Usted está aquí: martes 15 de noviembre de 2005 Ciencias En riesgo, el Archivo General de la Nación, alerta Helio Flores

Detectadas y clasificadas, unas 21 variedades de hongos, informa el universitario

En riesgo, el Archivo General de la Nación, alerta Helio Flores

El incremento de la humedad, propicio para la proliferación de esos organismos

Se requiere voluntad política para afrontar el problema y salvar la memoria del país, expresa el especialista

JOSE MARTIN JUAREZ SANCHEZ ESPECIAL

Ampliar la imagen La clasificaci�el acervo, una de las tareas m�importantes FOTO Carlos Cisneros Foto: Carlos Cisneros

El Archivo General de la Nación (AGN), memoria documental de la historia de México, corre el riesgo de sufrir un grave deterioro. Estudios realizados por el doctor Helio Flores Ramírez, investigador de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), junto con sus colaboradores, han detectado y clasificado la presencia de unas 21 variedades de hongos en este acervo, los cuales se desarrollarán rápidamente en el momento en que se rebase 60 por ciento de humedad en el ambiente.

Por eso, afirma categórico el investigador universitario, puede decirse que la situación del archivo es como una bomba de tiempo: en el momento en que por alguna razón se incremente la humedad -en una zona donde el manto freático está a unos cuantos metros del suelo, pues el inmueble que se está hundiendo- sobrevendrá el ataque de los hongos.

¿Qué se requiere para afrontar este problema? Flores lo precisa con sencillez y contundencia: voluntad política. La cual no ha llegado en los más de seis años transcurridos desde que se identificó la situación.

El doctor Flores Ramírez, quien tiene 38 años como académico en la Facultad de Química (FQ) de la Universidad Nacional, cuenta los pormenores de esta historia, en la que se entrelazan los caminos de la investigación científica que busca la resolución de problemas y las barreras que levanta la falta de disposición para afrontarlos.

Una húmeda cárcel

Hace 10 años, recuerda Flores en entrevista, "comenzamos a trabajar la línea de conservación de documentos en el Centro de Estudios Sobre la Universidad (CESU). Ahí encontré que teníamos un problema interesante en la UNAM en cuanto al tratamiento del papel impreso para blanquearlo. Me llamó la atención que no hubiera una metodología, algo que comprobara que ese blanqueo no lastimara a la celulosa.

"El tratamiento que se aplicaba a los documentos "daba buenos resultados en cuanto a blancura, pero encontramos que realmente degradaba mucho la celulosa, la cual es muy sensible."

A partir de ahí, el científico ofreció algunas pláticas sobre el tema y la directiva del Archivo General de la Nación se interesó por este trabajo. "El archivo trataba de introducir un sistema de aire acondicionado en sus instalaciones y me pidieron verificar las relaciones de humedad y temperatura que habían fijado quienes proyectaron esa modificación. Me di cuenta de que la situación en aquel momento (1995) era delicada, porque la compañía que iba a poner el sistema estaba especializada en hotelería, pero esto poco tenía relación con el acervo tan importante que ahí se resguarda."

El inmueble donde se ubica el AGN no fue construido con este propósito; se adaptó para este fin tras haber funcionado muchos años como cárcel (Lecumberri). Así, por ejemplo, la mayoría de las celdas estaban cubiertas con placas de hierro, que forman un sistema de humedad permanente, y sus cimientos estaban en contacto con la humedad del subsuelo, la cual es abundante, pues el edificio se ubica a unos 300 metros del antiguo Gran Canal de la ciudad de México.

"La situación resultaba muy precaria por la humedad remanente y continua, ya que la capital es un lugar bastante húmedo por su larga temporada de lluvias", apunta Flores. Cada celda se había habilitado para colocar tres estantes de libros y documentos. La parte arquitectónica después de haber sido remodelado el AGN "es muy bonita, pero una cosa es ser bonito y otra práctico o eficiente", comenta el investigador.

Aire acondicionado

En 1996 concluyó el estudio, y el doctor Flores le indicó a la entonces directora del AGN, la maestra Patricia Galeana, que no había necesidad de introducir un sistema que dañaría más el acervo. "Además, el archivo está dividido en ocho ramas que parten desde un punto central, como una estrella; cada rama presenta condiciones particulares: unas apuntan al norte, otras al sur, al sureste, etcétera; lógicamente no pueden controlarse todas en forma uniforme y la humedad que estuvimos registrando era muy alta como para meter aún más con el aire acondicionado.

"Mi preocupación surgió cuando se empezaron a analizar los documentos del acervo, porque hay algo muy importante: una infección típica de los documentos son los hongos, los cuales se desarrollan rápidamente en el momento en que se rebasa 60 por ciento de humedad en el ambiente. Hay dos maneras de eliminar hongos en documentos: alguna sustancia química, o bajar la humedad a menos de 50 por ciento, para que el hongo no ataque y se mantenga latente.

"Nos conectamos -explica el investigador- con un grupo que trabajaba en el Centro Médico Nacional Siglo XXI, en el área de micología. El problema en este caso es que tanto los hombres pueden contraer el hongo a partir de los papeles como llevarlo a éstos; hay un intercambio perjudicial. Con ellos hicimos un estudio por casi dos años (hacia 1998), con el profesor Alejandro Bonifaz y el químico farmacobiólogo Javier Araiza. Esto nos dio un avance importante; le planteamos a la directora del AGN que había una elevada presencia de hongos en el acervo (detectamos unas 21 variedades) y que incrementar la humedad, como podría ocurrir con el aire acondicionado, sería muy negativo para los documentos."

En ese entonces, reconoce, había cierta oportunidad de resolver el problema, porque el Instituto Nacional de Investigaciones Nucleares (ININ) estaba dirigido por el doctor Miguel José Yacamán y el subdirector era el doctor José Luis Galván, quien había trabajado con el doctor Helio Flores en la FQ, por lo que tenía interés en colaborar. Y nació la propuesta de acabar con los hongos en el AGN utilizando radiaciones gamma, las cuales, administradas adecuadamente, no lastiman el papel de manera considerable.

Cambio que no llegó

Tras presentar a la directora del AGN los informes correspondientes, se realizó una reunión con el director de la Facultad de Arquitectura de la UNAM, el maestro Felipe Leal, y de la FQ, el doctor Enrique Bazúa, para buscar una solución coherente. Cabe apuntar que, además, las condiciones del propio archivo representan problemas serios: el edificio se sigue hundiendo, el sistema de permeación lo mantiene húmedo, las orientaciones obligarían a manejar sección por sección, lo cual resultaría muy caro.

"Entonces se propuso lo más obvio: sacar el acervo del inmueble de Lecumberri, pues se concluyó que un archivo de tal importancia, donde está nuestra memoria como nación, debería ubicarse en un espacio con mejores condiciones para su conservación. Se propusieron lugares con mejores condiciones naturales: con mantos freáticos profundos, sitios de ambiente seco, fríos (a mayor frío, el proceso de envejecimiento se reduce)", comenta el doctor Flores.

Búnker con estabilidad
térmica, el lugar ideal

Entre los lugares alternativos se propusieron estados cercanos a la capital del país, como Querétaro e Hidalgo, que presentan mejores condiciones climáticas. Lo ideal para conservar un acervo importante es, como han hecho países como Canadá, simplemente hacer un hoyo y construir un búnker con estabilidad térmica para lo más valioso y, de acuerdo con los historiadores, clasificar lo que no sea tan importante y que puede estar en las salas de superficie.

"Nos presentamos con el secretario de Gobernación de aquel entonces, Francisco Labastida, pero no le pareció la propuesta; no consideró pertinente salir de la capital del país. Se le explicó que sería un proceso lento y gradual, además de necesario, pero ni así le interesó. Le preocupó más lo del hundimiento del inmueble y propuso que el gobierno podía donar el terreno que antes ocupaba Conafrut, en la salida a Toluca, pero ese lugar sería peor que el actual, por su densidad de tráfico, porque es más húmedo y está muy cerca de bosques en los que proliferan hongos que viven de la celulosa."

Así, la Secretaría de Gobernación paró en seco el proyecto de cambiar la sede del AGN.

En cuanto al trabajo con el ININ, señala Flores, en 2000 se analizó toda la cuestión logística para poder irradiar los libros. Sin embargo, ese año hubo cambio de dirección en el archivo, y la nueva directora ya no quiso retomar este proyecto de conservación. "Sólo nos dijeron muchas gracias, qué bien. Luego, se hicieron unas memorias con el doctor Yacamán, el doctor Bazúa y la maestra Galeana, pues ella quiso dejar asentado el esfuerzo que se generó. En ese documento se aclararon todos los resultados del estudio. Cuando estuvimos en huelga en la UNAM se suspendió el asunto, y creí que se iba a continuar después de que concluyó la huelga, pero ya no hubo interés de la directiva del AGN."

Ozono y subóxidos, otros factores de riesgo

Hace poco, apunta el investigador, hubo cierto interés de Gobernación, pero no se ha concretado nada. A pesar de ser un asunto de suma importancia, han pasado ya más de cinco años desde que se dio la última oportunidad de hacer algo. "Ya inclusive hay un nuevo director en el archivo, pero simplemente no les interesa, así de simple. La situación se mantiene, no ha habido ningún cambio. Es lamentable porque, como indiqué, se tiene una bomba de tiempo: en el momento en que por alguna razón se incremente la humedad -en una zona que se está hundiendo en el manto freático- vendrá la proliferación de hongos; además, la inestabilidad en la temperatura en el medio ambiente aumenta el deterioro en los documentos, y el ambiente que se tiene en la ciudad de México es terrible en cuanto a la presencia de ozono y subóxidos que acidifican el medio, degradando la celulosa."

Afrontar este problema es caro, reflexiona Flores, "pero por lo menos rescatar de este medio lo que sea más valioso (los documentos más importantes para la memoria nacional) considero que sí merece el esfuerzo. Pero hace falta voluntad política. Nosotros estamos preparados para aportar nuestro trabajo en cuanto se den las condiciones de enfrentar este problema".

 
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