Usted está aquí: lunes 14 de noviembre de 2005 Política Desorden legal e inseguridad minan el desarrollo del agro

Entrevista a FRANCISCO MAYORGA CASTAÑEDA, TITULAR DE LA SAGARPA

Desorden legal e inseguridad minan el desarrollo del agro

Su impulso, responsabilidad de todos los niveles de gobierno, dice

La falta de un estado de derecho frena las inversiones; robo de maquinaria, secuestros e infiltración del narco son problemas que se suman a los de tenencia de la tierra y certificación, denuncia el funcionario

MATILDE PEREZ U.

Ampliar la imagen El responsable de Agricultura federal durante la conversaci�on La Jornada FOTO Mar�Mel�rez Parada Foto: Mar�Mel�rez Parada

El campo no es un lastre para el país; contribuye, aunque de forma modesta, al crecimiento, pero sus pobladores requieren otras opciones en sus regiones para tener una vida digna, asevera el titular de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa), Francisco Mayorga Castañeda.

También advierte que el desorden jurídico y el crecimiento del clima de inseguridad en el agro, por la presencia del narcotráfico y los secuestros, por ejemplo, han frenado el desarrollo de este sector, que, considera, es de seguridad nacional.

''Si no hay un principio de orden, no hay gobernabilidad ni hay forma de conducir. Cuando hay caos, conflicto permanente, se lo llevan a uno en la corriente; es el riesgo que enfrento", asienta.

Mayorga Castañeda, quien dice que llega nuevamente a "casa", ya que de 2000 a 2002 se desempeñó como director en jefe de Apoyos y Servicios a la Comercialización Agropecuaria, es originario de Guadalajara, Jalisco, y ha estado ligado al medio agropecuario. Su padre, Salvador Mayorga Cameros, fue presidente de la Confederación Nacional Ganadera y presidente de la Unión Ganadera Regional en esa entidad.

Maestro en administración de empresas por el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, Mayorga Castañeda fue presidente de la Cámara Regional de la Industria de Transformación en Jalisco, vicepresidente de la Concamin, fundador y primer presidente del Consejo Agropecuario de Jalisco y, de 1995 a 2000, secretario de Desarrollo Rural del gobierno estatal.

-Sagarpa ha enfrentado múltiples conflictos, ¿cómo los atenderá?

-Sí, hay conflictos, como el cañero, pero ha habido periodos más críticos, como los que se dieron durante la discusión de la Ley de Desarrollo Rural Sustentable y el Acuerdo Nacional para el Campo, pero se ha avanzado en el diálogo con todos: líderes de organizaciones sociales, de industriales y del sector pesca, que ha sido como el hijo errante que todavía no ha acabado de asimilarse en la secretaría. El diálogo y las propuestas son las herramientas para impulsar el potencial del campo.

-¿Y la migración? Hay abandono de muchas zonas, incluso ricas en recursos.

-El tema de la migración es un mensaje: el campo no puede sostener a 25 por ciento de la población dignamente. Si aspiramos a darle a la población rural un mejor nivel de vida tiene que haber un proceso de salida, pero no se trata de que el campesino se vaya a Estados Unidos o a los cinturones de miseria de las ciudades, sino que, desde su actividad primaria, encuentre otras fuentes de ingreso más remunerativas. Me refiero a no tener atados a los productores a las parcelas de temporal, sino buscar actividades complementarias.

-¿Se refiere a un rencauzamiento más acelerado, a un cambio cultural? ¿Cómo va a convencer a un conjunto de mentalidades, con usos y costumbres de siglos, que sólo ve como salida la migración a Estados Unidos?

-España, antes de integrarse a la Comunidad Europea, era la principal proveedora de mano de obra para varios países; lo mismo Portugal, Turquía, Grecia, y a medida que se han unido de manera solidaria a las corrientes del comercio mundial, tienen un lugar excelente. España incluso ha superado a Dinamarca en producción de cerdo. El reto de México es aprender eso; no podemos permanecer en el pasado. Hay que insertarnos en la modernidad sin perder tradiciones ni costumbres ni cultura.

EL DILEMA DE LOS SUBSIDIOS

-¿El gobierno es incapaz de atender la situación en el campo?

-No. Se trata de un cambio cultural -pero eso no está en manos de los gobiernos, porque éstos pueden dirigir, pero nunca conducen totalmente- y, además de un cambio cultural, de mentalidad de los políticos.

-¿Cambio del tejido que han sostenido con los campesinos e indígenas, con base en los fuertes contrastes socioeconómicos?

-Entramos al papel de los gobiernos en la agricultura, de los subsidios. Hemos ido generando vicios en los sistemas de apoyo. La Organización Mundial del Comercio y la OCDE han estado viendo el panorama mundial; han señalado que hay subsidios que polarizan más la situación social, otros que son más neutros, y unos más que desequilibran. El Procampo era un subsidio más o menos igualitario para no extremar las diferencias sociales, pero nos fuimos encaminando a otros que han polarizado, por ejemplo, aquellos que están ligados al volumen. Si damos el subsidio a un productor de Puebla que tiene 1.25 hectáreas no lo sacaremos de pobreza aun pagándole al triple su maíz, y si lo comparamos con un productor de tierras de riego de Sinaloa o Sonora, con mayor superficie y productividad, tiene un subsidio con el que hace un doble o triple negocio. Eso es una situación discutible.

''Pero hay bienes públicos más importantes, como la sanidad, sin la cual tendremos barreras comerciales y perderemos la posibilidad de exportación. Eso cuesta mucho dinero; hay que invertir en eso y en infraestructura.''

-¿Cuáles son las trabas que han impedido el crecimiento del campo? Cada secretario llega con mucho entusiasmo de cambios para generar el sueño del desarrollo.

-Está el tema agrario. No le hemos querido entrar a la tenencia de la tierra; es una cuestión compleja de tipo político-sociológico, pero es un ancla.

''Traemos un problema de orden que queremos que resuelva otra vez la autoridad. No queremos restricciones, pero, por ejemplo, qué pasa con los mezcaleros y agaveros, que antes tenían buenos precios y ahora se desplomaron sus ingresos porque no se respetan las normas de denominación de origen; muchos particulares y gobiernos promovieron la siembra de agave fuera de la denominación de origen y allí está el resultado.

''No hay un orden; no se atreven a tomar decisiones de no sembrar fuera de la denominación de origen o más allá de lo que la industria requiere para no saturar el mercado, como se hace en otros países. ¿A quién le toca hacer las leyes? Al Legislativo, y no me refiero sólo al federal, sino también a los estatales. No hay herramientas jurídicas para detener ese desorden.

''No queremos respetar las normas. El dicho es: 'hágase la ley mientras me conviene; el día que me limita o no está a mi favor hay que cambiarla'. Ese no es un principio de civilidad.''

LA ORBITA GUBERNAMENTAL

-¿Cuál es la capacidad del gobierno federal para poner orden y frenar o terminar con esas distorsiones?

-Es muy limitada, porque hay tres niveles de gobierno. En el tema ambiental tenemos destrucción de recursos naturales, contaminación de agua, tala clandestina, conflictos por certificación, etcétera, pero simplemente no hay agentes del Ministerio Público que den entrada a esas denuncias, porque están saturadas con otros casos y además no hay capacidad de clasificar el delito.

''En el caso de los secuestros, la gente que empieza a promover inversión o a despuntar tiene que cuidarse. Y eso no le toca al Ejecutivo.''

-¿El problema de seguridad influye en esa falta de inversión en el campo?

-Influye en la situación. He visto israelíes que empezaron a trabajar invernaderos y a los dos meses secuestraron al técnico o al inversionista. Al propietario se le impide tener armas en su casa, pero ¿y los cuernos de chivo de los narcos o de las madrinas con los que de repente nos topamos en el campo?

-¿La inseguridad es un factor no analizado suficientemente para ver que influye en la inversión y, por tanto, en las condiciones de pobreza y marginación?

-No me refiero sólo a la inseguridad, sino también a la falta de un estado de derecho; por ejemplo, si un vecino mete su vaca a pastar o tala no hay una ley, se transforma en una situación de buena relación: no se hace nada o se cae en el enfrentamiento. Si no hay un ambiente de orden ni de respeto no se puede dar inversión ni menos cooperación. La ley parece ser para el que tiene mas saliva y traga más pinole; el que empieza a destacar con su esfuerzo empieza a tener conflictos con los vecinos, porque lo amenazan o roban su maquinaria.

''En el campo ya empieza ha haber mucho robos de maquinaria; antes se dejaban las cosas y no había problemas. Hay infiltración del narco en muchas regiones, en las zonas boscosas, incendios provocados. A veces se meten en los predios a sembrar y ¿qué hace el propietario cuando ya tiene el cáncer dentro? Lo denuncia y se la juega, o se hace pato y corre el riesgo de que lo acusen de mariguanero. Ese papel no es de Sagarpa, eso toca al presidente municipal y no quiere intervenir. El clima de seguridad en el campo se ha deteriorado mucho.

-¿Por ese clima de inseguridad se ha frenado el crecimiento en el campo?

-Sí. A pesar de todo ello se ha avanzado, pero es un freno.

-¿Entonces cómo actuar, como titular de Sagarpa, en un cierre de administración con una política ya estructurada?

-Lo primero es decir las cosas y revelarlas para percatarnos de ello; invitar a cada quien a que asuma su responsabilidad; las leyes las hacen otros. Diálogo con los legisladores. Al Poder Judicial decirle que hay que meter orden en muchas cosas. El punto de partida es hablar con claridad y franqueza, y tratar de ver la realidad en su amplitud. Hay que salir al campo, ver la diferentes tonalidades, la variedad cultural y económica y, a partir de ello, avanzar.

 
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