Usted está aquí: jueves 29 de diciembre de 2005 Opinión MEXICO SA

MEXICO SA

Carlos Fernández-Vega

Sedeso reconoce la desigualdad de ingresos evidente para todos

En ese problema social, México ocupa el séptimo lugar entre 18 países latinoamericanos

COMO ACTO DE contrición -total ya se van a la campaña-, la Secretaría de Desarrollo Social admite que, de acuerdo con el índice Gini, México "se caracteriza por una marcada desigualdad en la distribución de los ingresos, y que en este sentido el país ocupa el séptimo lugar entre 18 naciones latinoamericanas, debajo de Chile, Brasil, Honduras, Colombia, Panamá y Ecuador'' (La Jornada).

NO SE REQUIERE el reconocimiento de una dependencia gubernamental para que un problema social, como el de la desigual distribución del ingreso, adquiera "grado de verdad"; basta salir a la calle para constatar esa lacerante realidad.

SIN EMBARGO, PARECE que la atribulada Sedeso se quedó corta en el reconocimiento del problema, actitud previa a la incorporación masiva de sus funcionarios a la campaña del Felipillo. De acuerdo con información del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) la situación es mucho más delicada, porque en materia de distribución del ingreso la situación en México sólo resulta mejor -marginalmente- que Zimbabwe, aunque peor que en Zambia, y muy alejada de la media en los países de la OCDE.

TRES PESOS DIARIOS para atender las urgencias del creciente ejército de pobres reclutados en Oportunidades no sirven ni para otorgar el mínimo grado de credibilidad al aparato -ese sí multimillonario- propagandístico del "cambio" que "rápidamente reduce" la marginación, ni justificar la enfermiza vocación de locutor que tiene el inquilino de Los Pinos.

EN VIA DE mientras, el PNUD amplía el panorama internacional: América Latina y Africa Subsahariana registran niveles muy altos de desigualdad, mientras Asia meridional y los países de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos presentan niveles menores. Aunque no existen umbrales claros, las naciones con coeficientes de Gini superiores a 50 (México entre ellos) pueden considerarse en la categoría de alta desigualdad.

A MENUDO SE citan pruebas de diferentes países para apoyar la propuesta de que, en promedio, la desigualdad casi no cambia con el tiempo, percepción que resulta ser engañosa desde importantes puntos de vista. Si bien no es fácil comparar diversos estudios llevados a cabo entre múltiples naciones y a lo largo del tiempo, se observa una clara tendencia durante los últimos dos decenios hacia el crecimiento de la desigualdad. De los 73 países sobre los cuales se dispone información, 53 (que reúnen a más de 80 por ciento de la población mundial) han visto crecer la desigualdad, mientras sólo nueve (4 por ciento de la población) la han visto disminuir. Lo anterior es válido tanto en situaciones de crecimiento alto como bajo (China en el primer caso, Bolivia en el segundo) como en todas las regiones.

LAS DIFERENCIAS EN el coeficiente de Gini están relacionadas con las disimilitudes en la participación de los más pobres en la riqueza nacional. En términos generales, mientras mayor sea el coeficiente de Gini, menor la proporción de ingreso nacional que captan los sectores más pobres de la sociedad. El 20 por ciento más pobre de la población de países con una desigualdad baja, como Indonesia y Vietnam, captan una proporción del ingreso nacional entre tres y cuatro veces mayor que sus contrapartes de los países con desigualdades altas como Guatemala y Perú.

MIENTRAS LAS BRECHAS de ingreso entre países representan la mayor parte de la desigualdad mundial, las disparidades de ingreso en el interior de muchos países compiten en magnitud con la desigualdad en la distribución del ingreso mundial. En Brasil, el 10 por ciento más pobre obtiene 0.7 por ciento del ingreso nacional y el 10 por ciento más rico, 47 por ciento.

LAS DESIGUALDADES dentro de Africa Subsahariana también son inmensas. En Zambia (país que ocupa el renglón inmediato anterior a México en distribución del ingreso), por ejemplo, la relación entre el ingreso de los más ricos y el de los más pobres es de 42 a uno. Los patrones de distribución son de gran importancia para la relación entre ingresos promedio y niveles de pobreza. El ingreso promedio de Brasil es tres veces mayor que el ingreso promedio de Vietnam, aunque el 20 por ciento más pobre de los brasileños posee un ingreso muy inferior al ingreso promedio vietnamita y es similar al ingreso del 20 por ciento más pobre de este país.

TAL COMO SUGIEREN estas comparaciones, el ingreso promedio oculta los efectos de los patrones de distribución en el bienestar real. El Indice de Desarrollo Humano (IDH) también es un indicador promedio y, en este sentido, también muestra un panorama de lo que le sucede a un hipotético individuo promedio de un país, no a la persona pobre promedio. Lo anterior puede demostrarse mediante un ejercicio muy simple: si ajustamos el componente del ingreso del IDH desde el ingreso promedio al ingreso promedio del 20 por ciento más pobre, y se mantiene todo lo demás constante -incluidos los puntajes en salud y educación-, Brasil cae 52 lugares más abajo en la clasificación del IDH (al lugar 115) y México 55 lugares (al lugar 108).

LAS COMPARACIONES entre los países de ingresos bajos y aquellos con alta desigualdad también resultan sorprendentes en otros sentidos, pues destacan el modo en que, en cualquier nivel del ingreso promedio, una distribución más equitativa puede relacionarse con niveles inferiores de pobreza. En la actualidad, por ejemplo, el 20 por ciento más pobre de los guatemaltecos cuenta con un ingreso promedio de 550 dólares anuales, es decir, 46 por ciento por debajo del umbral de pobreza internacional fijado en dos dólares diarios. Si este grupo captara la misma porción del ingreso nacional que el 20 por ciento más pobre de Vietnam, su ingreso promedio aumentaría a mil 560 dólares, o 66 por ciento por encima del umbral de dos dólares diarios.

Las rebanadas del pastel:

QUE SIEMPRE SI. Probablemente la sufrida inquilina de Los Pinos retirole su decisivo apoyo para alcanzar la candidatura al Senado, pero el iluminado panista Federico Döring, de la noche a la mañana cambió de parecer: "los hijos de Marta Sahagún están bastante tiznados y sería muy sano que salieran y dieran una versión a la opinión pública sobre su participación en distintos negocios que tanto el PRI como el PRD han calificado de irregulares". ¿Y quién le quita el tizne a Fede?

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