Usted está aquí: miércoles 19 de octubre de 2005 Cultura Penderecki: mi ruta siempre ha sido solitaria

Penderecki: mi ruta siempre ha sido solitaria

No intento crear obras nuevas, sino diferentes, dice el compositor polaco

PABLO ESPINOSA

Ampliar la imagen Este jueves Krzysztof Penderecki dirigir�a orquesta Sinfonia Varsovia en el contexto del Festival Internacional Cervantino, en Guanajuato FOTO Donald Lee Foto: Donald Lee

El compositor polaco Krzysz- tof Penderecki refrenda, en entrevista con La Jornada, su vocación como sinfonista y se define:

''Soy un compositor libre, he trazado siempre una ruta solitaria, apartado de los grupos y las tendencias dominantes.

''Mi intención es crear formas distintas de escritura musical. Mi búsqueda se concentra en las formas sinfónicas de gran aliento en pos no de lo nuevo, sino de lo diferente."

Penderecki (Debica, 1933) es una leyenda viviente. Encabeza la pléyade de compositores en activo que determinan el pensamiento musical de nuestro tiempo. Está en México para dirigir la orquesta polaca denominada Sinfonía Varsovia, este jueves en Guanajuato, como uno de los capítulos centrales de la versión 33 del Festival Internacional Cervantino (FIC), y el viernes, a las 20:30 horas, en la Sala de Conciertos Nezahualcóyotl de la ciudad de México (Insurgentes sur 3000, entre Rectoría y Perisur), donde pondrá en vida su Sinfonieta para arcos, además de la Sinfonía de cámara de Shostakovich y la Serenata para cuerdas de Dvorak, en un programa de privilegio y un acontecimiento cultural de grandes dimensiones.

Impresionante discografía

La obra de Penderecki es un monumento catedralicio. Música sinfónica en primer lugar, oratorios, obras de cámara y conciertos para los más variados e insólitos instrumentos en un trazo singular, personalísimo, que lo convierte en uno de los grandes autores de todos los tiempos.

Verlo dirigir su obra en México es un raro privilegio, comparable a presenciar a compositores de su talla, como Bruckner, Mahler o Sibelius, dirigiendo composiciones que con el paso de los años se convierten en referentes de la historia de la humanidad.

Su discografía es impresionante y entre los tesoros más recientes está una versión en dvd de su séptima sinfonía, titulada Las siete puertas de Jerusalén, donde él dirige su obra y se puede apreciar el más reciente de sus descubrimientos: un instrumento monumental que denominó tubáfono y que consiste en una suerte de órgano gigante y percutiente, estructurado con tubos de PVC, ésos que suelen utilizarse en las cañerías domésticas.

En visitas anteriores ha dirigido distintas orquestas, incluida la Sinfónica Nacional en Bellas Artes, a la que encabezó en una versión inolvidable de una de sus obras mayores, La Pasión según San Lucas. La vez anterior que estuvo en México fue en 1998 para dirigir la Sinfónica de Xalapa, con la que estrenó aquí su Segundo Concierto para violín.

Con ocasión de esta nueva visita, el maestro Penderecki concedió una extensa entrevista a La Jornada, que ofrecemos a continuación:

-¿Acostumbra realizar correcciones a sus partituras, por ejemplo en la Sinfonieta para arcos que trae en esta ocasión a México?

-Acostumbro hacer adiciones; nunca elimino, solamente añado música a mis composiciones que reviso. La Sinfonieta para arcos la escribí originalmente para trío de cuerdas en 1991 y después decidí escribir una versión para orquesta de cuerdas y la he dirigido por lo menos unas 100 veces; suena mejor en orquesta que en trío.

-Usted, que acostumbra dirigir sus propias obras, ¿suele también trabajar con los directores que ponen en vida sus partituras para darles indicaciones sobre cómo interpretarlas?

-Depende de la ocasión y de la obra, de manera que lo hago algunas veces, especialmente cuando son estrenos, cuando es la primera vez que se interpreta en vivo alguna de mis obras, trato de estar presente y trabajar antes con el director, pero no siempre puedo hacerlo.

Nuevas formas

-A diferencia de Mahler, Bee- thoven, Wagner, que son leyendas que ya no están en esta tierra, usted es una leyenda viva. ¿Qué opina de las versiones de otros directores de sus obras?

-Es siempre diferente, pero siempre suelen ser buenas interpretaciones. Intento siem- pre grabarlas primero para que queden como ejemplo para otros directores que quieran retomarlas, sobre todo en los conceptos de los tempi y los ataques; lo hago en especial con las obras de cierta complejidad, como el Treno por las víctimas de Hiroshima, las obras de mi primera etapa, que contienen complejidades tales como nuevas formas de notación y en un par de ocasiones he tenido que impedir a otros directores que las dirijan.

-Usted es básicamente un sinfonista, ¿qué nuevos descubrimientos ha realizado en el territorio de la sinfonía?

-He escrito siete sinfonías, completé la octava, pero la sexta no la he concluido. Para mí el máximo reto como compositor es escribir sinfonías, fue lo que más hice en los años 70, cuando el concepto avant garde estaba en boga y, por tanto, los compositores no estaban interesados en escribir sinfonías sino más bien piezas de cámara experimentales.

''De hecho cada una de mis siete sinfonías son muy distintas unas de otras. La primera es una obra muy vanguardista, la segunda la escribí un par de años después y está muy influida por mi fascinación de entonces por la música romántica antigua, que combiné con elementos del posromanticismo.

''Las siguientes sinfonías son muy complejas y me alejé por completo de los lenguajes románticos. Las sinfonías siete y ocho son sinfonías corales. La séptima se titula Las siete puertas de Jerusalén y es una suerte de oratorio sinfónico. La última, la octava, que estrené en junio es una suerte de ciclo de lieder, con poesía alemana de los siglos XIX y XX.

''Cada una es distinta en mi búsqueda de hallar nuevas posibilidades, nuevas formas. Y desde luego que cuando uno emprende una sinfonía de larga duración, de largo aliento, casi necesariamente uno tiene que acercarse a las formas sinfónicas que se utilizaron en los inicios del cultivo de la forma sinfonía, así como de los elementos del último periodo del romanticismo sinfónico.''

Bruckner, enorme sinfonista

-Gustav Mahler escribió su Octava Sinfonía aproximándose a la forma oratorio, pero en toda su producción sinfónica utilizó el lieder como elemento de construcción escritural. ¿Alguna conexión con usted?

-De hecho me siento más en conexión con Bruckner que con Mahler. Bruckner es para mí el más grande sinfonista de la historia después de Beethoven y desde luego después de Chaikovski y Sibelius. Por supuesto, admiro mucho a Mahler y sí, debo reconocer que existe una conexión entre mi música y Mahler en mi última sinfonía.

-¿Qué puntos de contacto establece con Bruckner: la orquestación masiva, la extensión?

-En cuanto a la extensión no tanto, salvo en mis sinfonías 3, 4 y 5, donde puedo reconocer plenamente que está el espíritu bruckneriano impreso en ellas.

-Bruckner aspira y toca la di-

vinidad, la música de ese autor aspira y logra lo divino, ¿usted como compositor religioso anhela lo mismo?

-Sí, porque para mí Bruckner es un autor de música religiosa sin necesidad de texto, es una música de espiritualidad muy profunda.

-¿Busca usted también conectar con lo divino mediante su música?

-Por supuesto; de hecho la mitad de toda mi obra está consagrada a la música sacra o música religiosa.

-Hay quienes se han atrevido a dictaminar el fin de la historia, el fin de la novela e inclusive el fin del formato sinfonía. ¿Está usted de acuerdo con eso?

-Para nada, solamente en el caso de que la orquesta sinfónica desaparezca como tal, desplazada por la música electrónica, pero eso no sucederá por lo menos en mi generación. Eso es seguro.

''La forma sinfonía está íntimamente conectada con el organismo llamado orquesta sinfónica. Hace cinco años estaba convencido de que el futuro de la música estaba atado a la música electrónica, pero ahora no estoy tan convencido de eso, porque continúo escribiendo sinfonías, estoy terminando una sinfonía y estoy por iniciar otra más; de hecho asistimos al renacimiento de la forma sinfonía, del oratorio e inclusive de la ópera.

''Todos esos conceptos están tomando nueva fuerza. No terminarán, eso es seguro.''

Todo se vuelca hacia la diversidad

-¿Cómo observa el panorama musical de nuestros días?

-Lo que observo es que el concepto avant garde ha llegado a su fin. Tuvo su periodo inicial en los años 50 y 60 y se consolidó en los 70 e inicios de los 80.

''Ahora todo se ha volcado hacia la diversidad. No existe algo así como un lenguaje universal común para la música. Impera la diversidad, no las similitudes. Todos tratamos de escribir cosas nuevas y de hallar distintos caminos, personales.''

-En su música hay protesta y aceptación; hace cuatro años le fue conferido el Premio Príncipe de Asturias, ¿eso confirma su compromiso social como artista?

-Siempre he procurado mi propio camino solitario. Nunca he estado conectado con ninguna escuela o movimiento. Siempre he sido un outsider, nunca he formado grupos, ni siquiera durante la época avant garde, porque inclusive mi música vanguardista es muy distinta a la del concepto común de vanguardia.

''Me siento libre de escribir lo que se me antoje, mi único compromiso con mi lenguaje musical quizá consista en nunca repetirme. Mi vida entera ha transcurrido en la búsqueda cabal, nunca he buscado hacer cosas nuevas, sino diferentes.''

-¿Cuáles son sus intereses estéticos que lo motivan hoy día?

-Mi música no experimenta cambios tan continuos como acostumbraba hacerlo hace 10 o 15 años. Ahora he decidido continuar mi interés por el cultivo de la música sacra y de hecho en este momento estoy escribiendo otra Pasión, según San Juan. También he decidido continuar mi interés por la forma sinfonía, me he propuesto por lo pronto escribir dos sinfonías más, de manera de escribir más de nueve por supuesto, pues soy supersticioso respecto de escribir nueve sinfonías.

''También he decidido continuar escribiendo música de cámara. Cada año escribo una o dos partituras de cámara. Así como también continuaré escribiendo conciertos para distintos instrumentos: viola, flauta, violín, violonchelo, piano.

''De hecho mis conciertos obedecen más a la forma sinfonía, las concibo más bien como sinfonías concertantes. Entonces, para resumir, mis intereses estéticos actuales se basan en continuar lo que he hecho hasta ahora.''

-¿Es decir, continuar pensando como sinfonista?

-Desde luego, porque yo me enamoré de las formas musicales extensas desde mi juventud. Cuando tenía 26 años empecé a escribir mi Pasión según San Lucas y así seguí escribiendo ese tipo de obras de gran formato, como algunos oratorios, hasta que descubrí la forma sinfonía un par de años después y hasta la fecha me mantengo en esa actitud estética, inclusive he añadido nuevos instrumentos, como en mi Séptima Sinfonía, Las siete puertas de Jerusalén, para la cual descubrí un nuevo instrumento, el tubáfono, por ejemplo, que resultó muy importante para enriquecer mi instrumentarium.

''De manera que mi música tiene un propósito muy claro, consistente en continuar la actitud estética y las formas musicales que emprendí hace años.''

-¿Ha vuelto a utilizar el tubáfono en nuevas partituras después de su Séptima Sinfonía?

-Lo voy a hacer en breve. En mi Pasión según San Juan utilizaré de nuevo el tubáfono. Es un instrumento maravilloso y divertido.

Búsqueda de algo diferente

-¿Se resiste a quedar como otro autor de nueve sinfonías, por su superstición de que Mahler, Beethoven, Schubert, Bruckner y Dvorak, entre otros, murieron al escribir su novena sinfonía?

-Sí, escribiré una novena sinfonía pero enseguida escribiré la décima, de hecho casi al mismo tiempo las dos, para no quedarme en nueve sinfonías. No quiero que me suceda lo que a los compositores que mencionó, que iniciaron su décima sinfonía y nunca la terminaron, porque se murieron. Quizá sí soy supersticioso, el empezar una décima sinfonía, como esos compositores que mencionó, y no terminar nunca.

-Sin embargo, Shostakovich escribió 14 sinfonías, Mozart 41, Haydn 104 y así muchos otros compositores.

-Sí, hay ejemplos de compositores que rebasaron las nueve sinfonías, sin tomar en cuenta las 41 de Mozart y las 104 de Haydn, porque en su época era más fácil escribirlas.

-¿Por qué ya no resulta tan fácil hoy día?

-Porque después de Bruckner, Mahler y Sibelius, a quien también admiro mucho, la sinfonía se convirtió en algo tan poderoso, importante y de larga duración, que hay mucho que decir en cada sinfonía, de manera que no resulta sencillo multiplicar esos esfuerzos hasta 45 sinfonías, 45 tan largos discursos de inspiración y de ideas. También que requiere mucho tiempo de escritura. Yo dedico por lo menos cinco años a la escritura de una sinfonía.

''Mi pensamiento musical es el de un sinfonista con un camino personal siempre en la búsqueda de algo diferente, no necesariamente nuevo. En eso podría resumir mi ideario estético.''

 
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