420 ° DOMINGO 8 DE ENERO DE 2006
 

Otra guerra de narcos este 2006
La sangre que falta por correr

Alberto Nájar

Una nueva alianza entre cárteles de la droga en México se fraguó desde fines del año pasado para cazar a Joaquín Guzmán Loera, El Chapo, y eliminar a sus socios del cártel de Sinaloa, considerado el más poderoso del país. Para la batalla, ambos grupos alimentaron su capacidad de fuego, incluso con el respaldo de sicarios extranjeros. El resultado será una nueva escalada de violencia, superior incluso a la vivida hace unos meses. Y todo en 2006, año electoral en México



Ilustraciones: Leonel Sagahón
La reunión fue en el área de Toluca, probablemente en una de las residencias que la familia de Osiel Cárdenas Guillén, todavía jefe del cártel del Golfo, tiene en Metepec, estado de México.

Fue un encuentro para mandos medios pero con línea abierta a los jefes para tomar decisiones, cuentan agentes estadunidenses que supieron del evento.

La negociación no fue fácil, como no lo es olvidar años de rencillas y disputas por el territorio. Pero el tamaño de las heridas causadas por el enemigo común a las tres organizaciones de narcotraficantes convocadas a la junta, allanó el camino para el acuerdo.

Así, desde ese día a fines de noviembre pasado, los cárteles de Juárez, Tijuana y del Golfo fincaron una alianza para cazar a Joaquín Guzmán Loera, El Chapo, y tras él al resto de los dirigentes del cártel de Sinaloa.

Un pacto inusual en el mundo del tráfico de drogas, sobre todo porque hasta hace poco los nuevos socios eran enemigos irreconciliables. Por ejemplo, el líder de las organización de Juárez, Vicente Carrillo Fuentes, puso precio a la cabeza de Cárdenas Guillén. Y antes había ordenado la ejecución de los hermanos Arellano Félix, de Tijuana.

Todo quedó en el pasado, al menos por el momento. El Chapo y sus andanzas consiguieron unirlos en su contra por lo cual, advierten los agentes consultados, en el horizonte mexicano para este año se presenta una nueva escalada de violencia, incluso superior a la ocurrida en 2005.

Y es que Guzmán Loera y sus socios no están mancos, e incluso su organización ­que algunos policías estadunidenses llaman La Alianza de Sangre­ es considerada actualmente por la agencia antinarcóticos de Estados Unidos, la DEA, como el cártel más poderoso de México.

Pero la unión de tres cárteles equilibra las fuerzas. "Vicente no puede solo con El Chapo, pero con la ayuda de Osiel la situación es distinta", explica un agente federal estadunidense.

Por lo pronto, ambos bandos se preparan para la guerra que viene y desde hace meses han alimentado su capacidad de fuego, incluso con el apoyo de sicarios extranjeros, según reconoce la Procuraduría General de la República (PGR):

El cártel de Tijuana cuenta con sus viejos aliados, pandilleros de la M y del barrio Logan de San Diego, California. La organización del Golfo aporta a Los Zetas y su alianza con ex militares guatemaltecos conocidos como kaibiles, mientras que El Chapo contrató a clicas (pandillas) de la Mara Salvatrucha en Chiapas y Tamaulipas, coordinadas por su guardia personal de ex militares conocidos como Los Pelones.

(Curiosamente, el contacto inicial de la MS 13, como se conoce también a esa parte del fenómeno Mara, lo hicieron en 2003 enviados del cártel de Juárez a El Salvador)

Los narcos también reforzaron su arsenal. Reportes periodísticos señalan un aumento en el robo de granadas en distintos resguardos militares en el país, las cuales se habrían utilizado en los ataques a cuarteles policiacos de Guerrero. Y en junio pasado, en un rancho de Ciudad Miguel Alemán, Tamaulipas, se encontró una ametralladora calibre 50, capaz de penetrar cualquier tipo de blindaje.

El rancho pertenecía a Edelio López Falcón, El Yeyo, ejecutado por Los Zetas en Guadalajara, Jalisco. Ahora es utilizado por los ex militares para organizar carreras de caballos y peleas de gallos.

Además del despliegue de tropas y armamento, la nueva asociación de cárteles aplicará tácticas de inteligencia para ubicar a los socios y lugartenientes de El Chapo. La información la proporcionará Vicente Carrillo, quien conoce bien al sinaloense, e incluso le brindó protección tras su fuga de la cárcel de Puente Grande en 2001.

El escenario de la guerra, pues, está listo. Y todo en año electoral.

Historia de un agravio

Vicente Carrillo Fuentes, cuentan agentes federales de Estados Unidos, nunca se convenció de la versión sobre la muerte de su hermano Amado, El Señor de los Cielos, fallecido tras una cirugía plástica en 1997.


Para el capo, añaden, se trató de una ejecución ordenada por Juan José Esparragoza Moreno, El Azul, uno de los traficantes más viejos y experimentados del país y a quien se considera como el padrino del narco en México. "Es el peace maker, el que los trae a todos unidos y arregla los problemas", explica un agente.

Las sospechas de Carrillo Fuentes se avivaron cuando El Azul propuso integrar un consejo para llevar las riendas de la organización creada por Amado, y que en ese entonces era una de las más poderosas de América Latina.

En ese grupo participaron Ismael El Mayo Zambada, heredero del cártel de Sinaloa tras la aprehensión de sus fundadores, Héctor Luis El Güero Palma y El Chapo Guzmán. Integraban también el consejo Ignacio El Nacho Coronel, secuestrador y administrador en Guadalajara de la organización sinaloense; Ramón Alcides Magaña, El Metro, dueño de la plaza de Quintana Roo y Eduardo González Quirarte, El Flaco, operador del cártel juarense en Jalisco.

También tenían asiento Héctor y Arturo Beltrán Leyva, El Barbas, operadores en Guerrero, el Distrito Federal y el estado de México, así como la familia de El Señor de los Cielos: sus hermanos Rodolfo y Vicente, además de su hijo, Vicente Carrillo Leyva. El Azul encabezaba el consejo.

El acuerdo de esos años fue operar juntos el tráfico de drogas y detener el avance del grupo de Tijuana, que logró hacerse de algunos contactos colombianos del cártel de Juárez, el cual quedó al mando de Vicente Carrillo Fuentes.

No pudo con el paquete. "Ni él ni Rodolfo tuvieron la fuerza necesaria para poder suceder a Amado", afirmó desde el año pasado el subprocurador de Delincuencia Organizada de la PGR, José Luis Santiago Vasconcelos. "No les reconocieron liderazgo y los desplazaron del control del cártel".

Y es que la organización había tenido bajas importantes. En la península de Yucatán, por ejemplo, El Metro fue detenido y su plaza motivo de disputa con el cártel del Golfo.

En Guadalajara la familia de El Flaco recibió severos golpes: uno de sus hermanos fue ejecutado y otro sufrió daños mentales tras librarse de una balacera, además que las células del cártel en Piedras Negras, Coahuila, fueron destruidas por Los Zetas.

Sin embargo, la situación se calentó con la fuga de El Chapo quien de inmediato inició un largo periplo por la República para recuperar sus territorios apoyado por El Mayo, y con el tácito aval del padrino Esparragoza Moreno.

Algunos de las plazas reclamadas por Guzmán Loera ­como la sierra de Durango y la zona de La Laguna­ estaban operadas por la organización Juárez, lo cual provocó el enojo de Vicente Carrillo, quien además, afirma un agente estadunidense, tuvo que soportar que su sobrino se aliara con El Chapo.

La guerra se declaró. Vicente ordenó ejecutar a un lugarteniente del fugitivo sinaloense. En septiembre de 2004, sicarios de Guzmán Loera mataron a Rodolfo Carrillo, El Niño de Oro, el más tranquilo de los narcos del cártel.

Las cartas quedaron echadas. Para El Chapo no hay perdón.

"¿Pa´qué son las metralletas?"...

Los nuevos socios del narcotráfico se parecen en su conducta violenta.

Entre los narcos de la frontera norte, por ejemplo, se reconoce a Vicente Carrillo Fuentes como el inventor del llamado baño o guiso para, literalmente, desaparecer a sus enemigos. Con una variante: en lugar de quemar los cadáveres en diesel o petróleo, utilizaba ácido sulfúrico.

De hecho, la primera muestra pública de esta técnica fue en 1997, cuando se encontraron los restos de los médicos que habían operado a El Señor de los Cielos dentro de tambos abandonados en la autopista a Cuernavaca.

A Osiel Cárdenas Guillén le dicen El Mataamigos, porque ordenó la ejecución de su compadre Salvador El Chava Gómez con quien disputaba el control del cártel del Golfo tras la captura de Juan García Abrego.

El Mata amigos, cuentan en Matamoros, era muy cercano a su compadre quien incluso aportó los 750 mil dólares que costó escapar de una casa de seguridad de la PGR donde permanecían arraigados, en el Distrito Federal, hace siete años. Fue después de esta fuga que Osiel asesinó a El Chava.

Y a Francisco Javier Arellano Félix, El Tigrillo, considerado como el brazo armado del cártel de Tijuana, le gusta echar bala a la menor provocación, como solía hacer su hermano Ramón, ejecutado en Mazatlán, Sinaloa, hace cuatro años.

¿Cómo podrían trabajar juntos estos tres personajes sin terminar enfrentados a balazos?

"En el ambiente del narcotráfico nada es blanco o negro", explica un agente estadunidense. "Las cosas cambian todos los días y no es necesario que, por ejemplo, Vicente tenga contacto con Benjamín (Arellano Félix, encarcelado en La Palma). Hay gente en medio que se puede usar como intermediaria para hacer los jales".

No es algo nuevo, e incluso en años recientes existen ejemplos de colaboración entre los cárteles de Juárez y el Golfo. El 10 de enero de 2002 Osiel Cárdenas se reunió en su casa de Matamoros con Jesús Albino Quintero Meraz, operador en Veracruz para la organización juarense, a quien pidió apoyo para cuidar y abastecer de combustible a unos aviones cargados de cocaína que harían una escala en Tierra Blanca.

Las aeronaves, declaró Quintero Meraz a la PGR, aterrizaron "en un camino de terracería de Pemex". El operativo se realizó "dos o tres veces".

Otro ejemplo ocurrió el año pasado, cuenta el agente estadunidense, cuando Vicente Carrillo Fuentes pasó varios cargamentos de cocaína por Piedras Negras, Coahuila, territorio controlado por el cártel del Golfo. (En 2004 Osiel Cárdenas regaló toneladas de víveres y ropa a los damnificados por las lluvias).

Estas relaciones facilitaron el acuerdo entre cárteles, el cual inició con la asociación, en La Palma, de Osiel Cárdenas y Benjamín Arellano. Los capos incluso comparten abogados ­entre los dos suman 80 litigantes a su servicio­ y hasta se ayudan económicamente.

Pese a todo, la vida de la nueva asociación de cárteles será efímera, apenas lo suficiente para cumplir el objetivo común, como advierte un agente federal de Estados Unidos. "Termina el jale y se separan", dice, algo que representa una desventaja frente a sus enemigos, unidos por relaciones familiares o de compadrazgo.

Un grupo más sólido, pues.

La Alianza de Sangre

El apellido Monzón es clave en el cártel de Sinaloa.

Así se apellida Gloria, la esposa de Juan José Esparragoza Moreno, quien a su vez es cuñada de Joaquín Guzmán Loera.

El hijo mayor de El Azul, también llamado Juan José, está casado con una hermana de Arturo Beltrán Leyva, compadre de El Chapo.


Y del Aguaje de los Monzones, una comunidad del municipio de Badiraguato, Sinaloa, han salido varios de los lugartenientes del cártel, como Mauro Landel Monzón, uno de los operadores de la organización en Nuevo León y ejecutado por Los Zetas en Sabinas Hidalgo, hace tres años.

Los Monzones es vecina de La Tuna, donde nació El Chapo Guzmán. Allí se refugió por unos días tras la ejecución de El Niño de Oro, lo cual costó a la comunidad la tortura de varios de sus habitantes por parte de soldados del Ejército.

Así, con matrimonios o compadrazgos entre vecinos y familiares es como se tejen las relaciones en el cártel de Sinaloa, y es también la clave de su fuerza ante los enemigos.

Por eso los policías estadunidenses bautizaron al grupo como La Alianza de Sangre. "Todos los líderes son de Sinaloa y actúan como familia", explica un agente. "Los que no son de ese grupo se usan como chivos expiatorios".

Un ejemplo son los hermanos Carrillo Fuentes, nacidos en El Guamuchilito, población cercana a Culiacán, Sinaloa, pero cuya trayectoria se desarrolló en Chihuahua. Desarraigados, pues.

No es el caso de Ismael Zambada, quien bautizó a un hijo de El Azul llamado Rosalío. El jefe de seguridad de El Mayo fue Javier Torres Félix, El JT, primo de Albino Quintero Meraz y compadre de Arturo Beltrán, uno de los jefes principales en la Alianza de Sangre.

"Esta forma de trabajo ya tiene cinco o seis años, no es algo nuevo", explica uno de los agentes consultados. "La gente suele verlos como organizaciones separadas pero en realidad trabajan juntos, como una familia. Por eso son tan fuertes".

Es una de las razones, añade, por las cuales el cártel no ha sufrido bajas importantes, a diferencia de sus enemigos, vulnerables a las traiciones.

"No va a ser fácil acabar con ellos (el cartel sinaloense), a pesar de la presión que se ha puesto para ubicar a los líderes de la Alianza", advierte un agente estadunidense. "La gente se movió de sus lugares y por eso los asesinatos en varias partes del país. Ya ha costado mucha sangre".

Y la que falta por correr, podría concluirse.


Un sicario muy quemado

Se le ha visto en la zona metropolitana de la ciudad de México, y con frecuencia en Toluca y Metepec.

Antes anduvo en Acapulco para recibir instrucciones de su jefe directo, Arturo Beltrán Leyva, El Barbas, y de paso, saludar al compadre Joaquín Guzmán Loera, El Chapo.

Así ha sido la vida actual de Edgar Valdéz Villarreal, La Barbie, confirman agentes federales de Estados Unidos. Hasta hace poco era el principal operador del Cártel de Sinaloa en Nuevo Laredo y responsable de la guerra por la plaza que dejó más de 120 ejecutados el año pasado, pero hoy el sicario se dedica a otras tareas dentro de la organización, sobre todo a salvar su pellejo.

Y es que la sobrexposición de 2005 en los medios fue contraproducente, explican. "Está muy quemado, lo del asunto del video (donde se muestra la tortura y ejecución de un grupo de Zetas) lo hizo muy visible entre los narcos".

Eso no significa, aclaran los agentes consultados, que se encuentre fuera de la organización. "No lo están usando mucho, por eso no muestra la cara. Su trabajo lo hace ahora Branden Valderrama, un fugitivo estadunidense, es el fuerte ahorita".

Del nuevo jefe de sicarios poco se sabe, apenas que es texano como La Barbie. Sería, aventuran las fuentes, uno de los enlaces con los pandilleros de esa región que sirven al cártel, entre ellos las clicas de la MS 13, la Mara Salvatrucha, asentadas en la frontera con México.

El caso de Valdéz Villarreal no es raro en la delincuencia organizada que suele registrar un movimiento intenso de personal, sobre todo por los ajustes de cuentas.

Pero tampoco es seguro de vida para La Barbie. La máxima en el mundo del tráfico de drogas es contundente: Narco quemado, narco ejecutado.


Un espejismo en Nuevo Laredo

Gente en las calles, incluso por las noches. El duty free del puente México abarrotado de compradores que aprovecharon las ofertas de licores. Hasta el presidente municipal, Daniel Peña Treviño, rindió con optimismo su primer informe de gobierno.

El panorama de estos días en Nuevo Laredo, que parece recuperar la vida urbana extraviada en la ola de violencia de 2005.

Un espejismo, porque las aguas están lejos de calmarse en el río del narcotráfico en esta ciudad. De acuerdo con agentes federales de Estados Unidos, organizaciones no gubernamentales y periodistas, las bandas de sicarios están agazapadas, a la espera de que se retiren las fuerzas federales mexicanas que vigilan la población.

Los Zetas, brazo armado del cártel del Golfo, mantiene a sólo tres elementos en Nuevo Laredo, vigilados sus intereses por cientos de Halcones, como llaman a sus espías desplegados en la ciudad.

El responsable de la plaza es Mike Treviño, a quien todos los reporteros de la fuente policiaca deben consultar antes de publicar cualquier información.

Del lado de Los Chapos el movimiento es aún más escaso. Los jefes salieron de la ciudad y se mueven entre Toluca, Monterrey, Acapulco y el Distrito Federal. La plaza se cuida desde Laredo, Texas.

Muy distinta es la vida en Reynosa, a cuatro horas de esta ciudad, donde las tropas de Osiel Cárdenas Guillén, líder del cártel del Golfo, empiezan a dividirse, porque el segundo en el mando de Los Zetas, Jaime González Durán, El Hummer, pretende arrebatar el control de la plaza a Gregorio Sauceda, Don Goyo o El Caramuela, ex policía municipal de Matamoros que se ganó el puesto al salvar la vida de su jefe hace algunos años.

Ya hubo un primer enfrentamiento. El pasado 13 de diciembre, un día antes que el presidente Vicente Fox visitara la ciudad, estalló una granada en una tiendita (expendio de droga al menudeo) controlada por Don Goyo.

El artefacto, se supo en Reynosa, lo arrojaron empleados de El Hummer.