Usted está aquí: miércoles 18 de enero de 2006 Ciencias Los bebés de invierno, más listos y exitosos que los de verano

La dieta, temperatura y la exposición de la madre a virus y la luz, las causas

Los bebés de invierno, más listos y exitosos que los de verano

Los primeros, con mayor peso, estatura, tamaño de la cabeza y habilidad mental, según un estudio de la Universidad Harvard

Aplicaron pruebas al nacer, a los ocho meses, y a los cuatro y siete años

ROGER DOBSON THE INDEPENDENT

Durante siglos los astrólogos han jurado que la época del año en que nace un bebé presagia el curso que seguirá su vida. Ahora, extensas investigaciones realizadas durante un periodo de siete años parecen demostrar que los bebés nacidos en invierno tienen mayores probabilidades de ser adultos más grandes, brillantes y exitosos que los de verano.

El estudio, llevado a cabo por científicos de la Universidad Harvard, siguió el desarrollo de 21 mil niños y niñas en todo el mundo. Muestra que existen grandes variaciones estacionales en lo referente a peso, estatura, tamaño de la cabeza y habilidad mental.

Los investigadores creen que los efectos de las variaciones estacionales en dieta, hormonas, temperatura y exposición de la madre embarazada a los virus y a la luz pueden influir en las características del bebé.

Siquiatras y antropólogos estadunidenses y australianos de la Universidad Harvard y la de Queensland midieron a los niños y les practicaron exámenes mentales y motores al nacer, a los ocho meses, y a los cuatro y siete años de edad.

En comparación con los de verano, los nacidos en invierno eran significativamente más largos al nacer, y a los siete años eran más altos, de mayor peso y con mayor circunferencia craneal. También obtuvieron mejores marcas en una serie de ejercicios de inteligencia. A esa edad, los nacidos en invierno y primavera tenían en promedio 210 gramos más de peso, 0.19 cm más de estatura y una circunferencia craneal significativamente más grande que los nacidos en verano y otoño. Asimismo los bebés de invierno eran los más largos, en tanto los de primavera eran los de mayor peso a los siete años, y también los más altos.

Los investigadores, cuyo trabajo se publica en la revista médica Schizophrenia Research, concluyen: "La pauta general de los hallazgos es que los bebés de invierno/primavera son más 'grandes' en las variables antropométricas y a la vez más 'listos' en las variables neurocognitivas seleccionadas".

El nuevo estudio es el más reciente -y mayor- de una serie de proyectos de alcance mundial destinados a evaluar el efecto de las estaciones sobre la salud humana, la longevidad y el desarrollo físico e intelectual. En 2002, científicos del prestigiado Instituto Max Planck de Investigación Demográfica, en Alemania, anunciaron que las personas nacidas en otoño viven más que las de primavera, y no se enferman tanto en la edad avanzada.

Longevidad y salud

Con base en censos de Dinamarca, Austria y Australia, el instituto reveló también un vínculo estacional con la expectativa de vida de los mayores de 50 años. En Austria, por ejemplo, se descubrió que los adultos nacidos entre octubre y diciembre vivían unos siete meses más en promedio que los nacidos entre abril y junio.

Se cree que en el fondo de este fenómeno están los cambios en la dieta y las infecciones de temporada. "Una madre que da a luz en primavera pasa la última parte de su embarazo en invierno, que es cuando come menos vitaminas", señala Gabriele Doblhammer, uno de los científicos que realizaron la investigación. "Normalmente deja de dar el pecho en las semanas calurosas de verano, cuando los niños están propensos a infecciones del sistema digestivo."

La estación en que se nace también puede influir en que una persona sea optimista o pesimista. Los niños de verano tienen una visión más positiva que los gruñones invernales.

Los investigadores estadunidenes y australianos ofrecen diversas explicaciones de tales diferencias. Una teoría es que la causa puede estar en la exposición fetal a factores estacionales cambiantes como temperatura, lluvias y radiación ultravioleta.

© The Independent

Traducción: Jorge Anaya

 
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