Ojarasca 102 octubre 2005

16 años
Nuestro decimosexto aniversario resulta un buen momento para celebrar (bueno, autocelebrar al menos) la vigencia de Ojarasca, fundada como revista en 1989, y convertida en suplemento mensual de La Jornada desde mayo de 1997. Una consideración básica constataba desde nuestro origen que en México habita la cuarta parte de la población indígena total de las Américas (entre 12 y 15 millones de personas, según los muy conservadores cálculos oficiales), y somos la nación con mayor población indígena, que habla cerca de 60 lenguas diferentes, algunas con numerosos dialectos, y su presencia abarca casi todo el territorio nacional.

Ojarasca intenta ser una publicación de calidad dedicada centralmente a los pueblos originarios, sus culturas, lenguas y luchas presentes. No existía entonces, ni existe ahora, otro medio con esta orientación. Durante los primeros dos años nuestro nombre fue México Indigena, heredado de la revista fundada años atrás por el escritor Juan Rulfo para el Instituto Nacional Indígenista. Siendo la nuestra una publicación independiente, y para evitar asociaciones equívocas con las instituciones, en 1991 adoptamos el nombre actual.

Seguir, documentar y acompañar los movimientos indígenas de México, y por extensión los del hemisferio americano, es nuestra razón de ser. Servir de foro a los debates y las voces de los autores indígenas: intelectuales, autoridades comunitarias, dirigentes, observadores y los pueblos mismos.

Al inicio de la década pasada, la "cuestión indígena" se encontraba en el olvido, rezagada, o bien funcionalizada por los gobiernos. La opinión pública desconocía las condiciones de desigualdad en que vivían, y viven, nuestros pueblos originarios, así como la creciente fortaleza de las nuevas generaciones indígenas y sus organizaciones.

Pronto, Ojarasca se convirtió en referente, adelantándose a lo que saltaría poderosamente al primer plano nacional e internacional en 1994 con el alzamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional en el estado de Chiapas. Ya para entonces la situación indígena de Chiapas, como la de Oaxaca, Guerrero, Puebla, Veracruz, Hidalgo, Tabasco, Jalisco, etcétera, se describía, discutía y reflejaba en nuestras páginas, por donde han pasado temas torales de la materia cuya vigencia ha crecido con el tiempo. Gracias a nuestra red de colaboradores, solemos adelantar lo que será importante. Un ejemplo: la autonomía indígena se debatía en Ojarasca desde 1990 (seis años antes de los dialógos de San Andrés), con la participación de etnólogos y los principales analistas y dirigentes comunitarios. Hoy la autonomía indígena se describe y critica como hecho consumado y en progreso.

Ojarasca fue también el primer medio mexicano que entrevistó, hace más de una década, a voceros indígenas como Evo Morales de Bolivia, y Luis Macas de Ecuador. Con los años, ambos se han convertido en líderes nacionales y figuras claves en las transformación democrática de sus países.

Un ejemplo más: en tiempos recientes, el escritor Carlos Montemayor ha presentado en nuestro diario textos de los más importantes poetas indios de México y Latinoamérica, como parte del plausible proceso de articulación de un "canon literario" para las letras indias. Casi todos los autores antologados por Montemayor ya eran conocidos por los lectores de Ojarasca. Hoy seguimos dando a conocer los nuevos autores, los escritores indígenas del futuro.

Tras el levantamiento de Chiapas y la consolidación de los movimientos indígenas nacionales, seguimos acompañándolos en su paso al centro de la discusión política. Entonces se confirmó que nunca más habría un México sin los pueblos indios.

La Jornada define su vocación informativa estableciendo un claro compromiso con las luchas populares de México y el mundo, así que le resultó natural adoptar a Ojarasca como uno de sus suplementos, hace ya ocho años. Desde entonces, la publicación se ha convertido en referente internacional, gracias a la difusión impresa y por vía internet de nuestro diario. Hoy nos leen miles de personas, comunidades y organizaciones en todo el país, así como en Europa, América Latina, Estados Unidos y Canadá. Podemos decir que nuestros corresponsales son los propios movimientos. Los materiales se reproducen en numerosos portales web del mundo, y con frecuencia se traducen inmediatamente a otras lenguas.

Uno de los fenómenos culturales más importantes de la actualidad, la aparición de las literaturas en lengua indígena, ocupa un sitio permanente en nuestras páginas, que han dado a conocer poetas, narradores, ensayistas y defensores comunitarios hoy reconocidos.

Estamos en vísperas de 2006. Mucha agua ha corrido para los pueblos indios. Los Acuerdos de San Andrés, aún incumplidos, han ganado legitimidad y son un programa vivo; en ocasiones, un hecho consumado. En su ocaso, el gobierno foxista se suma a la abundante lista de administraciones paternalistas, integradoras y manipuladoras, impotentes ante la violencia racista, la miseria, el divisionismo, la migración y la violación sistemática a los derechos humanos de estos pueblos. A la par, los indígenas y sus organizaciones, con todo en contra, han crecido a tal grado que sin ellos hoy resultarían inexplicables los procesos de cambio en México, lo mismo que Bolivia, Ecuador y Guatemala.

Ojarasca documenta actualmente el avance brutal de las trasnacionales y los gobiernos neoliberales sobre los territorios ancestrales mediante leyes nuevas y viejas mañas, la cancelación de compromisos históricos del Estado mexicano, el despojo y la persecusión de los indígenas que luchan por la tierra, la ecología, la autodeterminación y la justicia.

Una característica adicional del suplemento es que cada mes abre una ventana especializada de la real dimensión indígena y popular a través de propuestas fotográficas de alta calidad, con valor histórico, y más comúnmente con pertinencia y actualidad.

Casi todos los grandes fotógrafos documentales y etnográficos de México han desfilado por éstas páginas, así como autores noveles indígenas y no indígenas (algunos ya alcanzaron reconocimiento en años posteriores), y decenas de fotógrafos clásicos del mundo entero. Adicionalmente, la mayoría de los reporteros gráficos de La Jornada (actuales y pretéritos) han publicado en nuestro suplemento series y carpetas que los confirman como lo que con justo derecho ya son: fotógrafos de primer orden.

A pesar de nuestras limitaciones, nos mantenemos un paso adelante en las cuestiones indígenas de México y el mundo, así como en los avatares de la civilización popular en todos los lugares donde progresan resistencias significtivas.

Nuestro diario cuenta con otros suplementos de punta, únicos en sus respectivas materias, que cubren aspectos claves de la nueva realidad local y global, con compromiso social e informativo. Son parte del muy original perfil de La Jornada, que a su vez genera el perfil de su público lector.

Sujeto a constante autocrítica, Ojarasca se mantiene como foro y referente en el debate indígena, que en los próximos meses de efervecencia política y electoral refrendará su incomodidad para el poder, y su importancia y urgencia en el contexto de la moderna versión de lo que Andrés Molina Enríquez llamara hace un siglo "los grandes problemas nacionales".

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