Usted está aquí: martes 20 de diciembre de 2005 Espectáculos En oro, plata o cuero, artesanos de Chiapas realzan la belleza del ámbar

Realizan expo-venta en el Museo Nacional de las Culturas Populares, en Coyoacán

En oro, plata o cuero, artesanos de Chiapas realzan la belleza del ámbar

Se ponen a los niños para alejar la mala vibra; hay quienes lo usan para atraer la buena suerte, explica una joven

La pieza más antigua trabajada por el hombre data de hace 30 mil años

ARTURO CRUZ BARCENAS

El ámbar de Simojovel, la gema de Chiapas, en sus colores rojo, verde, azul, anaranjado y amarillo, entre otros, trabajado en collares, pulseras, anillos o dijes, en joyas que adornan manos, cuellos, orejas, sobre todo de mujeres, pero también de hombres que quieren alejar las malas vibras (es la creencia), se muestra en una expo-venta que permanecerá hasta el 23 de diciembre en el Museo Nacional de Culturas Populares de Coyoacán.

Participan 40 artesanos dedicados al procesamiento del ámbar, que es probablemente la primera joya usada por el hombre; es una resina fosilizada proveniente de pinos o plantas leguminosas que datan de hace 40 millones de años y que con el tiempo se petrificaron formando masas irregulares y extensas dentro de estratos de arenisca y pizarras arcillosas de la edad terciaria.

Es un producto natural y no mineral que al escurrir sobre la corteza de troncos y ramas envolvió a animales y plantas pequeñas, lo cual permite disponer de información de especies ya desaparecidas.

Los griegos antiguos lo veneraron como parte de su mitología y consideraron a los insectos y otras inclusiones como un regalo de los dioses. En el siglo XVI, el físico inglés Gilbert le dio el nombre de Vis electria, denominación que inspiró la creación de la palabra electricidad.

Ornamento e instrumento de ceremonias religiosas

La pieza de ámbar más antigua trabajada por el hombre data de hace 30 mil años y se encontró en Hannover, Alemania. Descubrimientos arqueológicos en Europa central prueban que el ámbar era usado por los hombres como ornamento personal e instrumento de rituales religiosos. En la Grecia antigua, alrededor de 1600 a.C. se convirtió en un producto muy apreciado.

En México, los aztecas lo nombraron apozonalli o espuma de agua y lo usaron como adorno, al igual que los mayas. Se localiza en los municipios chiapanecos de Simojovel de Allende, Huitiupán y Totolapa. En el primero se extraen alrededor de 292 kilogramos por mes, que equivalen a 90 por ciento de la extracción del producto en el país.

A escala internacional, se localiza principalmente en Polonia, Lituania, Latvia, Alemania, Rusia y República Dominicana. Las piezas más finas en color verde provienen de Santo Domingo y Simojovel.

En Simojovel habitan tres grupos étnicos: tzotziles, tzeltales y zoques, distribuidos en 180 localidades. En esa ciudad, aproximadamente 71 por ciento de la población habita en la zona rural y, en promedio, un jefe de familia que se dedica a la extracción del ámbar tiene seis hijos y esposa. Su situación económica es precaria, ya que sus ingresos ascienden aproximadamente a 250 pesos semanales, siempre y cuando haya producción.

La extracción del ámbar se realiza principalmente de dos formas: a cielo abierto y subterránea. Una vez obtenido, el material se selecciona, limpia y pule manualmente por todos los miembros de la familia.

La talla la hacen a mano y se auxilian con madera, de cupape, jovillo y cedro. Engarzan con oro, plata o cuero. Organizados, los artesanos chiapanecos exportan sus mercancías a la Comunidad Económica Europea y a países de la cuenca del Pacífico.

En la expo instalada en el Museo Nacional de Culturas Populares, la más joven de las artesanas, Ana Deysi Pérez Jiménez, del puesto número 9, dijo que comenzó a trabajar el ámbar desde edad temprana, aleccionada por sus padres. "En Chiapas se le pone a los niños para alejar las malas vibras y el mal de ojo. Hay quienes lo utilizan para atraer la buena suerte. Aquí no vendemos caro y hay quienes han tomado cursos con polacos, quienes tienen fama de trabajar el material de manera más fina.

"Mucha gente viene, pero no compra; sólo ve", dijo. Decenas de damas visitan los locales, donde predominan los collares y dijes con ámbar de color amarillo. Una collar con grandes aros y piezas de plata es el más caro de su oferta. Cuesta mil 800 pesos. Hay quienes regatean, pero los comerciantes les señalan que es un precio justo.

Su calor relaja

Hay piezas de cien pesos, como pulseras. Los artes son de un logro sorprendente. Un par tiene la forma de una gota, de un amarillo claro, transparente. Al tacto, el ámbar es suave. "Si se frota, el calor del ámbar da la sensación de relajamiento. Tranquiliza."

En el puesto uno, en una de las esquinas, algunas joyas se distinguen por su color rojo. "No traemos del verde, que es el más caro porque es muy raro hallarlo. El más barato es el amarillo", precisó Ana Deysi Pérez, ante la mirada vigilante de su mamá.

"Todos aquí vendemos al mismo precio. Ya sabemos cuánto cuesta. Da lo mismo comprarlo aquí que en Chiapas, en Simojovel. El gobernador de Chiapas, Pablo Salazar, hizo los trámites para que viniéramos aquí a vender. Por eso damos los mismos precios", precisó.

Imaginación sin límites

La imaginación no tiene límite y las formas y amarres originan creaciones agradables a la vista. Aros, triángulos, cuadros, esferas, se colocan sobre tapetes de colores que resaltan su belleza.

"Es mejor regalarlo, para que le vaya bien a quien uno quiere. En esta época del año es el mejor obsequio, pues así se desea lo mejor de lo mejor", afirmó una dama que ya llevaba varias joyas ambarinas para dar en Navidad.

Ana Deysi destacó el trabajo de los artesanos jipitecos, quienes espontáneos mas no improvisados, manufacturan el ámbar. Recomendó, para saber si es ámbar original y no vil plástico, quemar la superficie con un cigarro encendido. "Si no es, se rayará."

Otro método es iluminarlo con una luz especial (como la usada para detectar billetes falsos). El ámbar refleja un arcoiris que ningún otro material ofrece a la vista.

Aún hay tiempo de visitar a los artesanos chiapanecos del ámbar, quienes estarán hasta el 23 de diciembre en el Museo Nacional de Culturas Populares de Coyoacán, ubicado en Hidalgo 287, colonia Del Carmen.

Un extra es la venta de café y algunas bebidas refrescantes de Chiapas, "acompañadas de pan coleto son algo muy sabroso", dijo el dependiente, ubicado cerca del local uno. La expo-venta está abierta de 10 de la mañana a nueve de la noche.

 
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