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24 de octubre de 2005
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GARROTES Y ZANAHORIAS

ZONA DE TOLERANCIA

El último tercio del año está marcado por preocupaciones de un regreso con fuerza de la inflación en los principales centros de la economía internacional. En Estados Unidos (EU) y la Unión Europea se han estrechado los márgenes del sistema económico para absorber o neutralizar la enorme subida de los precios del petróleo, poniendo en alerta a las autoridades responsables de conducir la política económica.

El crecimiento de los precios en EU observó en septiembre su mayor repunte mensual desde 1980. El incremento de 1.2 por ciento en un solo mes bastó para elevar a 4.7 por ciento la tasa de inflación interanual, que ya es la más alta de los últimos 15 años. Tanto en el sector manufacturero como en los servicios y la agricultura, los índices de precios de los insumos registraron en ese mes subidas históricas, claro indicio de que las presiones inflacionarias están actuando hacia arriba de la cadena de producción. El precio de la energía subió 12 por ciento en septiembre, acumulando un alza de 67 por ciento en lo que va del año.

Integrantes prominentes del Comité Federal de Mercado Abierto de la Reserva Federal consideran que la situación es muy inquietante, lo que habrá de conducir inevitablemente a endurecer las políticas monetarias. Richard Fisher (presidente de la Fed de Dallas) considera que la inflación ya se encuentra al borde de la "zona de tolerancia". Anthony Santomero (Fed de Filadelfia) cree que serán necesarios nuevos y más pronunciados aumentos de las tasas de interés. William Poole (Fed de San Luis) opina que el precio del dinero en EU deberá incrementarse al menos medio punto porcentual entre esta fecha y el próximo fin de año.

En la llamada zona euro, donde la producción está empezando a mostrar indicios firmes de reanimación, las tensiones inflacionarias se manifiestan en un contexto de gran liquidez, en el que los aumentos del precio de la energía repercuten de manera más durable en el conjunto del sistema económico. El aumento general de precios en septiembre fue de 2.5 por ciento, muy superior al objetivo de 2 por ciento establecido por el Banco Central Europeo (BCE), además de ser el más elevado desde abril de 2004. Esta aceleración de los precios es atribuida casi totalmente al alza de los costos de la energía. No obstante, la inflación subyacente se mantiene relativamente moderada en la zona euro, con una tasa de 1.3 por ciento en septiembre.

También los responsables del BCE están preocupados. Jean-Claude Trichet, su presidente, dice que "es necesaria una fuerte vigilancia, pues los riesgos inflacionarios están creciendo claramente". Tal pronunciamiento indica algo más que un endurecimiento del discurso de la máxima autoridad monetaria europea. Algunos expertos internacionales lo interpretan como una advertencia de que la política de tasas de interés del BCE, institución que hasta ahora ha sido muy reticente a alterar el precio del crédito para influir en la dinámica coyuntural de la economía, podría dar un giro que la ponga más en sintonía con la de EU.

Una cosa es cierta. El probable endurecimiento de la política monetaria de los dos principales centros de la economía mundial proyecta un entorno internacional restrictivo, cuya final configuración daría al traste con los esfuerzos de numerosos países empeñados en consolidar procesos de recuperación o de expansión económica. Para México, desde luego, este endurecimiento de las condiciones monetarias internacionales no es buena noticia. Su mera posibilidad plantea la necesidad de prever cambios sustanciales en la orientación de la política financiera, que irremediablemente se tornará más astringente  §

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