La Jornada Semanal,   domingo 8 de enero  de 2006        núm. 566
LASARTESSIN MUSA
Jorge Moch
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 SURIPANTAS EN MI TELE (II Y YA, QUE TAMPOCO DA PARA TANTO)

Aquel que sea dueño de un servicio de satisfacción erótica por teléfono de ésos que se anuncian y anuncian y anuncian por las noches en la tele, ¿es un señor empresario o un proxeneta de las telecomunicaciones? Y la televisora que publicita su virtual changarro, ¿no es algo similar al merolico (quien prefiere que le digan diyéi) que en un antro nos anuncia que la próxima en la pasarela es Artemisa, la Mulata Pitonisa?

Más que una cuestionable expendeduría sexual —desde la elemental y rigorista visión de cualquier dosis de ética, cualquier compraventa de necesidad humana es cuestionable—, la venta de placer sexual telefónico trata de comerciar con la soledad y las necesidades afectivas de un grupo de hombres (o se insiste en la posibilidad del lesbianismo telefónico y entonces basta decir también y mujeres) cuyas relaciones amorosas son deficientes o inexistentes, o cuya libido es, por decir lo menos, psicoanalizable. Claro que habrá el porcentaje de la clientela que llama por puro mexicanísimo y reprimido morbo, y tal vez haya quienes le agarren el gusto a la cuestión importándoles un comino el recibo telefónico que muchas veces terminará importando cantidades nada despreciables y hasta parecidas a lo que se terminaría pagando en una casa de citas —hoy estéticas masculinas con "masajes"— por recibir las tibias caricias verdaderas en lugar de un mero "así, papacito, así" por teléfono.

Hermano de cábalas y demenciales quiromancias igualmente telefónicas, el fenómeno de las llamadas calientes encuentra su principal atractivo en la anonimia del c(a)liente. Claro que estamos de por medio los paranoicos que imaginamos que la bella pérfida de orgásmicas conversaciones también tiene, como uno, identificador de llamadas y cualquier día nos devuelve el favorcito amenazándonos contarle a la dueña de nuestras exiguas quincenas que su mazacote (don Ernesto Lammoglia dixit) se gasta la mitad del gasto en babear susurrando cómo le va a mordisquear las pantaletas o que la tiene como Príapo. Los recovecos de la protervia son inescrutables, y mejor dejarlos así. En el fondo del laberinto, la cuestión no es más que cómo hacerle para que una buena cáfila de incautos entreguen gustosos hartos pesos. Así, ofrecen sicalípticas posibilidades de chismorreo las Colegialas del amor (para que luego nos lamentemos de que en la sociedad hay hombres puercos [la tía de un amigo de Guadalajara dixit] que babean, licantrópicos, con los uniformes de las muchachitas de los colegios de monjas), pero si es usted un ganoso yuppie, aténgase a la oferta de las Secretarias y confidentes que anuncia Megamedia, SA de CV en canal 5 de Televisa como a las cinco de la madrugada. Llama mucho la atención que Megamedia, que opera con el número de registro 27-SVA-95 de la Dirección General de Redes y Radiocomunicación, una vez consultado el documento de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, muda de razón social y aparece con el mismo registro Audiotext, SA de CV, empresa dedicada a (sic) "Mensajes de Interés General y Consulta Interactiva de Temas Diversos Atendidos por Especialistas", cuyo principal especialista y representante legal es el C. Abraham Askenazi Abadi, quien es también, de acuerdo con las publicaciones de la Gaceta Oficial del Distrito Federal de fechas 27 de abril, 10 y 21 de mayo de 2004, representante del consejo de administración de Telemark Corporation SA de CV, dueña y señora de un montón de ventas por teléfono entre las que destaca la bisutería esotérica y adivinatoria como Amira o Luis Suárez y la Hermandad de la Luz. Este detectivesco columnista logró obtener los teléfonos de Telemark pero fuera de las corteses negativas de la señorita telefonista para admitir que Audiotext es una empresa de Telemark (por más que la cosa conste en documentos oficiales) resultó imposible hablar con quien, a decir del propio personal de la empresa, es el único facultado para platicar al respecto con un metiche columnista de La Jornada, el C. Contador (supongo que Público) Francisco Esquivel Frutis. Al final, prevaleció el misterio.

Qué bonita, sin embargo, manera de ganarse la vida, ¿no?, la medicina del alma y el placer del cuerpo, previos treinta y cinco morlacotes por minuto, para que el prójimo duerma relajadito. Bien dice mi tío el Charpéi: para dormir a gusto, nada como una buena chaquetita. Qué mejor si viene con horóscopo favorable...