Usted está aquí: martes 3 de enero de 2006 Opinión Nuevas fuentes de células sexuales

Javier Flores

Nuevas fuentes de células sexuales

Una de las noticias científicas que recibieron la mayor atención en el mundo el año pasado fue el adelanto que hizo un grupo de investigadores sobre la producción en laboratorio de células sexuales humanas. A pesar de que no se trata de un trabajo publicado, el sistema Eurekalert, de la American Association for the Advancement of Science (AAA), ubicó esta información entre las 10 más consultadas en 2005. No es para menos, pues hasta hace unos años la única fuente de óvulos eran los ovarios, y los testículos lo eran de los espermatozoides.

En un congreso realizado el pasado julio, en Copenhague, Dinamarca, el estudiante de doctorado Behrouz Aflatoonian, quien trabaja en el laboratorio del prestigiado científico Harry Moore, en la Universidad de Sheffield, Reino Unido, informó que habían logrado el desarrollo de óvulos y espermatozoides a partir de células troncales de embriones humanos. En otras palabras, aunque con todas las reservas que implica el lenguaje científico, encontraron una nueva vía para la obtención de células sexuales humanas.

Esta nueva fuente, las células troncales embrionarias, son llamadas primordiales, pues tienen la capacidad de transformarse para crear distintos tipos celulares. A partir de ellas, en condiciones normales, se forman los diferentes tejidos que forman el organismo humano, como la piel, el corazón, el páncreas y el cerebro. Su empleo en la investigación científica se inició recientemente, apenas en 1998, cuando Thomson obtuvo con ellas diferentes tipos de células especializadas. Surgió así la posibilidad de avanzar en dos direcciones: descifrar los mecanismos del desarrollo humano y buscar la manera de obtener elementos que pudieran emplearse en el tratamiento de enfermedades que hasta ahora son incurables, como neuronas para la enfermedad de Alzheimer, o células pancreáticas para la diabetes, entre muchas otras.

Me detengo en este punto porque si fuera posible sustituir los ovarios y los testículos, es decir, a las mujeres y los hombres en la producción de células sexuales y, por lo tanto, transformar las condiciones en las que ocurre la reproducción humana, bien vale la pena conocer las características de la nueva fuente potencial de óvulos y espermatozoides.

Después de los primeros trabajos en células embrionarias, las células troncales cobraron notoriedad por la clonación. Si pudieran ser un medio para el tratamiento de enfermedades, es decir, si se produjeran a partir de ellas neuronas o células del páncreas, entonces podrían ser trasplantadas en quienes padecen las patologías citadas. Pero el trasplante tiene un problema: el rechazo del nuevo tejido. La clonación terapéutica permite crear células embrionarias con la información genética del enfermo, por lo que se eliminaría el rechazo. Esta es, en una síntesis muy apretada, una historia reciente de las células troncales embrionarias.

Pero ahora quizá puedan obtenerse de las troncales células sexuales. Esto es de gran importancia científica y filosófica, pues el embrión humano, en las etapas tempranas de su desarrollo, no tiene sexo. Es sexualmente indiferenciado. Sus células primordiales, de acuerdo con lo informado por Aflatoonian y Moore, en el congreso de la Sociedad Europea de Reproducción Humana y Embriología, realizado en Copenhague, pueden dar lugar a óvulos o espermatozoides. Pero, además, uno puede preguntarse por qué un estudio que ni siquiera está publicado se encuentra entre las 10 noticias más consultadas en 2005, de acuerdo con el sistema de información científica de la AAA. La razón es que es una pieza que ya se esperaba. Aunque los científicos citados estuvieran equivocados, tarde o temprano se crearán líneas celulares de óvulos y espermatozoides humanos a partir de células troncales embrionarias. ¿Por qué?

En 2003, Karin Hübner y sus colegas desarrollaron óvulos provenientes de células embrionarias de ratón. En ese mismo año, también en ratones, Yayoi Toyooka y sus colegas produjeron espermatozoides. Un resultado muy importante ocurrió en 2004, cuando Geijsen y su grupo obtuvieron de la misma fuente, en la misma especie, tanto óvulos como espermatozoides. Estos últimos fueron inyectados en óvulos, logrando la formación de embriones, lo que muestra que las células sexuales creadas de este modo pueden ser funcionales en esa especie.

En el caso de los humanos, en 2004 Amander Clark y sus colaboradores dieron las primeras pruebas de la formación de óvulos y espermatozoides a partir de células troncales embrionarias; por eso se esperan nuevos hallazgos en nuestra especie. Se trata de un campo que se encuentra en sus inicios, es de este siglo. Pero todavía falta mucho. La demostración más clara sería el nacimiento de un nuevo ser a partir de células sexuales creadas en el laboratorio, particularmente en mamíferos (por ejemplo en ratones). En humanos está descartado por ahora un experimento de este tipo, por razones éticas.

Pero nada nos impide echar a andar la imaginación.

 
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