Usted está aquí: sábado 3 de diciembre de 2005 Opinión Los rostros sufrientes de México

Miguel Concha

Los rostros sufrientes de México

Los números son signos matemáticos que denotan de manera abstracta las cantidades de las cosas, prescindiendo de sus cualidades y demás atributos que las concretizan. Aplicados a las realidades humanas resultan datos fríos que simplifican su valor y las reducen a cifras que no explican toda su complejidad. A ello se debe que en el documento final de la tercera Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, celebrada en Puebla a comienzos de 1979, los obispos católicos hayan introducido expresamente el recurso de referirse a rostros concretos de personas y grupos para hablar de la situación generalizada de pobreza extrema en el subcontinente, cualificando así también la originalidad de su enfoque.

Con la misma actitud los obispos católicos de México ilustran el dolor de "millones de hermanos y hermanas, que en el contexto de la globalizacion hoy se ven empobrecidos, marginados y excluidos" en el país, recurriendo al mismo expediente en su último Directorio de pastoral social, dado a conocer hace apenas 15 días. Por suponer un análisis honrado, ser fieles a la realidad y llevar en germen una reflexión honesta, poco común en muchos que se dicen católicos, los transcribo literalmente aquí:

a) Rostros llorosos de los niños y niñas que son golpeados; explotados al imponerles un trabajo más allá de sus fuerzas; comercializados con fines pornográficos y sexuales o para traficar sus órganos. b) Rostros inseguros de jóvenes desorientados, cargados de frustración y de miedo, quienes en sus propias comunidades no encuentran las oportunidades para desarrollarse y por consiguiente tienen que emigrar a las ciudades o al extranjero en busca de un trabajo bien remunerado. c) Rostros de mirada perdida de quienes permanecen esclavos de la droga, con sus secuelas de dolor y muerte para ellos, sus familias y sus comunidades. Son rostros que evidencian el pecado de quienes, involucrados en la producción, comercio y consumo de estupefacientes, arrancan la esperanza a las personas de cualquier clase y condición. d) Rostros sufrientes de los indígenas, que en nuestro país son más de 10 millones, y a quienes el Estado mexicano y algunos sectores de la sociedad no han reconocido plenamente sus derechos y su cultura. e) Rostros inquietos de los migrantes, que van del campo a la ciudad y de país a país, y que en su búsqueda por incorporarse a una sociedad y por cruzar las fronteras, tanto la norte como la sur, experimentan duras penalidades y un trato discriminatorio. Muchos de ellos en su intento por buscar mejores condiciones de vida enfrentan cotidianamente la muerte. f) Rostros cansados de los campesinos, la mayoría de los cuales viven en una economía de subsistencia y a quienes hoy se les desplaza de sus tierras. Esos rostros surcados por las arrugas de un trabajo arduo son uno de los juicios más severos que hoy pueden expresarse, en relación con una sociedad que intenta configurarse sólo a través del mercado.

g) Rostros desilusionados de los obreros, que en México han visto caer en los últimos 30 años el poder adquisitivo de su salario hasta en 70 por ciento. Obreros y obreras que viven, por el creciente desempleo, el peor empobrecimiento de los últimos 40 años. h) Rostros frustrados de ciudadanos y ciudadanas ante las expectativas no cumplidas de los políticos. i) Rostros desesperados de los desempleados y de quienes han tenido que engrosar las filas de la economía informal, y que día con día padecen la penuria de conseguir lo necesario para el sustento, sin ningún tipo de seguridad social. j) Rostros desafiantes de los marginados en nuestras grandes ciudades, que viven en condiciones de hacinamiento, y que enfrentan permanentemente la tentación de engrosar las filas de la economía del crimen. k) Rostros traumados de quienes son víctimas de la violencia, que como una espiral crece en nuestro México. 1) Rostros adoloridos de los discriminados sociales, de los que sufren explotación sexual y de los portadores del VIH-sida.

m) Rostros de las mujeres empobrecidas, que nos hacen afirmar con estupor la realidad de la feminización de la pobreza. Los rostros de las mujeres en las maquiladoras, cuyos derechos se violan sistemáticamente en el interior de las plantas de trabajo, provocando condiciones laborales indignas y el deterioro de la calidad de vida. n) Rostros de los adultos mayores, quienes en una economía como la actual no encuentran cabida. o) Rostros de las familias que lloran la pérdida de seres queridos, hombres y mujeres, desaparecidos políticos, luchadores sociales, que han sido víctimas del secuestro, la tortura y el encarcelamiento injusto. p) Rostros de los internos en los reclusorios, en su mayoría pobres, y muchos de ellos reclusos por delitos derivados de la ignorancia y la miseria, que viven lejos de las condiciones que les permitan una verdadera readaptación social y que sufren además la lentitud de los procesos penales, por carecer de recursos económicos para hacerlos expeditos. q) Rostros de quienes sufren persecución por defender la dignidad de quienes luchan por el cuidado de la creación y por la justicia social, y que muchas veces están abandonados y sin respaldo social en sus luchas justas.

 
Compartir la nota:

Puede compartir la nota con otros lectores usando los servicios de del.icio.us, Fresqui y menéame, o puede conocer si existe algún blog que esté haciendo referencia a la misma a través de Technorati.