Usted está aquí: sábado 22 de octubre de 2005 Sociedad y Justicia Premio a la concordia causa discordias

Premio a la concordia causa discordias

Indigna la entrega del Príncipe de Asturias a monjas que torturaron a republicanos

ARMANDO G. TEJEDA CORRESPONSAL

Madrid, 21 de octubre. El 25 aniversario de los premios Príncipe de Asturias estuvo marcado por la polémica y la indignación de los colectivos de víctimas de la dictadura de Francisco Franco.

El motivo es la concesión del galardón en el apartado de Concordia a la orden de monjas católicas Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul, quienes habrían fungido de carceleras y torturadoras durante ese régimen fascista.

La historia de esta orden religiosa se remonta a cuatro centurias atrás, si bien es hasta el siglo XIX cuando comienza su historial de carceleras, al convertirse desde entonces en las responsables de diversas galeras para mujeres.

Su labor de carceleras y ''torturadoras" floreció de nuevo con el triunfo del bando fascista tras la Guerra Civil española (1936-1939), una vez que al quedar instaurada la dictadura se convirtieron en pieza esencial del aparato represivo ideado por Franco contra la disidencia.

Un reportaje publicado en el último número de la revista Interviú define a esta orden religiosa de la siguiente manera: ''Avaricia, frialdad, egoísmo, insensibilidad ante el sufrimiento ajeno, torturadoras sicológicas. Estas son algunas de las 'virtudes' de las Hijas de la Caridad señaladas por presas políticas del franquismo".

Mano de hierro con las presas

El historiador Fernando Hernández Holgado expresó en una carta abierta su profunda indignación ante la decisión del jurado de los Príncipe de Asturias de galardonar a una orden con ese historial.

''Puedo imaginarme las caras de muchas de las mujeres mayores de 80 años que sobrevivieron a las cárceles franquistas cuando leyeron la noticia."

Hernández Holgado explica: ''Tal vez pocos sepan que dicha orden gobernó con mano de hierro las galeras o antiguas cárceles de mujeres durante el siglo XIX y comienzos del XX, hasta su expulsión por Victoria Kent, en 1931, la primera mujer directora general de prisiones de nuestro país, que las sustituyó por un cuerpo de funcionarias especializadas. Y que, acabada la guerra, el dictador Franco volvió a recurrir a ellas como carceleras en establecimientos de infausta memoria, como la prisión barcelonesa de Les Corts, Palma, Málaga, Valencia y otras muchas".

El historiador barcelonés añade: ''No fue, por otro lado, la única orden religiosa femenina que se puso al servicio de Franco. Sus compañeras, las Hijas del Buen Pastor, llegaron a administrar la cárcel madrileña de Ventas, la más poblada de la historia de España, de la que salieron las famosas Trece Rosas para ser fusiladas en agosto de 1939".

Finalmente se pregunta: ''¿Puede alguien explicarme qué tiene que ver la favorable actitud del actual gobierno socialista hacia el proceso de recuperación de memoria histórica de las víctimas del franquismo con la concesión de este premio".

Entrega de galardones

No obstante la indignación de las víctimas de la dictadura franquista, la entrega de los premios transcurrió de forma habitual, con una ceremonia solemne presidida por el príncipe Felipe, quien dio los galardones a los directores de institutos culturales europeos, distinguidos en el apartado Comunicación y Humanidades; a las bailarinas Maya Plisetskaya y Tamara Rojo, acreedoras al galardón en la categoría de Artes; al politólogo italiano Giovanni Sartori, por su contribución a las ciencias sociales; a la francesa Simone Veil, por Cooperación Internacional; a Fernando Alonso, reconocido en Deportes; al neurólogo portugués Antonio Damasio, por Investigación Científica; a la brasileña Nélida Piñón, premiada en Letras, y a las polémicas religiosas.

 
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