A 40 años del asalto al cuartel de Madera, las mujeres invisibles

-- Las gestas históricas se escriben en neutro masculino
-- En la historia oficial una que otra
-- En la historia popular mujeres mito, sin nombre y sin rostro

Alma Gómez Caballero*

UNA BREVE CRTONOLOGÍA QUE ENMARCA:Madera 1965: las causas

En la madrugada del 23 de septiembre de 1965 un grupo de trece guerrilleros asaltó el cuartel militar de Madera, Chihuahua. Los participantes eran dirigentes del movimiento campesino, estudiantil y magisterial  que se desarrolló en Chihuahua y el norte de Durango, en los años sesentas.

Tomaron las armas porque la explotación, la miseria, el autoritarismo y la represión hacían necesaria la transformación radical del país. Pretendían edificar una nueva sociedad en la que no hubiera explotación, injusticia, miseria, ignorancia, ni insalubridad a través de iniciar el núcleo y las acciones guerrilleras,  reconstruir los movimientos obrero y campesino y unificar a la izquierda para crear un frente democrático nacional que derrocara el régimen capitalista.

Después de dos o tres horas de tiroteo murieron ocho guerrilleros y cinco soldados, además 13 soldados resultaron heridos.

Los soldados fueron sepultados con honores y bendiciones del cura, quien se las negó a los guerrilleros. Por órdenes del gobernador, general Práxedes Giner Durán, los guerrilleros fueron sepultados en una fosa común sin ataúd; él expresó ¿Querían tierra? ¡Dénles tierra hasta que se harten¡

En los años posteriores se constituye un nuevo grupo guerrillero encabezado por Oscar González Eguiarte, queman un aserradero en Tomochi,  que explotaba de manera irracional el bosque y cometía innumerables abusos con la población, son perseguidos por el ejército, detenidos y fusilados en 1968 en Tezopaco, Sonora


La humanidad ha dado un salto sorprendente en el desarrollo de la ciencia y la tecnología. Los conocimientos y enfoques aumentan a ritmo vertiginoso. La dirección del conocimiento se modifica al ritmo de lo que acontece en la sociedad.

Cómo y qué estudiamos del presente y del pasado se cuestiona por lo que sucede  alrededor. El hacer social hace cambiar los rumbos, herramientas y enfoques para que la sociedad se comprenda a sí misma. Vemos o ignoramos a las personas, las circunstancias y las cosas según la importancia que les damos en la mente, es decir, según los presupuestos con los cuales abordamos el mundo que nos rodea.

Determinar que el niño no es un adulto chiquito, abrió la posibilidad de que se desarrollara la paidología, la pediatría, la pedagogía, etcétera. En el otro extremo de la vida, con los adultos mayores o en plenitud sucede lo mismo. Reconocer que hay personas con capacidades diferentes, plenas de derechos y discriminadas ha promovido nuevos enfoques y campos de acción de la ciencia, la política, el deporte y el urbanismo.

Lo mismo aconteció en los años 70 del siglo XX con el movimiento de las mujeres que impulsó una cantidad sin precedente de trabajos sobre nosotras y se emprendió, en cada disciplina, el estudio de los sesgos que nos habían vuelto invisibles o insignificantes y los límites que ello establecía a los conocimientos elaborados

En el campo de la historia se plantea el problema de saber cuanto hemos contribuido las mujeres a los cambios sociales. Si somos sujetas de la historia. Repasando la historia oficial apreciamos cuántas mujeres aparecen en ella. En la conquista La Malinche, expuesta como símbolo de la “traición” a lo nuestro. En la independencia Doña Josefa Ortiz de Domínguez y Leona Vicario; en la Revolución, Carmen Serdán y ahora si, muchas mujeres: Adelita, que hasta estatua tiene en la ciudad de Chihuahua,  ValentinaLa Generala, La Cucaracha, Juana Gallo, Marieta. Mujeres sin nombre, mujeres sin rostro, sin historia personal. Todas y ninguna. Invisibles.

Esta ausencia tiene varias explicaciones: puede ser que la mitad de la población ha permanecido al margen de las transformaciones sociales o que la representación del ser humano ha sido canalizada hacia un masculino construido como universal, relegando lo femenino. Desdeñadas como agentes del cambio social.

Las mujeres representamos la mitad de la población y hemos acumulado, en tal sentido, la mitad de la experiencia del mundo, sin embargo  no tenemos ni voz ni voto para definir la orientación del saber. Las instituciones imponen los paradigmas de una especialidad y legitiman ciertos temas en detrimento de otros perpetuando una noción del saber en términos masculinos y un conocimiento fragmentario, discontinuo.

En la mente del investigador que aborda el hacer social, las mujeres no existimos por nosotras mismas. Este juicio de valor opera inconscientemente, filtra los hechos, sin retener lo que concierne a las mujeres o relegándolas a segundo plano, los mecanismos mentales que le impiden tomar en cuenta a las mujeres producen un conocimiento, a la vez truncado y sesgado.

Decía Peggy McIntosh que “Si se aspira enseñar sobre la raza humana sin saber nada sobre la mitad de esta raza, no se puede realmente pretender que sabemos y podemos enseñar respecto a la raza humana1”.

Lo mismo acontece con los hechos que hoy nos ocupan.

Durante los últimos cuarenta años hemos hablado con orgullo de nuestros muertos, los hemos calificado como revolucionarios, la escala máxima de la especie humana;    mantenido vivo su recuerdo, pregonado las motivaciones y justeza de su lucha, el análisis de su pensamiento a la luz de la teoría revolucionaria, su ubicación en el contexto mundial y latinoamericano, la trascendencia de su lucha en el México actual, el legado histórico que dejaron, su inserción en la modernidad a través del Internet, etcétera.
Hemos celebrado a los sobrevivientes, reconocido a los actores de la etapa que precedió al ataque, a los que han escrito, pintado y cantado la gesta  pero las mujeres somos invisibles en esta historia.

mujeres de los guerrilleros
En los años setentas la secundaria Genaro Vazquez de la Colonia Francisco Villa de Chihuahua en cada graduacion invitaba a los familiares de los guerrilleros caidos en Madera, Tezopaco, 15 de enero en Chihuahua. De izquierda a Derecha: Manuel Sandoval y Consuelo

Doña Herculana Adame no es sólo la madre abnegada y amorosa de Matías2. Es la mujer conciente que le grita a su hijo preso por participar en las invasiones de tierra  ¡Hijo, primero muerto que dejar de ser hombre!  Es la mujer que con lenguaje claro, profundo y vehemente hablaba en aquel mitin en Saucillo3 en 1964, explicando cómo las/os campesinas/os producían riqueza con su trabajo en la tierras de los latifundistas, mientras éstos se coluden con autoridades, policía e iglesia para mantener su poder contra los más pobres. En ese mitin las estudiantes de la Normal Rural para mujeres Ricardo Flores Magón, fuimos agredidas con huevos, palos, víboras y gases, por una turba de jóvenes envenenados por el clero y los caciques.

Las y los estudiantes de las normales rural de Salaices, Saucillo y del Estado participábamos en las invasiones de tierra junto a los campesinos y en las protestas contra la intolerancia, rigidez, autoritarismo y represión de los gobiernos, sistemas educativos y medios de comunicación. Nos solidarizábamos con la Revolución Cubana que sufría los embates de EU. También exigíamos: plazas para maestras/os, becas, internados, seguridad social para las/os maestras/os estatales y democracia sindical. 

¿Quién habla de Doña Albertina Gaytán Aguirre? mujer campesina que no sólo es la madre de Antonio y Lupito Scobel, uno muerto en Madera y el otro fusilado por el ejército en Tezopaco, Sonora en 1968, sino que además acompañó la lucha de los pobladores de Cebadilla de Dolores, del Municipio de Madera, por la tierra, la democracia y la dignidad, junto con Doña Aurelia Aguirre Ramos madre de Salomón y Juan Antonio4.

En esos años los pobladores de la sierra de Chihuahua sufrían condiciones de vida parecidas al porfiriato: autoridades eternas, como el presidente seccional de Cebadilla que tenía 18 años en el cargo;  despojo de las tierras a los rancheros y quema de sus ranchos y cosechas; represión, azotes, robos, asesinatos,  prisión a los rancheros y  campesinos solicitantes de tierras y violación a las mujeres.

Doña Elodia García, madre de Arturo y Emilio5, que no quiso identificar el cadáver de Arturo para que siguiera cabalgando y ganando batallas como el Cid, después de muerto. Doña Elodia buscó junto con otras madres a Jacobo, su otro hijo,  desaparecido en 1974 y acompañó en el exilio a Lolita y Amalia, sus hijas presas por participar en la guerrilla de los setenta.

Doña Loreto Ramírez Uranga, mi abuela, mujer humilde, campesina analfabeta que se vanagloriaba de que su hijo Pablo6 murió luchando por lo que creía.

Doña Consuelo Salinas Domínguez, que en silencio, con entereza y orgullo sobrellevó la muerte de Oscar7, posteriormente la lesión de Héctor en la agresión de los rurales a una manifestación, mejor conocida como la Batalla del Chuvíscar8, que a decir de la gente fue la única que ganó Práxedes Giner9 en su vida de general. Por si fuera poco la muerte accidental de Jaime, que empezaba a destacar en la lucha política. Doña Consuelo tuvo oportunidad de irse del país, buscar la seguridad para su familia y decidió quedarse en México, le apostaron a la educación, que en esos años significaba participación política y represión.

Doña Carmen Torres Olivas, mujer templada que le daba a Ramón10 una gran fuerza moral, le decía que no cambiara sus convicciones y que luchara por ellas a costa de lo que fuera.

Quien conoció a Doña Refugio Pedroza Reyes, madre de Miguel11 sabe que las cualidades que lo distinguieron: amor al conocimiento,  humildad, dedicación, cultura, modestia, responsabilidad, son fruto de su ejemplo.

Doña Celestina Hernández, madre de Florencio Lugo, sobreviviente herido en el asalto, que en silencio, orgullosa, sufrió posteriormente la clandestinidad y prisión de su hijo en Lecumberri y Santa Martha Acatitla.

¡Que difícil decisión tomó mi padre para dejar a su esposa, sus cinco hijos, su profesión y  tomar las armas! Yo misma me he preguntado las razones. Fue la fuerza de sus convicciones y el deseo de dejarnos un mundo mejor, pero además su decisión estuvo fundada en la certeza de que tenía por esposa a una mujer inteligente, valiente y rebelde, en quien podía dejar no sólo la responsabilidad de nuestro futuro, sino la continuidad de su lucha.

Y así fue, Doña Alma Caballero Talamantes12, cumplió no sólo como madre, sino que alentó y apoyó nuestra autonomía y participación política; resistió con entereza su secuestro en manos de la Brigada Blanca; luchó por mi libertad en los años que permanecí en Santa Martha Acatitla por pertenecer al Movimiento de Acción Revolucionaria; fundó escuelas en colonias proletarias, la Francisco Villa y la Salvador Allende; fue maestra disidente y sigue pendiente de lo que acontece en el país para seguir luchando.

El movimiento campesino, estudiantil y magisterial de los años sesenta tuvo en sus filas a decenas de mujeres que participaron libre y conscientemente en la toma de decisiones, en los encuentros, las marchas, las protestas, las invasiones. Mujeres organizadoras, mensajeras, dirigentes,  proveedoras. Algunas encarceladas, pero todas dejamos constancia de nuestro  derecho a ser agentes de la historia: Glicelba Morales, Estela Salado, Mélida y Carmen Terrazas, Guadalupe Jacott, Clara Elena Gutiérrez, Silvina Rodríguez, Rosalba y Nereida Abarca, Lucila Ochoa, Trinidad Erives, Amparo Osollo, Lucina Alvarado, Socorro Olivas, Marcia Moreno, Manuelita Elias, María Elena Jara, Francisca y Margarita Urías, Irma Campos,  Dolores Carrasco, Gloria Juárez, Martha Cecilia Ornelas y tantas más.

Judith Reyes, que escribió con su participación la historia y también la cantó. Militante de las luchas agrarias en Chihuahua y del Frente Electoral el Pueblo. Compositora y cantante a través del corrido como manifestación artística contra la opresión.

Belem Millán, que en abril de 1965 en Zaragoza, en viernes santo, enfrentó con su esposo Secundino López e hijos a un grupo de ricos y autoridades, armados hasta los dientes, que dinamitaron y quemaron su casa para presionarlos  a que dejaran la tierra que desde años atrás cultivaban. Belem o la tía, como le decíamos cariñosamente los clandestinos de las organizaciones armadas de los años setenta, en cuya casa encontramos siempre un lugar dónde dormir y un plato de comida en la mesa.

Estela Quiñones, Evangelina Prieto, Rosa Ornelas, Alma Caballero y yo, que rodeadas y encañonadas por los soldados, en noviembre de 1965 limpiamos y pusimos flores en la tumba de los guerrilleros.

Después del 65 las historias de lucha y rebeldía continuaron y ahí estuvieron otras mujeres: Gloria Ponce13, Laurita Saldívar14, Alicia Merino15, todas doñas, vestidas de dignidad, madres del nuevo amanecer.

Queda como paradoja que Giner sí nos vio, cuando expresó "Para qué quieren internados las estudiantes si les gusta irse a dormir al campo con los campesinos" y en referencia a las maestras que luchaban por mejores condiciones de vida y de trabajo  "Las maestras nos piden permiso con goce de sueldo a cada rato, para tener sus hijos... legítimos o ilegítimos, que de los dos les gusta tener..."

Es tiempo de reexaminar este proceso de la historia desde el punto de vista de las mujeres y su participación y hacer como las feministas parisinas que en 1970 llegaron en procesión ante el Arco del Triunfo para depositar una ofrenda floral “a la mujer del soldado desconocido”, reconociendo que cuando los hombres se van a las trincheras se abren para las mujeres espacios de libertad y responsabilidad, que hemos llenado cumplidamente.

A cuarenta años del asalto al cuartel militar, es tiempo de recuperar las historias de  las mujeres que dejaron sus tradicionales espacios y tareas para construir otro futuro.

Madres que alimentaron y militaron; esposas que amaron y organizaron, hermanas que protegieron y protestaron, compañeras que lloraron y agitaron.

Es tiempo de las Mujeres de Madera.

Chihuahua, Chih a 21 de septiembre de 2005

 
madres de los guerrilleros
De izquierda a Derecha: Manuel Sandoval y Consuelo Salinas, padres de Oscar Sandoval; Elodia Gamiz madre de Arturo, Emilio, Jacobo, Amalia y Dolores Gamiz; Alma Caballero Talamantes esposa de Pablo Gomez.

1 Citado por Anne Pérotin-Dumon en El género en la Historia, publicación del Institute of Latin American Studies, University of London.

2 José Juan Fernández Adame sobreviviente del asalto

3 Saucillo, ahora ciudad, cabecera del municipio del mismo nombre en el centro sur del Estado de Chihuahua.

4 Salomón  y Juan Antonio Gaytán Aguirre, uno muerto en Madera y el otro  fusilado por el ejército en Tezopaco, Sonora en 1968, respectivamente.

5 Arturo y Emilio Gámiz García, muertos en el asalto al cuartel

6 Pablo Gómez Ramírez, maestro normalista y doctor, muerto en el asalto al cuartel.

7 Oscar Sandoval Salinas, muerto en el asalto.

8 Batalla del Chuvíscar. Represión de la policía estatal, conocida como Rurales, a una manifestación de maestras/os y estudiantes en el puente sobre el Río Chuvíscar de la ciudad de Chihuahua.

9 Práxedes Giner Durán, gobernador del Estado de Chihuahua 1964-70. Veterano de la Revolución.

10 Ramón Mendoza Torres sobreviviente del asalto

11 Miguel Quiñones Pedroza, maestro egresado de la Normal Rural de Salaices, muerto en el asalto al cuartel.

12 Esposa de Pablo Gómez Ramírez, muerto en el asalto al cuartel.

13 Madre de Carlos Armendáriz Ponce, muerto en un enfrentamiento con el ejército en 1968, en la Sierra de Chihuahua y de Minerva Armendáriz Ponce, presa política en el Tribunal para menores de la ciudad de México en 1973 por participar en el Movimiento de Acción Revolucionaria, MAR.

14 Madre de Javier Gaytán Saldívar desaparecido en 1974.

15 Madre de Alicia De los Ríos Merino, desaparecida en 1978.

* Intervención en el panel México en el Siglo XXI a 40 años del asalto al cuartel de Madera el 23 de septiembre de 1965, organizado por el Comité Primeros Vientos, del cual es integrante, en el Paraninfo de la Universidad Autónoma de Chihuahua. Este comitéestá formado por familiares, participantes, amigos y simpatizantes de los guerrilleros muertos en el Asalto al Cuartel Militar de la ciudad de Madera  el 23 de septiembre de 1965 y de la guerrilla de 1968 en Chihuahua. Desde su formación en 1995 ha promovido espacios de información, debate, análisis, conservación y difusión del  patrimonio cultural del movimiento político  social de la década de los 50-60 que desembocó en el asalto al Cuartel Militar de Madera,  Chihuahua.  Mantiene una página en Internet  www.madera1965.com.mx

 

Guerrilleros muertos el 23 de septiembre de 1965

Antonio Scobel Gaytán, campesino, 23 años.
Arturo Gámiz García, maestro, 25 años
Emilio Gámiz García, estudiante, 20 años
Miguel Quiñones Pedroza, maestro, 22 años
Oscar Sandoval Salinas, estudiante, 20 años
Pablo Gómez Ramírez, maestro y doctor, 39 años, Casado con cinco hij@s
Rafael Martínez Valdivia, maestro, 21 años
Salomón Gaytán Aguirre, campesino, 23 años

Sobrevivientes del asalto

Guadalupe Scobell Gaytán, se incorpora con Oscar González a la guerrilla en 1968 y muere fusilado por el ejército en Tezopaco, Sonora.
Ramón Mendoza Torres, es detenido junto con Oscar González, preso en las Islas Marías de donde se fuga.
Florencio Lugo Hernández, se incorpora a la guerrilla urbana, es detenido y pasa años en la cárcel. Escribe dos libros testimoniales.
José Juan Fernández Adame, dirige grupos de solicitantes de tierras en Tamaulipas y San Luis Potosí. Muere en 2004.
Francisco Ornelas Gómez, maestro jubilado, escribe Sueños de Libertad.

Guerrilleros muertos en 1968

Carlos Armendáriz Ponce, estudiante, 17 años. En enfrentamiento
Juan Antonio Gaytán Aguirre, campesino. Fusilado
Carlos González Eguiarte, estudiante de Economía de la UNAM. Fusilado


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