la refinación opera a niveles de capacidad difícilmente sostenibles. A más largo plazo el suministro de fuentes marginales de mayor costo establecerá un piso al precio del gas natural.

Hace más de 10 años se sentaron las bases para el desarrollo de un nuevo marco regulatorio del mercado de gas natural en México y se dieron nuevas atribuciones a la Comisión Reguladora de Energía (CRE). Con ello se abría el camino a la liberalización del mercado interno que eventualmente permitiría integrar un solo mercado de gas en Norteamérica. La construcción de un sistema de precios regulados tuvo como punto de partida los precios al consumidor y no la estructura de costos de producción. Los primeros sirvieron de referencia para la estructuración de los demás precios de la cadena del gas natural, incluyendo los precios productor y los precios de transferencia en el interior de Pemex. De esta manera se garantizaban coherencia y competitividad en las diferentes fases de la industria. Se lograba también que el Estado capturara la renta económica que resulta de costos de extracción relativamente bajos. La regulación de las ventas de primera mano evitaba que Pemex interviniera en el proceso de determinación del precio y limitaba el poder discrecional del Estado mediante reglas explícitas y transparentes. El principio básico que se aplicaría era claro: los precios internos del gas deberían reflejar los costos de suministros alternativos -los costos de oportunidad- en una economía abierta.

El gobierno actual ha intentado desmantelar el sistema de precios regulados del gas natural. En enero de 2001 el entonces Secretario de Energía asumió arbitrariamente las facultades de la CRE al fijar el precio del gas por un periodo de tres años. Esta decisión puso en evidencia la falta de compromiso del nuevo gobierno con el marco regulatorio establecido y con el propio ente regulador. Demostró también la fuerza de los intereses particulares que habían capturado el proceso de toma de decisiones. Una vez que se restableció el mecanismo de precios regulados, la CRE se negó a realizar los ajustes correspondientes a los cambios observados en el balance nacional de gas. Sólo llevó a cabo ajustes parciales, tardíos y no siempre consistentes, que afectaron severamente la integridad del mecanismo de formación de precios, y que resultó en una brecha creciente entre los precios regulados y los costos de suministro alternativos. Esta inflexibilidad bloqueó la introducción de la competencia en el mercado del gas que traería consigo la importación directa por particulares. Reveló el objetivo gubernamental de controlar el aumento de precios que se ha dado en mercados externos de referencia. Hace unos meses, se tomó la decisión de subsidiar el precio del gas para uso residencial y la autoridad enfrenta ahora una presión creciente, alentada por ella misma, para reducir el precio del gas natural en otros sectores. En septiembre de este año el Presidente Fox emitió un decreto que fija temporalmente precios máximos al gas natural, suspendiendo la operación del mecanismo de precios regulados.

La renta económica del gas natural corresponde indeclinablemente a la Nación. El Estado la capta y asigna conforme a normas presupuestales establecidas. La asignación directa de una parte de dicha renta a través del mecanismo de precios, sin establecer criterios precisos que normen esta transferencia de recursos ni compromisos específicos a quienes los reciben, plantea graves problemas. Su dispersión indiscriminada a individuos y empresas no está debidamente legitimada. Si bien el otorgamiento de subsidios es una prerrogativa de todo Estado moderno, conviene que se determine su alcance, monto y duración; que su destino sea transparente; y que esté dirigido a grupos sociales bien definidos. Deben también recordarse las serias dificultades que supone la eliminación de subsidios y el escaso éxito que han tenido en materia de promoción industrial. El costo de los subsidios otorgados recae directamente sobre las finanzas de Pemex y en las finanzas públicas sólo se refleja como una disminución en los ingresos de la empresa estatal, perdiéndose la transparencia exigida al otorgamiento de subsidios explícitos en la contabilidad pública.

En adición a otros subsidios concedidos al precio del gas natural, el costo del nuevo subsidio decretado superará muy probablemente los 600 millones de dólares, si es que llegara a eliminarse a fines de enero de 2006. El subsidio adolece de fallas técnicas que sólo pueden explicarse por la falta de oficio de las autoridades responsables y por la diversidad de intereses y opiniones en el seno del gobierno. El precio fijado inicialmente y el mecanismo de ajuste de precios son arbitrarios. El decreto presidencial sólo cubre las ventas realizadas por Pemex y deja a un lado a los consumidores que importan directamente el gas en la zona fronteriza. Estos seguramente considerarán que están siendo discriminados. Los subsidios al gas natural alentarán a los distribuidores de gas LP a solicitar, con mayor vehemencia, un trato similar. La terminación del nuevo subsidio al gas va a ser problemática. Suponiendo que la producción en la costa estadunidense se normalice en diciembre, a finales de enero se podría restablecer el régimen de precios regulados. Sin embargo, el precio del gas en Estados Unidos podría mantenerse alto y superior al precio subsidiado. Las autoridades estarían obligadas a reconocer un aumento que podría ser significativo. Tendrían que hacerlo en plena campaña política y a sólo cinco meses de las elecciones presidenciales.

 
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