Breve panorama de la literatura argentina contemporánea Diario de vida e ideas
La
argentinidad es hoy el caso de mayor felicidad de tipo humano nacional.
Las características ibéricas vienen acentuándose (lo
que garante la perduración de la actitud de "grandeza-individual",
camino más cierto, y menos expuesto a uso de crueldad, del bien
universal que el humanismo organizante de los alemanes) sin la solitariedad
y con la religiosidad pura y segura como ninguna de los españoles
pero más amorosa que respetuosa, mejor por tanto como es nuestro
hogar. Concluyo que esta Nación Argentina es el grupo nacional con
más feliz aptitud para desnacionalizar a la humanidad si pudiera
suceder, y por acción de cordialidad. Para lo cual deberá
previamente presentar en su seno el ejemplo de la gran paz: la paz Trabajo-Capital
en la que hay todavía que gastar mucha buena justicia.
El escritor argentino
y la tradición
Por eso repito que no debemos temer y que debemos pensar que nuestro patrimonio es el universo; ensayar todos los temas, y no podemos concretarnos a lo argentino para ser argentinos: porque o ser argentino es una fatalidad y en ese caso lo seremos de cualquier modo, o ser argentino es una mera afectación, una máscara. Creo que si nos abandonamos a ese sueño
voluntario que se llama la creación artística, seremos argentinos
y seremos, también, buenos o tolerables escritores.
Los lanzallamas
En realidad, uno no sabe qué pensar de la gente. Si son idiotas en serio, o si se toman a pecho la burda comedia que representan en todas las horas de sus días y sus noches. De cualquier manera, como primera providencia, he resuelto no enviar ninguna obra mía a la sección de crítica literaria de los periódicos. ¿Con qué objeto? Para que un señor enfático, entre el estorbo de dos llamadas telefónicas escriba para satisfacción de las personas honorables: "El señor Roberto Arlt persiste aferrado a un realismo de pésimo gusto, etc., etc." No, no y no. Han pasado esos tiempos. El futuro es nuestro, por prepotencia de trabajo. Crearemos nuestra literatura, no conversando continuamente de literatura, sino escribiendo en orgullosa soledad libros que encierran la violencia de un cross a la mandíbula. Sí, un libro tras otro, y "que los eunucos bufen". El porvenir es triunfalmente nuestro. Nos lo hemos ganado con sudor de tinta y rechinar de dientes, frente a la "Underwood", que golpeamos con manos fatigadas, hora tras hora. A veces se le caía a uno la cabeza de fatiga, pero... mientras escribo estas líneas, pienso en mi próxima novela. Se titulará "El amor brujo" y aparecerá en agosto del año 1932. Y que el Futuro diga.
Oda a un soldado
A veces la patria duele tristemente, igual
a una veste
Yo me entiendo con mis enemigos bebiendo
un vino,
Los otros recibieron los campos y pusieron
estacas,
A los argentinos nos gustó la sangre,
terminar
Y allá en Dolores, quedó
la cabeza de Castelli,
Veinte poemas para ser
leídos
¿Un éxito eventual sería capaz de convencernos de nuestra mediocridad? ¿No tendremos una dosis suficiente de estupidez, como para ser admirados?... Hasta que uno contesta a la insinuación de algún amigo: "¿Para qué publicar? Ustedes no lo necesitan para estimarme, los demás...", pero como el amigo resulta ser apocalíptico e inexorable, nos replica: "Porque es necesario declararle como tú le has declarado la guerra a la levita, que en nuestro país lleva a todas partes; a la levita con que se escribe en España, cuando no se escribe de golilla, de sotana o en manga de camisa. Porque es imprescindible tener fe, como tú tienes fe, en nuestra fonética, desde que fuimos nosotros, los americanos, quienes hemos oxigenado al castellano, haciéndolo un idioma respirable, un idioma que puede usarse cotidianamente y escribirse de ‘americana’, con la ‘americana’ nuestra de todos los dias..." Y yo me ruborizo un poco al pensar que acaso tenga fe en nuestra fonética y que nuestra fonética acaso sea tan mal educada como para tener siempre razón... y me quedo pensando en nuestra patria, que tiene la imparcialidad de un cuarto de hotel, y me ruborizo un poco al constatar lo difícil que es apegarse a los cuartos de hotel.
No, no es posible...
No, no es posible.
¡Fuera la delicia del fuego, con
Proust entre las manos,
¡Fuera, fuera, Brahms flotando sobre los campos! No, la muerte mágica de la música,
Luz de provincia
Un fresco abrazo de agua la nombra para
siempre;
La conozco agraciada, tendida en sueño
lúcido.
Requiem
Olores de amarillo.
Sonrisa azul y blanca.
Otoño–
Un rebullir de sillas me despierta;
El poeta político
El
poeta era también político. Se interesaba por los problemas
pequeños y grandes de las gentes y era capaz de encontrar y aplicar
soluciones. Su generosidad era eficiente. Podía sostener una empresa.
Podía dominar los pequeños detalles. Podía enunciar,
exponer. Su elocuencia había superado la impostura, y entre las
gentes sencillas y buenas el poeta había logrado ser uno más.
Pero si el poeta atendía a las cosas del mundo, más allá
de la palabra, sintiéndose simplemente vivir, también sentía
la urgencia de la palabra misma. También experimentaba la necesidad
de demorarse, de interrumpir la fluencia entre el mundo y él. Entonces
el poeta empezaba a hablar para sí mismo en un intento de hablar
mejor, más hondo a todos los hombres. Y perdía su voz y rompía
su instrumento. Así era, así será siempre.
Los árboles
Ahora digo
Yo voy a la madera y de ella vengo
Voces
La verdad tiene muy pocos amigos y los muy pocos amigos que tiene son suicidas. Mi pobreza no es total: falto yo. Si yo fuese como una roca y no como
una nube, mi pensar, que es como el viento, me abandonaría.
Los poetas oficiales
¿Amoldáis vuestra esfera a lo más íntimo del porvenir? Perros enanos entecos, tenéis a vuestro servicio los escribientes nacionales, pajarracos de la patria. Canasteros de los frutos del odio, no estoy arrepentido de tener a mi servicio las joyas y los frutos del deseo. Principitos destronados de toda sangre de composición en la naturaleza. Eugenios, Equis, Clauditos, perritos de
ceniza.
Misión
Estos pantanos, estos yermos,
No los maldigas, joven
¡Ah, sobrevive y desespera!
El farmer
Urquiza, que aprendió ser estanciero a mi lado, en una carta que puso lágrimas en mis ojos, aquí, en tierras de otros, y que dirigió a Your Excelency, general Rosas, promete a Your Excelency, general Rosas, la devolución de su rango, de sus bienes, de la patria. Miré, digo, como nunca miré, la cobardía de los porteños. No la vi, ni siquiera el 6 de diciembre de 1829, cuando fui electo, por primera vez, gobernador de Buenos Aires, para ejercer el mal sin pasión. Demoré una vida en reconocer la
más simple y pura de las verdades patrióticas: quien gobierna
podrá contar, siempre, con la cobardía incondicional de los
argentinos.
Incompletamente
las aguas de tu vientre cantan al fondo
del país/
¿dónde escribís tus
estaciones?/
¡brillás para que nadie sufra!/
¡así a tus pechos viene el
ido!/
Lo nacional es la infancia
Esta observación empírica es también de orden político. Lo nacional, separado de la experiencia individual, consiste en una serie de abstracciones propias del léxico de los poseedores. Es la traducción, en el plano ideológico, de una suma de intereses. Como todo absoluto, se autodetermina como valor supremo, ante el que deben inclinarse todos los otros. ¿Quién encarna lo nacional? El poder político. Las contradicciones más groseras pretenden siempre justificarse con el comodín de lo nacional. Yo pienso, como Samauel Johnson, que la patria, en tanto que abstracción, es el último refugio del sinvergüenza. Nos la presentan como absoluto, pero es por excelencia contingente. Del lugar en que nacemos no brota ningún efluvio telúrico que nos transforme automáticamente en deudores. No hay ni lugar ni acontecimiento predestinados: nuestro nacimiento es pura casualidad. Que de esa casualidad se deduzca un aluvión de deberes me parece perfectamente absurdo. [...] Y sin embargo estamos constituidos en gran parte por el lugar en donde nacemos. Los primeros años del animalito humano son decisivos para su desarrollo ulterior. La lengua materna lo ayuda a constituir su realidad. Lengua y realidad son a partir de ese momento inseparables. Lengua, sensación, afecto, emociones, pulsiones, sexualidad: de eso está hecha la patria de los hombres, a la que quieren volver continuamente y a la que llevan consigo donde quiera que vayan. La lengua le da a esa patria su sabor particular. Por lo tanto, la patria pertenece a la
esfera privada. Los que la invocan como un imperativo abstracto incurren,
como en tantas ocasiones, en un abuso de confianza.
Crítica y ficción
Yo estaba en quinto año del secundario y Martínez Estrada vino a Mar del Plata, donde tenía parientes. Fuimos a verlo y me impresionó encontrarlo tan enfermo y tan frágil, se sostenía de las paredes con la palma de la mano para caminar. Se conversó mucho, toda una tarde, pero yo sólo recuerdo nítidamente una frase: "La Argentina se tiene que hundir. Se tiene que hundir y desaparecer, no hay que hacer nada para salvarla, si lo merece volverá a reaparecer y si no lo merece es mejor que se pierda." Era en 1959. [...] La calidad literaria es algo tan raro y difícil de encontrar que nos hemos acostumbrado a buscarla allí donde la crítica y el mercado niegn los textos o los silencian. [...] (Pareciera que Sur solamente ha
influido a los escritores que formaban parte del grupo, pero esa influencia
quizás deba atribuirse a Borges, lo que es otra cuestión.)
En lo que podemos llamar los años de mi formación yo buscaba
y leía otras revistas, en especial Contorno, pero también
Centro,
Poesía Buenos Aires. Comparada con esas publicaciones (o
incluso con otras anteriores como Martín Fierro o Claridad)
se ve que la marca de Sur es el eclecticismo: en sus páginas
circulaban textos diversos, de calidad e interés muy desparejos.
Por lo demás el carácter "antológico" de Sur
ya fue criticado por el mismo Borges.
|