Usted está aquí: martes 27 de diciembre de 2005 Economía Casas de empeño de EU prosperan en México

Casas de empeño de EU prosperan en México

Cobran hasta 144% de interés anual; ''aquí obtenemos más rendimiento de la inversión que allá''

A pesar del surgimiento de nuevos préstamos en los años recientes, el país sigue siendo uno de los más pobres en crédito en AL

Economist Intelligence Unit /The Economist

Ampliar la imagen Una mujer es atendida por un valuador en la zona de empe�el Monte de Piedad, en el Centro Hist�o de la ciudad de M�co FOTO Cristina Rodriguez Foto: Cristina Rodriguez

Aurora Rico Torres fue anfitriona de una gran posada. Antes de comprar lo necesario para el pozole, el ponche y las piñatas, participó en otra tradición mexicana: el empeño. Una tarde reciente, la joven ama de casa acudió al Nacional Monte de Piedad para empeñar su brazalete de diamantes con valor de 3 mil pesos y unos aretes de oro para financiar la celebración. Desconcertada entre las filas reptantes de clientes, confesó: "Es mi primera vez aquí."

Y es probable que no fuera la última. Muchos estadunidenses consideran la pignoración como el último recurso para obtener un empréstito. En cambio, para millones de mexicanos necesitados de crédito es la única alternativa para obtener un préstamo.

Semejante demanda impulsa un rápido crecimiento del sector. El empeño no está controlado en México, así que no se cuenta con cifras confiables sobre el número de establecimientos. Pero hay muy pocas dudas de que las empresas nacionales se expanden en tanto compañías estadunidenses, como Mister Money-USA Inc, se adentran con fuerza al sur de la frontera.

Fort Collins, cadena con sede en Colorado que cuenta con 22 sucursales en México, planea abrir 20 más durante los próximos tres años, señala Tim Lanham, su presidente. ''Estamos creciendo en México. Los rendimientos de nuestra inversión son mejores que en Estados Unidos."

El empeño es una industria vigorosa todo el año en México, pero diciembre y enero son los meses más atareados. Es cuando los clientes empeñan artículos domésticos para pagar facturas extras. Otros peinan los pasillos de mercancía confiscada para comprar regalos navideños a precios de ganga.

Rico quedó decepcionada por los 50 dólares que obtuvo por su lote. Pero el plan de financiamiento de su fiesta es más problemático para México. La economía de la nación no crece con la rapidez necesaria para generar suficientes empleos y prosperidad para sus 105 millones de habitantes. Muchos mexicanos todavía carecen de cuentas bancarias. Menos de 15% tienen tarjetas de crédito. La décima economía del mundo funciona principalmente con efectivo.

A pesar del surgimiento de nuevos préstamos en los años recientes, México permanece como una de las naciones latinoamericanas más pobres en crédito. La escasez de financiamiento para apoyar la construcción de vivienda y empresas -y para adquirir casas- frena la economía y fomenta la evasión fiscal y la economía informal. ''Todo esto afecta al desarrollo de México y su competitividad'', dice Gustavo del Angel, profesor de economía del Centro de Investigación Económica de la ciudad de México.

Aunque muchas familias trabajadoras empeñan artículos para salir de apuros, no son solamente los pobres quienes confían en esos servicios. Sergio Becerril, comerciante joyero de la ciudad de México, reconoció que continuamente empeña diamantes para incrementar el capital de su negocio. Señaló que los bancos no darían líneas de crédito a pequeños empresarios como él. Incluso si lo hicieran, los términos serían demasiado onerosos. ''Empeñar es barato y fácil'', dice Becerril. ''Se trata de flujo de efectivo.''

Mencionada en el Antiguo Testamento, la pignoración es la forma más antigua de préstamo. Los prestatarios ofrecen en prenda joyas, herramientas o instrumentos musicales. El prestamista hace una valoración de la mercancía y de manera usual presta cerca de 50% de la cantidad en la que se vendería. El deudor acepta pagar el préstamo con intereses, usualmente en unos pocos meses, para reclamar los artículos. Si el cliente incumple con el crédito, el prestamista conserva la mercancía y la vende.

Esta práctica antigua continúa floreciendo en México. Los solicitantes no necesitan tener empleo, historia crediticia o aval. Todo lo que necesitan es algo de valor que sirva de garantía colateral. En virtud de que en México hay poca vigilancia gubernamental, los prestamistas pueden cargar lo que deseen. A pesar de eso, Lanham apunta que la tasa de interés mensual de 12% que su Mister Money exige a los clientes mexicanos, equivalente a 144% anual, es más baja que en algunos estados de EU, como Texas y Florida.

El atractivo del mercado mexicano, indica, son las quisquillosas costumbres de sus clientes. Apenas 7% de ellos dejan perder sus mercancías, comparado con 25% en EU. Indices más bajos de pérdida de artículos implican mayores ganancias para los prestamistas, quienes de manera general ganan más prestando dinero que vendiendo mercancías. Lanham comenta que los objetos que los mexicanos dejan en las casas de empeño tienden a estar en excelentes condiciones. ''Estados Unidos es una sociedad de desperdicio'', indica Lanham. ''Los mexicanos trabajan duro para obtener sus posesiones. Cuidan de ellas y quieren recuperarlas."

A pesar de que las casas de empeño se multiplican por todo México, el más antiguo y conocido es el Nacional Monte de Piedad (NMP), llamado simplemente ''el Monte'' por su legión de leales clientes. Fundada en 1775 por un magnate de la plata español para socorrer a los empobrecidos mexicanos, la institución ha crecido a 130 sucursales y 3 mil empleados. A diferencia de sus competidores, no es una organización lucrativa. Su tasa de interés anualizada de 36% es menor que la de muchas tarjetas de crédito en México.

Los clientes hacen fila afuera de la casa matriz de la institución, en un edificio colonial ubicado frente al histórico Zócalo de la capital. Adentro, imponentes pilares, altos techos con vitrales y pórticos con bajorrelieves otorgan un aire de altas finanzas a las transacciones, las cuales promedian poco más de mil pesos cada una.

La muchedumbre de una reciente tarde de diciembre constituía una sección representativa de México: abuelas en batas de casa, estudiantes con mochilas y anillos ombligueros, madres con bebés en brazos, oficinistas de traje y obreros con botas de trabajo estropeadas y pantalones salpicados de pintura. Algunos sólo habían llegado para admirar el fastuoso nacimiento en el vestíbulo principal.

Muchos, como Rosaneli Beltrán, necesitaban efectivo. El NMP presta sobre casi cualquier posesión, con excepción de ganado, alimentos, armas y artículos que con frecuencia son robados, como autopartes. Pero las joyas son el objeto que se empeña de manera común y la única mercancía que se acepta en la casa matriz del centro. Beltrán empeñó algunas baratijas para comprar presentes navideños y para engalanar la mesa con platillos tan especiales como el pozole.

''Mi pequeño salario no alcanzaría en esta época del año'', expresó Beltrán, quien trabaja de secretaria. Este año el NMP prestará más de 700 mdd a 6 millones de clientes, informó Javier Vélez Bautista, director general de la casa de empeño. Las ganancias, una vez descontado el costo de operación, son distribuidas anualmente en acciones de caridad. Para Vélez, ''no hay otra institución financiera que sea tan importante para los pobres en México''. Es cierto: en diciembre de 1997, una huelga de cinco meses y medio que estalló el sindicato de trabajadores causó tantas dificultades que el gobierno de la ciudad intervino para resolverla.

Las anuales prisas navideñas provocan que los empleados de la casa de empeños, entre ellos el valuador José Luis Medina, trabajen más duro que los duendes de Santa Claus. No menos de 250 esperanzadas personas transitan cada día hacia la estrecha ventana de Medina, sujetando nerviosamente anillos de diamantes, cadenas de oro, medallas religiosas y relojes. Los clientes observan mientras él examina, pesa la mercancía y pronuncia la oferta. Muchas transacciones requieren menos de un minuto. Algunos clientes ruegan por unos pesos más. El cortés y bien vestido Medina no parece preocuparse. ''Trato de darles un poco más si puedo'', dijo. ''En especial a mis clientes habituales".

A pesar de las largas filas y de las cortas horas, el Monte ha desarrollado una devoción similar al culto entre clientes de toda la vida como Ofelia Pérez, de 56 años, quien no ha tenido un trabajo estable desde que perdió su empleo de secretaria, hace 15 años. Ella trabaja de manera esporádica limpiando casas. Mientras sostiene un puñado de fichas de préstamo, Ofelia dice que ha perdido la cuenta de las veces que ha empeñado sus joyas. Al aproximarse la Navidad, dice, la necesidad es mayor que nunca.

''Doy gracias a Dios por este lugar'', manifiesta. ''Nosotros los pobres no tenemos otro sitio al que acudir."

FUENTE: EIU

 
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