Usted está aquí: martes 27 de diciembre de 2005 Ciencias El día después

Javier Flores

El día después

Ampliar la imagen Cerca de la Plaza Garibaldi FOTO Fabrizio Le�iez Foto: Fabrizio Le�iez

La cruda, como llamamos coloquialmente en México al conjunto de síntomas transitorios que se presentan después de la ingestión excesiva de alcohol, es algo horrible. A la sensación de malestar generalizado se suman sed infinita, dolor de cabeza, fatiga, en ocasiones temblor de las manos, calambres, nauseas, vómito, diarrea. Además del malestar físico, en lo sicológico pueden presentarse ansiedad, depresión, culpa, irritabilidad y extrema sensibilidad. Es un mal muy antiguo, que apareció el día después del contacto del primer hombre (o mujer) con el producto de la fermentación de frutos, semillas o cactos, proceso en el que se forman los alcoholes. Aunque se habla poco de ella, la cruda -también llamada resaca en español, hangover en inglés, dèboire en francés, katzenjammer en alemán y veisalgia en la terminología médica- ha acompañado a la humanidad a lo largo de su historia y quizá de la prehistoria. Algunas imágenes de esta condición aparecen en la Biblia (Isaías 5:11).

A pesar de su antigüedad y de que produce gran malestar a una parte importante de la población en el mundo entero, es poca la atención que ha recibido en los estudios científicos. Para colmo, en una fecha muy inoportuna (24 de diciembre), en la que abundan las celebraciones, el British Medical Journal informa algo que nos hace sentir peor que un pastel de tres leches después de los brindis de la noche previa: la cruda no tiene remedio. Bueno, no lo dice exactamente así. Mediante una revisión bibliográfica, que no incluye la investigación clínica, los autores del estudio -Pittler, Verster y Ernst, de las universidades de Exeter y Plymouth, en el Reino Unido- encuentran que no hay evidencia suficiente para afirmar que las intervenciones médicas empleadas hasta ahora en el tratamiento de la resaca sean útiles. Y llegan a una sorprendente conclusión: "La vía más efectiva para evitar los síntomas de la cruda (alcohol induced hangover) es practicar la abstinencia o la moderación". Quizá el artículo citado debió publicarse el 28 de diciembre (día de los Santos Inocentes) y no el 24, pues ante una afirmación de este tipo, hasta el hilo negro palidece.

Pero no todos los intentos de la ciencia por aproximarse al tema que nos ocupa son tan superficiales. En una revisión publicada en 2000, que en mi opinión es excelente, Jeffrey G. Wiese y sus colaboradores revelan una de las causas del escaso conocimiento que se tiene en el medio científico sobre este campo: mientras que entre 1965 y 1999 se publicaron más de 4 mil 700 trabajos sobre intoxicación alcohólica, sólo 108 se dirigieron al estudio de la resaca (Annals of internal medicine 132 (11): 897-902). En otras palabras, sabemos muy poco sobre la cruda y cómo tratarla.

Alteraciones

Para encontrar una cura efectiva, lo primero es saber en qué consiste el mal. El trabajo de Wiese y su grupo permite entender con mayor detalle lo que sucede a nivel orgánico. Además de los síntomas señalados al principio, durante la resaca la actividad eléctrica del cerebro (las ondas que se registran en el electroencefalograma) se torna más lenta y se presenta una alteración de las funciones viso-espaciales y cognitivas. En otras palabras, un jugador de beisbol que estuviera crudo tendría problemas para calcular la trayectoria de la pelota e inclusive para estacionar su coche; también a una persona en ese estado le resultaría más difícil aprender a resolver ecuaciones diferenciales. Por eso el día después los afectados prefieren tomar las cosas con calma, despacito. Otro aspecto es el ruido: no puede haber mayor tortura para un crudo que despertar por la alarma de un coche sin dueño, o por los gritos de los vecinos. Esto se explica porque las respuestas auditivas evocadas (que también se registran en el electroencefalograma) se encuentran aumentadas. La exposición directa al Sol también es terrible, pues se exacerban algunos de los síntomas, particularmente la jaqueca.

Uno de los efectos más importantes de la resaca ocurre en el sistema endocrino. Los niveles de varias hormonas se modifican. La ingestión de alcohol inhibe la acción de la hormona antidiurética, que normalmente actúa en el riñón, reteniendo agua y sales. Por esta razón la bebida tiene un efecto diurético, que provoca que se pierdan muchos líquidos y por lo tanto se produce deshidratación (que puede llegar a ser muy severa). Esto explica algunos de los síntomas del día siguiente, como la sequedad de las mucosas y la sed. Por este mismo mecanismo ocurre la pérdida de sales como potasio, sodio y calcio, entre otros electrolitos, que ocasiona los síntomas neuromusculares, como la sensación de hormigueo en las extremidades y el temblor.

La gente en ese estado no puede ir a trabajar, o trabaja mal. Los efectos económicos de la cruda son cuantiosos. Según Wiese, en Estados Unidos el ausentismo o el bajo rendimiento en el trabajo por esta causa representa una pérdida de 148 mil millones de dólares anuales; 2 mil millones de libras en el Reino Unido y cerca de 8 mil millones de dólares en Canadá. El caso de Finlandia es interesante, pues con una población de aproximadamente 5 millones de personas, se pierde más de un millón de días de trabajo al año por la cruda. En México, donde no somos muy adeptos a estas estimaciones y mucho menos a su precisión, al menos sabemos que los lunes ni las gallinas ponen.

Urgen soluciones

La severidad de los efectos de la resaca sobre la salud y el bienestar, así como sus costos económicos, hacen urgente encontrar soluciones, es decir, curar la cruda. Se han ensayado varios tratamientos médicos como el propranolol, el tropisetron, el ácido tolfenámico y azúcares como la glucosa y fructosa, pero Pittler y sus colegas en el British Medical Journal nos dijeron hace unos días que no sirven. Además, algunos medicamentos que se comercializan ampliamente ofreciendo el alivio, como el RU-21 y Chaser Plus, entre otros, además de su eficacia dudosa, deben tomarse con anticipación, o sea, antes de beber, como si todo mundo pudiera adivinar qué va a pasar al encontrar a unos amigos y darles el abrazo de fin de año.

Mientras la ciencia avanza, no queda más que recurrir a la sabiduría popular. Cada cultura tiene sus remedios. Además la medicina no sólo es ciencia, pues, como pensaban los antiguos, es también arte y magia. Curar la cruda no es sencillo, pues, como ya vimos, involucra factores físicos, sicológicos y medioambientales. Unas aspirinas son un buen inicio; algunas personas prefieren el Alka-Seltzer que, como sabemos, no sabemos como actúa. Un buen desayuno es esencial para mejorar el estado general. Para enfrentar la deshidratación y reponer las sales, las bebidas que usan los atletas, como el Gatorade, son recomendables, aunque algunos optan por el suero oral (dependiendo de la gravedad).

Otros siguen el principio similia similibus curentur, de Samuel Hahnemann, según el cual la enfermedad debe curarse con la misma droga que produce el daño; por eso incluyen en la cura bebidas alcohólicas, como la cerveza u otras con mayor contenido de etanol, aunque no debe olvidarse que el padre de la homeopatía se refería al empleo del veneno a bajas dosis, si no nunca terminamos. Un elemento clave del que casi nunca se habla es el ritmo, las pausas, los tiempos en el tratamiento. Un ambiente tranquilo es esencial, un trato amoroso, una siesta... Todo lo anterior me lo han platicado fuentes dignas de toda confianza.

Feliz Año Nuevo y ¡salud!

 
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