Usted está aquí: jueves 12 de enero de 2006 Política La Z contra sí misma

Octavio Rodríguez Araujo

La Z contra sí misma

Marcos, ahora delegado Zero, con zeta de Catherine Zeta-Jones y del Zorro, señaló en Chiapa de Corzo, Chiapas (nota de Herman Bellinghausen, La Jornada, 6/01/06), que "hay una palabra que quiere decir mucho y se llama dignidad. La dignidad es si uno se respeta a sí mismo y si respeta al otro. La dignidad dio origen al movimiento zapatista".

Yo estaría de acuerdo con lo citado. Pero me preocupa el doble discurso de quien lo dijo, sus segundos significantes. ¿Es digno afirmarse sobre la negación de los demás? Si acaso es cierto, ¿entonces dónde queda el respeto al otro? Una cosa es que en un análisis político se usen categorías políticas para describir a los adversarios e incluso a los enemigos, y otra muy distinta insultarlos. Entiendo que un orador de plazuela use adjetivos hirientes y términos groseros para referirse a sus adversarios y a sus enemigos, pero es precisamente por esto que los oradores de plazuela suelen ser calificados como demagogos, personas en las que no se puede confiar, pues se están dirigiendo a los sentimientos de sus oyentes y no a su buen juicio ni a su capacidad de razonamiento. Desconfiemos de los oradores.

Sí, desconfiemos de los oradores. Esta es otra frase de Marcos, pero en otro momento y en otro lugar. La noche del 16 de septiembre de 2005, el subcomandante Marcos afirmó: "Lo que tenemos que construir no debe decidirse en las tribunas, en los carismas o en las virtudes o defectos de la oratoria; debe descubrirse abajo, decidirse abajo, trabajarse abajo. La tribuna sólo debe servir para concentrar una palabra y muchos oídos. Su lugar debe ser secundario, porque es ya en sí misma una selección y una exclusión. Desconfiemos de los oradores".

Otra vez coincido con él. Lo que se tiene que construir, entiendo que en la lógica de la otra campaña, debe ser a partir del razonamiento, no de lo que diga alguien desde una tribuna; esto es, a partir de los diagnósticos y las propuestas de las personas, grupos y organizaciones que se han adherido a la Sexta Declaración de la Selva Lacandona. El llamado a la desconfianza hacia los oradores es más que oportuno en estos momentos, especialmente cuando en sus afanes por convencer se basan en la descalificación fácil y grosera, además de un discurso contradictorio digno del análisis de un siquiatra.

¿No es contradictorio decir que uno, para ser digno, debe respetarse a sí mismo y respetar al otro y, al mismo tiempo, en el mismo discurso de plazuela, afirmar que "para ser Presidente hay que ser pendejo" y que en Zinacantán sus pobladores no mataron a los zapatistas porque no apuntan bien y "aparte son pendejos"? ¿No es contradictorio también decir que "las campañas electorales son un insulto" y, a la vez, sugerir que los millones de mexicanos, de venezolanos, de bolivianos y de otros países, que votan por un candidato a la Presidencia, son doblemente pendejos: uno por votar y otra por votar por alguien que, para ser presidente, tiene que ser pendejo?

¿Y cómo calificaríamos a alguien que se cree en serio que le ofrecieron la Secretaría de Gobernación en 1994 a cambio de que el EZLN firmara la paz? Si acaso es cierto que alguien (¡nombres!) les ofreció la Secretaría de Gobernación, ¿se la tomaron en serio, tanto como para decir con orgullo, ahora en 2006, que no la aceptaron? No me imagino a Carlos Salinas, el único que entonces podía nombrar o destituir a su secretario de Gobernación, ofreciéndole a Marcos ese cargo. Y, la verdad, me cuesta trabajo pensar que el subcomandante u otro zapatista respondieran muy serios que no, que no aceptaban, como si el ofrecimiento, si lo hubo, pudiera haber tenido algo de seriedad. ¿A qué viene ahora vanagloriarse de no haber aceptado un cargo en el gobierno, el segundo en importancia, que obviamente nadie les ofreció en serio? ¿A qué viene decir también que no tienen coches ni fincas, si todo mundo sabe que el trabajo de rebelde (que le ha declarado la guerra al gobierno) no es remunerado? Esto, en términos de categorías politológicas, y no de insultos, se llama demagogia. Ciertamente no debemos confiar en los oradores.

En otra parte de su discurso el delegado Zero (¿con Z de zapatista?) dijo que el problema de la otra campaña "es si nos respetamos a nosotros mismos. Si no nos respetamos no nos van a respetar". Yo lo hubiera pensado al revés, para ser congruente con el concepto de dignidad citado al principio: si no respetamos al otro no nos van a respetar. Sin embargo, Marcos lanza un mensaje contra los que están por la vía electoral: todas las campañas electorales son un insulto, un desprecio por la gente, un desprecio a la inteligencia de los que quieren votar en las próximas elecciones. En otros términos, los que "estén con el problema electoral" no sólo deberán irse por otro lado ("váyanse por otro lado"), sino que son tontos, tanto como para votar por un pendejo, puesto que para ser presidente se tiene que ser pendejo.

¿Así nos quiere convencer el delegado Zero, con Z de Gael García en Diarios de motocicleta, de que nos adhiramos a la otra campaña en lugar de ejercer nuestro derecho ciudadano para elegir a nuestros representantes? ¿Pendejeándonos?

Alguien me dijo que Gael García no lleva Z, y es cierto, pero cero tampoco.

 
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