Ojarasca 105 enero 2006


2006: los juegos y las apuestas

Francisco López Bárcenas


Campesino productor de hoja de coca en el Chapare boliviano
 

Las cartas están sobre la mesa. Los jugadores arman sus juegos y hacen apuestas. Sorpresivamente, de entre el público unos espectadores que habían permanecido quie-tos y silenciosos saltan y buscan acomodo en la mesa. Los demás espectadores se asombran, porque ninguno esperaba una acción así. Los jugadores profesionales se incomodan, porque no hay espacios para más jugadores, sólo para ellos. Pero ni el asombro de los espectadores ni la incomodidad de los jugadores inmutan a los intrusos que quieren jugar.

Las sorpresas aumentan. Los nuevos jugadores parecen moverse en el mismo sentido, como unidos, con la intención de armar su propio juego. Se notó desde el principio, cuando los jugadores profesionales hicieron esfuerzos por no dejarlos sentarse a la mesa a jugar y obligarlos a seguir como espectadores. En esa ocasión todos hicieron causa común, empujaron en el mismo sentido y lograron sentarse. Por eso se espera que ahora que empiece el juego armen una estrategia propia, para que las reglas se modifiquen y todos estén en posibilidades de ganar.

Pero ¡sorpresa! De pronto unos de los nuevos jugadores, los más agresivos verbalmente, los que pedían no sólo cambiar las reglas del juego sino el juego todo, sin dejar de vociferar se van alejando de sus compañeros y discretamente se pasan al bando de los jugadores profesionales. Y sin ninguna explicación comienzan a jugar con ellos, con las mismas reglas de juego que ellos criticaban. Ya no les importa que sus antiguos compañeros sigan luchando por cambiar las reglas y las estrategias del juego antes de comenzar a jugar. Estos, cansados de que nadie les haga caso y los saquen del juego, arman su propio juego. El público se divide. El escenario se transforma. Ahora ya no sólo hay un juego y un grupo de jugadores sino varios de ellos. Cada uno con sus propias apuestas.

¿Identificó el escenario? ¿Reconoció a los jugadores profesionales? ¿Sabe quienes son los espectadores? ¿Identificó a los nuevos jugadores? Acertó todas las respuestas. El escenario es México. Los jugadores profesionales los políticos de todos los partidos y organizaciones que participan de la política oficial. Los espectadores son los mexicanos, hartos de las mentiras de los políticos; los nuevos jugadores son los pueblos indígenas que desde hace una década andan alborotados por transformar este país.

Si alguna duda le queda mire bien para que se convenza. Primero fueron los integrantes del Ejército Zapatista de Liberación Nacional que al levantarse en armas hace doce años, sorprendieron al público y los políticos; después llamaron a los pueblos indígenas a construir entre todos un programa de lucha, que se concretó en la demanda por el reconocimiento constitucional de la autonomía, pero como el gobierno se negara a hacerlo comenzaron a construir las autonomías en los hechos. Aunque para sorpresa de muchos los del discurso más extremo se unieron al gobierno y comenzaron a practicar lo que tanto criticaron.

De ahí resultaron dos estrategias y formas de lucha, las cuales siguen manifestándose en estos tiempos y seguramente seguirán por mucho. De un lado quienes apuestan a conseguir puestos en el gobierno, no para impulsar los programas de lucha que por mucho tiempo dijeron defender sino para tener una chamba bien remunerada, sin importar que hagan lo contrario de lo que por mucho tiempo criticaron. Existen muchos ejemplos, aunque el de la anipa (Asamblea Nacional Indígena Plural por la Autonomía) es el más claro. Se subieron al carro del go-bierno federal desde que el partido de la derecha llegó al poder y de ahí pasaron a algunos gobiernos estatales para administrarles sus programas indigenistas, olvidándose de los ideales que decían defender, por eso no dicen nada cuando esos gobiernos violan los derechos de los pueblos indígenas, reprimen o asesinan a quienes los defienden. Ellos han ayudado a la derecha a apropiarse del discurso de los pueblos indígenas, vaciarlo de contenido y después venderlo como propio.

Del otro lado están las organizaciones indígenas que han seguido al lado de los pueblos indígenas, luchando con ellos por construir nuevos caminos para el futuro. Ellas sufren con ellos las carencias y los efectos de las políticas que niegan los derechos indígenas y para hacerlas menos pesadas recurren a la dignidad. Aquí el Congreso Nacional Indígena es el mejor ejemplo, pero tampoco es el único, existen muchas otros, aunque a veces no se vean. Los logros pueden verse en las luchas por la defensa de la tierra y los recursos naturales, en la cons-trucción de gobiernos autónomos, en el impulso de programas de desarrollo propio, a contrapelo de las políticas oficiales. Tienen errores y aciertos, pero eso es natural cuando se camina por caminos nuevos, desconocidos, que se construyen en el caminar.

¿Pueden juntarse estos caminos? Es muy difícil contestar afirmativamente. Sobre todo en la coyuntura mexicana. Los que apuestan por el camino institucional cada día afianzan su caminar en ese sentido. Ahora hasta cuentan con una organización de funcionarios indígenas y la anipa se apresta a realizar cambios que fortalezcan su participación electoral. Los otros, en cambio, se suman a la otra campaña impulsada por el Ejército Zapatista de Liberación Nacional, porque quieren articular sus luchas en una sola. Unos quieren obtener puestos para cobrarse el esfuerzo de años andando caminos que ahora no quieren recordar, otros construir contrapoderes que cambien la situación de vida de los pueblos indígenas. Ambos arman su propio juego y sus apuestas. Pero no hay que confundirse: son juegos y apuestas diferentes.


regresa a portada