Usted está aquí: domingo 9 de octubre de 2005 Opinión Un poquito de historia y otra cosita...

Guillermo Almeyra

Un poquito de historia y otra cosita...

La memoria y la lógica son bichos lentos y tímidos, que pocas veces asoman. Por ejemplo, hay quienes -ante las próximas elecciones mexicanas- se dan por enterados de que el señor López tiene un programa limitadísimo y desarrollista y es un candidato burgués, lo cual sin duda es cierto, pero sin embargo lo aceptaron antes como presidente del PRD patrocinado por Cuauhtémoc Cárdenas, a quien apoyaron a pesar de su programa limitadísimo y desarrollista y de que estaba lejos de ser un candidato proletario. Además, muchos de los inmemoriosos preferirían que el candidato perredista fuese el ingeniero, tragándose así sin problemas el PRD y sus aliados, que no son precisamente bombones de licor. ¡Ojo que no comparo las personalidades de ambos, sino los programas y el carácter de clase de los mismos!

Otros, debido a la corrupción han enterrado al PT brasileño y a Lula (que si se presentase seguramente ganaría nuevamente las elecciones presidenciales). Se olvidan de que la misma es endémica en todos los partidos brasileños, no recuerdan que Adhemar de Barros fue elegido gobernador de Sao Paulo gracias a los carteles que proclamaban "Roba pero hace", ignoran que Perón tenía amplia mayoría a pesar de sus amantes menores de edad, del lujo de Evita, de los robos y la corrupción, de los lúmpenes que lo rodeaban, de su segunda mujer conseguida en un cabaret panameño. ¿Quiere decir esto que las clases subalternas toleran el robo de los bienes estatales -o sea, de sus aportes al erario- y la misma corrupción, o deben ser despertadas de su inocencia porque no sabrían por quiénes votan? Por supuesto que no. La masiva protesta contra el desafuero al señor López vino después de conocerse por televisión los escándalos del PRD y qué hacía Ponce con el dinero del DF. Todos saben -otros se encargan de hacérselo conocer- a quién dan su apoyo. Pero este apoyo no lo dan sólo por razones morales, aunque el pisoteo por los políticos populares de los más elementales principios éticos los ofenda y les duela. El apoyo lo dan a pesar de todas las porquerías porque todas las candidaturas se revuelcan en el mismo chiquero y porque no estamos en un continente calvinista sino en uno católico, donde se perdonan todos los pecados con la excepción del uso del condón.

¿Qué quiere decir esto? Que las clases subalternas están en una situación tan terrible que deben agarrarse de un leño podrido para sobrenadar, si pueden. Que no pueden esperar hasta tener el instrumento ideal para satisfacer sus necesidades sino que, aquí y ahora, deben tratar de utilizar lo que puedan para combatir por ellas. Que su pragmatismo no es ciego, sino que está ennoblecido por su voluntad y por una esperanza de avanzar por vías indirectas hacia su objetivo. Que sabiendo quién es quién, como no tienen otro referente, tratan de golpear a su enemigo con el y con lo que puedan. Por eso ni el PT está enterrado, aunque en la elección interna gane la derecha, ni tampoco lo está Lula, ni los bolivianos son traidores electoralistas porque deben hacer campaña por el triunfo electoral de Evo Morales, que posiblemente haría más o menos lo que hicieron Lula y Tabaré Vázquez, pero cuyo triunfo desestabilizará completamente al capitalismo no sólo en ese país andino sino también en toda la región, pues llevará inevitablemente por lo menos a la estatización de los hidrocarburos.

Hay académicos también que se olvidan de que la Sexta Declaración coloca al EZLN, por primera vez, en el campo anticapitalista y de la izquierda declarada y que, contra toda evidencia histórica, dan como antepasados del zapatismo chiapaneco a los liberales del siglo XIX y atribuyen el éxito zapatista a que jamás fue marxista. Marcos, en su respuesta a Gilly que le recomendaba leer a Ginsborg, confesaba en cambio que había sido marxista althusseriano (o sea dogmático estalinista) y que los indígenas le habían redondeado la cabeza a él y a sus compañeros refugiados en la Lacandona. Además, el trabajo junto a la diócesis de San Cristóbal llevó a ese grupo de revolucionarios a abrevarse en otro marxismo, con ropaje teológico esta vez, el de la teología de la liberación, en la cual el éxodo de Egipto equivalía a la salida del capitalismo hacia la Tierra Prometida de un régimen de justicia e igualdad. Esa religiosidad y ese modernismo de esos indígenas que habían colonizado la selva rompiendo con la sumisión al conservadurismo de sus comunidades de origen y creando nuevas comunidades pluriétnicas, incluso con mestizos, es una de las bases culturales del EZLN, que del pasado toma sus tradiciones y culturas y a Emiliano Zapata, no a los liberales. Por último, hay quienes repudian la sumisión al institucionalismo de quienes participan en elecciones (ecuatorianas, bolivianas, brasileñas o mexicanas, lo mismo da) sin ver que los propios indígenas han utilizado siempre los medios institucionales (a partir de la lucha legal, con los papeles de la Corona en mano) y han buscado siempre reformas institucionales y no se pervierten, por lo tanto, si van a votar esperando obtener de las urnas un resultado que éstas por sí solas no pueden dar. En vez de tantas historias sobre los hijos de Marta Sahagún, ¿no sería bueno recordar la historia?

 
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