Usted está aquí: lunes 26 de diciembre de 2005 Deportes Torrado, dispuesto a inyectar garra y espíritu ganador al Cruz Azul

Quiere un título con el club e ir al Mundial de Alemania

Torrado, dispuesto a inyectar garra y espíritu ganador al Cruz Azul

En su paso por Europa adquirió madurez y amistades que conserva

MARLENE SANTOS A.

Bien puede definirse a Gerardo Torrado como el futbolista modelo. El mediocampista de 26 años es preparado, estudioso, pero sobre todo aguerrido en la cancha.

En entrevista, habla de su trayectoria, del sueño de ir al Mundial de Alemania y admite que para el Cruz Azul el torneo Apertura 2005 no fue exitoso, pero no duda en enarbolar una nueva etapa para hacer de los Cementeros un equipo ganador.

Tras una típica reflexión de la temporada, expresó: "Mi sueño es empezar 2006 con el pie derecho: ganando. Quiero un título con La Máquina y ganar todo, empezando con la Interliga, que en lo particular me ilusiona mucho, y en la fecha 13 ir con la selección a concentrarme de lleno en lo que será la Copa del Mundo".

--¿Cómo contagiar a un plantel que a veces luce apático?

--Cruz Azul siempre tiene que salir a ganar. Debemos ser un equipo ambicioso. Aquí hay gente que motiva, como Kikín (Fonseca), como yo, y el aspecto mental también debe trabajarse día a día; saber que todos somos ganadores e integramos un grupo de calidad humana y técnica... ¡Hay que despertar eso en el equipo, ser aguerridos y ganadores!

La charla se realizó en las instalaciones de La Noria, donde Gerardo elige un lugar soleado. "Está rico el sol", dice, mientras extiende sus brazos llenos de pecas y se baja un poco los bucles de la frente para hacerse una especie de visera.

"Desde los siete años me di cuenta que el futbol era mi pasión, pero fue hasta los 15 cuando comprendí que podía resultar algo muy serio, algo para tomarse de por vida.

"Empecé como defensa, luego medio de enganche. Por lo general me mantuve ahí, en el medio campo, aunque llegué a jugar de delantero, pero siempre lo hice en la escuela para divertirme", señala.

Gerardo resalta el apoyo absoluto de sus padres en esa etapa infantil e indica que antes de tomar este deporte como profesión, a los 14 años fue a estudiar un año a Boston, Estados Unidos, tras una oferta que le hizo su padre, la cual anhelaba porque era una especie de tradición familar.

"Muchos de mis primos habían ido y si mi papá me la ofrecía, decidí aprovechar. Fue una experiencia muy buena", refiere

Pero al regreso no sólo tuvo que presentar arduos exámenes de civismo y matemáticas para revalidar cursos, sino que ya no fue admitido en las fuerzas básicas del América y, como no podía dejar de jugar, se organizó con amigos de la secundaria para participar en un torneo interclubes, mientras se afiliaba a Pumas.

En la UNAM fue seleccionado juvenil para el Mundial de Nigeria 1999, donde lo conoció Manuel Lapuente, y aparte de la experiencia propia de la competición, recibió otras lecciones:

"Salíamos a entrenar y en los trayectos veías por todos lados mucha pobreza. En Africa hay gente preparada, pero que no tiene los medios o posibilidades de progresar. Eso me hizo valorar lo que tenemos aquí. Realmente es mucho."

De Pumas salió rumbo a Europa en medio de polémica y pleitos. "Nadie lo había hecho, quizá no fue la mejor forma de irme, pero era una oportunidad importante para emigrar y cumplir el sueño de jugar en el extranjero", señala.

-¿Realmente ves al jugador mexicano sometido a contratos y reglamentos?

-Son las federaciones. En cada país se juega a distinto nivel y forma. Cada organismo maneja su futbol como quiere. En Europa existen asociaciones no sólo para proteger al jugador, sino para aumentar la justicia hacia el mismo futbolista y para los clubes.

"Y me fui (2000). Nunca había vivido solo y surgieron los detalles: lavar la ropa, hacer el aseo, mi comida, estar al pendiente de pago de luz, teléfono, agua. Es un cambio que al principio te cuesta, pero luego te enriquece y te hace una persona más responsable.

"En cuanto a estudios, recién llegado -del Tenerife- estuve de flojo, me di un año sabático, y cuando milité en El Ejido me puse a estudiar francés.

"Siempre tuve la inquietud de aprender idiomas, pero cuando me cambié al Sevilla empecé a estudiar Mercadotecnia, preferí ir a la Universidad, conocer gente de mi edad. Hoy tengo amistades que perduran y a las que no cambio por nada", anota.

Su voz adquiere un tono grave al recordar el impacto de los bombazos en Madrid en 2004. El terrorífico "11 de marzo fue lo más fuerte de mi estadía. Impactante. Saber que cualquiera podía haber ido en ese tren y nadie se imaginaba...

"El pánico posterior era normal después de ver las imágenes por televisión y los diarios. Yo mismo tuve oportunidad de mirar los destrozos", comenta.

 
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