Usted está aquí: miércoles 21 de diciembre de 2005 Opinión Roncar

Javier Flores

Roncar

Ampliar la imagen Todo mundo ha roncado alguna vez en su vida FOTO Jos�arlo Gonz�z Foto: Jos�arlo Gonz�z

Roncar es un placer. Aunque hay que admitir que lo es desde el más puro individualismo. Cuando alguien dice: fulano está roncando, uno se imagina a una persona durmiendo plácidamente, tirado en una hamaca o en la cama, y quizá disfrutando de muy dulces sueños. Pero el ronquido es un sonido que rara vez percibe el que lo produce. Es una música apreciada por otros. Todos lo hemos escuchado, a veces es muy leve y tiene un ritmo perfecto, casi arrullador. Pero otras, supera al rugido de las fieras, puede ser angustiante para quien lo oye... la verdad así no se puede dormir.

El ronquido se mueve en dos dimensiones. Por un lado, puede ser la expresión de una enfermedad respiratoria o del sueño; por otra, ser generador de conflictos familiares y sociales. Hay una tercera, más o menos utópica: que no haya problema.

Los expertos no se ponen de acuerdo. Unos insisten en que se trata inequívocamente de un síntoma de alguna patología. En los últimos años se le ha tratado de asociar con deficiencias en el sueño, que durante el día se traducen en somnolencia que puede conducir a accidentes de tránsito o a trastornos cognitivos; a nivel respiratorio y cardiovascular, se le relaciona con el síndrome de apnea de sueño obstructiva y hasta con la frecuencia de ataques cardiacos. Pero otros encuentran que el ronquido no está necesariamente ligado a esos padecimientos, es decir, una persona que ronca, puede ser perfectamente sana y normal, nada más hace ruido.

El sonido se produce por la vibración de tejidos de la orofaringe durante la respiración, como la parte blanda del paladar, la úvula o campanilla y una parte de la faringe. Durante el sueño la musculatura se relaja, lo que contribuye a esas vibraciones. Generalmente se asocia con obstrucciones nasales. Es un asunto de arquitectura. Todo mundo ha roncado alguna vez en su vida.

Roncar puede ser fuente de conflictos aun en personas sanas. Imaginemos a alguien que ronca y se queda dormido en un concierto, la ópera, o en un vuelo trasatlántico, todos lo quieren matar. Ni qué decir con la pareja. Se ha estimado que 10 por ciento de los divorcios se producen por esa causa y 80 por ciento de los que no se separan, optan por dormir en cuartos separados, es como una forma de infidelidad.

Las mujeres también roncan, pero menos que los hombres. En un estudio realizado en Polonia por Zielinsky y sus colaboradores con un grupo de mil 186 personas, se observa que 27 por ciento de mujeres y 48 por ciento de hombres son roncadores habituales. La edad es un factor importante, pues ellas pasan del 15 por ciento en el grupo de edad de 38 a 39 años, a 32 por ciento en el de 50 a 59 años. En el escenario utópico que se mencionó al principio, se podría recurrir al argumento de la paciencia con la idea de formar duetos, aunque en el trabajo citado no se especifica la intensidad del sonido en decibeles que suele ser mayor en los hombres.

Además del sexo y la edad hay otros factores que influyen en el ronquido; el tabaquismo es uno de ellos, también el alcohol o el consumo de drogas, como los tranquilizantes, que al producir relajación contribuyen al escándalo. Otro elemento asociado es la obesidad, por lo que los cambios en el estilo de vida como la dieta, dejar de fumar y beber son medidas recomendadas, si no para eliminar el ruido, al menos para atenuarlo.

Se han multiplicado las ofertas de tratamientos para dejar de roncar, desde los esotéricos y naturistas, pasando por los ejercicios, hasta los dispositivos mecánicos que gentilmente -con arneses colocados en la cabeza y mandíbula- mantienen la boca del roncador cerrada. Hay otros más amables, como las tiras de plástico que usan los deportistas sobre la nariz que aumentan la eficiencia respiratoria. Otra solución es que los afectados se coloquen tapones para el oído, como los que usan los nadadores. Como puede verse, la solución es complicada.

Cuando todo ha fallado, queda la cirugía, con la que puede reducirse el tejido redundante que causa las vibraciones. Pero en noviembre de este año, un trabajo de Jones y su grupo, realizado en el hospital universitario Aintre, en Liverpool, Reino Unido, publicado en la revista Laringoscope, muestra que estos procedimientos quirúrgicos tienen una elevada proporción de fracasos y diversas complicaciones posoperatorias.

Es preferible dejar que las personas que roncan lo hagan a pierna suelta; se la pasan muy bien, a menos que los despierten.

 
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