Usted está aquí: miércoles 21 de diciembre de 2005 Opinión ¿Adiós a la teoría de la conspiración?

Carlos Martínez García

¿Adiós a la teoría de la conspiración?

Es ya una tendencia clara que deja atrás los estudios ideologizados y que de antemano decidieron lo que iban a descubrir. Con aspiraciones académicas, un largo caudal de investigaciones estigmatizaron la presencia del protestantismo en México y pretendieron explicar su expansión en nuestro país como resultado de los intereses estadunidenses y de sus apoyos financieros a misioneros enviados con el fin de propagar más que una opción religiosa el inmovilismo político.

En los últimos años se han producido muchas tesis -desafortunadamente sólo disponibles en las bibliotecas de las universidades donde fueron presentadas- que podríamos citar como ejemplo de nuestra afirmación. Una generación de investigadores más interesados en tratar de entender por qué es bien recibido el protestantismo evangélico, sobre todo entre los pobres del campo y las ciudades, ha dejado atrás los esquemas preconcebidos en los años sesentas y setentas del siglo pasado. La que también podríamos denominar la teoría del Muro de las Lamentaciones (casi llorar y maldecir por el enraizamiento de un credo foráneo en tierras mexicanas) va menguando en los estudios recientes. No es casual que el nuevo enfoque se haya consolidado después de la caída del Muro de Berlín, hecho que también tuvo repercusiones políticas y metodológicas en los medios académicos y transformó los acercamientos a los distintos objetos de estudio en las ciencias sociales.

De los varios libros publicados en este año que está por concluir, resalto dos que se refieren a la misma zona: el mundo maya mexicano, y más específicamente a Chiapas, que de alguna manera es como el laboratorio de los cambios religiosos en nuestro país. Lo es por la cifras de la diversificación religiosa, más intensa que en cualquier otra parte del territorio nacional. En Chiapas, según el censo de 2000, un 64 por ciento declaró ser católico, mientras el resto de la población es protestante/evangélica, de otra religión, de ninguna, y no especificado.

Los libros son Diversidad religiosa y conflicto en Chiapas: intereses utopías y realidades, de Carolina Rivera Farfán, Miguel Lisbona Guillén, María del Carmen García Aguilar, Irene Sánchez Franco y Salvador Meza Díaz; y Protestantismo en el mundo maya contemporáneo, coordinado por Mario Humberto Ruz y Carlos Garma Navarro.

En Diversidad religiosa... los autores hacen un interesante registro panorámico de los estudios sobre el protestantismo en Chiapas. Muestran cómo las "primeras interpretaciones del cambio religioso chiapaneco estuvieron marcadas por la percepción negativa del fenómeno", debido a la identificación automática que hacían los investigadores pioneros entre cultura estadunidense y protestantismo. Cuando el grupo de investigadores encabezados por Rivera Farfán constató que tanto la llegada del protestantismo a Chiapas fue por múltiples vías y no nada más una, y que la conversión sobre todo de los indígenas a otros credos distintos del catolicismo tiene distintas causas y razones, se marca con claridad que es necesario entender el fenómeno antes que reducirlo a intereses políticos o manipulaciones foráneas. Es así que al "contextualizar los procesos de conversión religiosa y relacionarlos con otros procesos sociales más complejos, el problema de la 'penetración imperialista' deja de ser el centro de la discusión en torno al protestantismo en Chiapas... Si los incipientes estudios surgidos a tenor de la preocupación nacional por la penetración ideológica extranjerizante, ejemplificada en los ochentas por las diatribas contra el Instituto Lingüistico de Verano, fueron incapaces de demostrarla, por la heterogeneidad misma del fenómeno, los trabajos posteriores han optado, decididamente, por desmarcarse de cualquier resabio conspirativo..." Es decir, los conversos no son víctimas manipuladas desde afuera, sino actores, sujetos, que interactúan con la propuesta, la hacen suya, la adaptan y difunden.

En el libro que coordinaron Ruz y Garma se hace la misma precisión metodológica que en el anterior. Se habla de la insuficiencia de la teoría de la conspiración "para explicar un fenómeno particularmente multifocal como es el de la conversión religiosa".

En la introducción a los trabajos que componen la obra, Mario Humberto Ruz hace una observación tajante respecto a lo reduccionista que es considerar a los mayas conversos al protestantismo como seres pasivos: "... considerar tal cosa sería caer de nuevo en el error de visualizarlos como entes desprovistos de capacidad analítica y no como actores sociales de su propio destino". El libro no es de metodología, aunque la misma está implícita en los distintos trabajos que lo componen; sin embargo, quienes tienen interés en estudiar la composición del campo religioso mexicano, en especial en las zonas indígenas, podrían leerlo detenidamente y desmenuzar cómo cada uno de los investigadores se acercó a su objeto de estudio.

Fue largo el camino recorrido de la descalificación a priori del crecimiento del protestantismo a su comprensión multicausal, y este proceso deja lecciones, una de ellas es que la estigmatización simplifica un fenómeno complejo y no lo explica, sino que lo juzga de acuerdo a intereses ideológicos y políticos contraídos de antemano.

 
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