Usted está aquí: sábado 22 de octubre de 2005 Opinión Víctor M. Quintana

Víctor M. Quintana

La fecha límite impuesta por Estados Unidos es el 24 de noviembre. Si para ese día no se firma el Tratado de Libre Comercio Andino (AFTA, por sus siglas en inglés), ya no se firmará. Los grandes aliados estadunidenses en el continente, el presidente colombiano, Alvaro Uribe, y su colega peruano, el cholo Toledo, se apresuran a complacer a Washington, mientras por todos los andes emergen protestas desde abajo, desde en medio y desde arriba.

La duodécima ronda de negociaciones del AFTA, sostenida en Cartagena, alejó más a las partes. Dos siguen siendo los polos de contradicción: agricultura y propiedad intelectual, sobre todo en el asunto de los medicamentos. Los gringos, convencidos de aquello de que "la mejor defensa es el ataque", antes de escuchar las reiteradas demandas de los andinos exigen nuevas y mayores concesiones en todos los campos.

La novedad es que se han abierto grietas por el AFTA en las cúpulas de las sociedades y gobiernos andinos. En Perú varios ministros de Estado se enfrentan ante la posibilidad de un referéndum para ratificar el tratado. En Colombia, tres altos funcionarios encargados de las negociaciones de propiedad intelectual dimiten al terminar la fracasada ronda en Cartagena. Ahí mismo, el senador Jorge Robledo advierte que, de firmarse el tratado, acusará formalmente al gobierno de Uribe de traición a la patria.

La experiencia mexicana que antes era referente obligado para las redes sociales ahora también lo es para las elites. El ministro de Agricultura de Perú invita a nuestro país a dos dirigentes agrarios peruanos, el de Coveagro y el de la Asociación de Usuarios de Distritos de Riego, para conocer nuestra experiencia en el TLCAN. De nada le sirve. Ni tardo ni perezoso, el líder de Coveagro declara a su regreso que el TLCAN ha sido un fracaso para el campo mexicano, pues ha elevado a más del doble las importaciones de alimentos y ha reducido la renta de los empresarios agropecuarios mexicanos. Pide, además, que se suspendan de inmediato las negociaciones del AFTA.

También el ex ministro de Agricultura de Colombia y actual director del Banco Central de Reserva, a su regreso de México, declaró: "el ex ministro de Agricultura de México (no dijo cuál) me confesó que el TLCAN se había negociado mal".

Los indígenas latinoamericanos, por su parte, han tomado la iniciativa. Se acaba de reunir en Quito, Ecuador, el Parlamento Indígena de América, integrado por congresistas del continente. Evalúan las diferentes iniciativas de integración comercial: la Comunidad Sudamericana de Naciones, el Tratado de Libre Comercio Andino y la Alternativa Bolivariana para las Américas. Demandan que no sólo los gobiernos negocien los tratados, sino que se reconozca a la sociedad en toda su diversidad, incluidos desde luego los pueblos indios.

En tanto, las movilizaciones siguen. El lunes 10 el pueblo colombiano inicia una jornada de protestas contra el AFTA y contra la relección de Uribe.

Ya no son únicamente los productores de Salvación Agropecuaria. Ahora se suman los trabajadores de la cultura, que defienden la reserva cultural colombiana. La Organización Nacional Indígena de Colombia, que agrupa a un millón de personas de 71 etnias, denuncia "la situación de exterminio" a que están sometidos los pueblos indígenas de ese país, así como el asesinato de uno de sus miembros en el curso de una manifestación en la que participan 25 mil indígenas.

El miércoles 12 de octubre se realiza el Paro Cívico Nacional, que paraliza a toda la nación, en el que en un primer momento participan más de medio millón de personas.

El mismo día 12 toda el área andina se rebela contra la "nueva conquista" de Estados Unidos. Diversos colectivos, como la Red Colombiana de Acción frente al Libre Comercio y el ALCA, la campaña Ecuador Decide, la Campaña TLC Así No (de Perú) y el Movimiento Boliviano de Lucha contra el TLC y el ALCA, se lanzan a las calles de los cuatro países de la cordillera para rechazar la imposición del acuerdo, y expresan tanto el rechazo al mismo como la exigencia de someterlo a la decisión de los ciudadanos del área.

Ya no es sólo el rechazo al libre comercio en la región lo que se teje desde los pueblos de nuestro continente. En el seno mismo de las protestas se va construyendo desde abajo la integración de una nueva economía social, solidaria, sustentable y sin exclusiones.

 
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