Usted está aquí: lunes 12 de diciembre de 2005 Opinión Un verano con Dostoievski

Hermann Bellinghausen

Un verano con Dostoievski

¿Cabe aún esperar que se descubran "grandes escritores" completamente inéditos, desconocidos en vida, o sea conocidos por otra cosa? De hecho, un hallazgo así no ocurre, nunca fuera de las novelas y las películas. (El mismo Kafka al morir ya había publicado La metamorfosis.) Bueno, pues es el caso de un tal Leonid Tsypkin, que entre 1977 y 1980 escribió la hermosa novela sobre Dostoievski Verano en Baden-Baden y creyó llevarse el secreto a la tumba.

Tsypkin era un brillante patólogo de origen judío, progresivamente hostilizado por el régimen soviético debido a causas ni siquiera ideológicas. Nada más impensable para él que publicar su novela en el circuito oficial. Pero tampoco hizo camino hacia el samiszdat, el copioso mundo underground de la escritura en ruso que precedió al deshielo y la perestroika. Escribía por amor al arte, como se dice.

Susan Sontag diría en 2000: "La literatura de la segunda mitad del siglo XX es un campo ya muy recorrido, y parece improbable que aún queden obras maestras por descubrir en las lenguas mayores, intensamente patrulladas. No obstante, hace 10 años topé con un libro así, Verano en Baden-Baden, al que yo incluiría entre los más bellos, estimulantes y originales logros de un siglo pleno de ficción y para-ficción".

Hacia el final de su vida, Sontag había reunido una suerte de canon personal de autores, con una autoridad literaria que les daba pelea a todo el comité del Nobel y a los departamentos de literatura moderna de cualquier universidad. Gombrowicz, Rulfo, Sebald, Bernhardt, Robert Walser, Borges, Barthes, Zagajewski. Y Tsypkin. ¿Quién?

Nuestro Leonid nació en 1926 en Minsk, en una familia de científicos. Ya en los 30 su padre Boris Tsypkin fue perseguido y encarcelado un tiempo por Stalin. Cuando en 1941 el ejército alemán invadió la ciudad y desató una masacre en el gueto judío, murieron la madre, una hermana de Boris (ya tres hermanos suyos habían perecido durante el Terror) y dos sobrinos pequeños. Boris, su mujer y su hijo Leonid, de 15 años, lograron huir en un cargamento de pepinillos.

Después de la guerra los Tsypkin volvieron a Minsk. Leonid se graduó en medicina, se casó con la economista Natalya Michnikova y en 1950 les nació Mijail, su único hijo (y futuro editor). Por entonces a Stalin le dio por perseguir nuevamente a los judíos y el joven doctor Leonid se refugió en el "exilio médico" de un siquiátrico rural hasta que, muerto el tirano, obtuvo una plaza como patólogo del Instituto para la Poliomielitis y la Encefalitis de Moscú, donde realizaría estudios histológicos importantes sobre el cáncer y las virosis letales. Fue uno de los introductores de la vacuna contra la polio en la Unión Soviética.

En tanto, a la vista de nadie, profesa un amor profundo y voraz por la literatura. Primero, vía Tolstoi, y a la postre Dostoievski. La dicotomía clásica. Después de dejar a melón para irse con sandía, Leonid Tsypkin se sumerge en la obra y la vida del segundo con fruición nada académica pero muy rigurosa.

También quiso hacerse cineasta, pero nunca se postuló para la escuela de cine. Le gustaba Antonioni, no Tarkovski. Y fue fotógrafo, algo así como paisajista de Moscú y Leningrado tras la huella de Dostoievski y los pasos de sus personajes, la casa donde vivió Raskolnikov, la calle donde Sonia se prostituyó, los puentes que cruzaron todos. De hecho, precede al método narrativo de W. G. Sebald y como señala Sontag, a la prosa continua y envolvente -que seguramente no leyó- de Saramago y Bernhardt.

Desde 1960 hace poesía. Literalmente para el cajón. Encerrado en la URSS a pesar de su prestigio internacional como científico, cada vez está más "restringido" por el régimen. No logra publicar un solo poema. Hacia 1970 comienza a escribir prosa. De los tres libros que concluyó, se conoce sólo Verano en Baden-Baden (la edición española es de Seix Barral), que trata del periodo que pasó Fedor Dostoievski en ese balneario alemán, dedicado a la ruleta, el turismo modesto y el amor carnal y emocionante con su joven esposa Ana Grigoryevna.

Tsypkin relata esta historia y la suya propia tras la huella de Dostoievski en Leningrado (Petersburgo), en el diario de Ana y en la recreación vivaz y conmovedora de esas semanas que pasó la pareja en Baden-Baden un siglo antes. A deshoras siempre de su labor médica (que no era con vivos sino con autopsias y cortes de órganos), Tsypkin se sumerge en la aventura de recrear a otro y recupera su propio tiempo perdido. Aunque todo lo desmienta a su alrededor, es un hombre libre.

Intenta emigrar a fines de los años 70, pero le niegan la visa reiteradamente. Su deseo de viajar lo vuelve (más) sospechoso y, cuando su hijo Mijail logra instalarse en Estados Unidos, Leonid pierde el empleo y queda estigmatizado, suprimido en su país. Se la arregla para contrabandear el manuscrito de Verano en Baden-Baden a su hijo, y una revista rusa de Nueva York, Novaya Gazeta, empieza a publicarla por entregas el 13 de marzo de 1982. El 20 de marzo, Leonid muere súbitamente ante su escritorio en Moscú. Ese día cumple 56 años.

 
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