Usted está aquí: domingo 22 de enero de 2006 Política "De algo debe servir que nos dejen hablar y denunciar desde aquí"

"De algo debe servir que nos dejen hablar y denunciar desde aquí"

Más que convicción, tres mamás de muchachas asesinadas en Ciudad Juárez viajaron desde la frontera norte hasta el corazón del Zócalo capitalino porque tienen esperanzas de que su voz sea escuchada por la sociedad mexicana. Porque a Paula Flores, Juana Villalobos y Norma Villalobos la vida no les ha dado ninguna razón para creer que las autoridades estatales o federales van a cumplir algún día con sus promesas de esclarecer los feminicidios, entre ellos los de sus hijas. "De algo debe servir que nos dejen hablar y denunciar desde aquí", dicen cuando, temblorosas por los nervios, bajan del imponente escenario en la Plaza de la Constitución.

Por poco y las madres juarenses quedaban fuera del programa del Concierto contra la violencia de género. Para ellas, que a decir de la actriz Vanessa Bauche, deberían haber sido las verdaderas estrellas del evento, no hubo siquiera presupuesto en la producción de la espectacular jornada político-artística iberomexicana. Pero el lapsus no fue irremediable. Algunas organizaciones femeniles mexicanas reaccionaron a tiempo para hacer cooperacha y subir al avión a las mamás de tres víctimas -entre cientos de ellas- de los homicidios seriales que son ya un negro emblema del norte de México.

Lo tienen claro. En entrevista expresan que como madres, ellas tienen derecho a la justicia. Ya no piden. Exigen. Y entienden también que su lucha por que se aclare el asesinato de sus hijas les ha atraído más persecución. Hoy, dice Paula Flores, que a raíz de la muerte de Sagrario se dedicó a organizar a sus vecinos de Lomas de Poleo por una vida mejor, sabe que puede ser reprimida por otros motivos. La poderosa familia Zaragoza -propietaria del monopolio del gas en Ciudad Juárez; a la que en el libro Huesos en el desierto, de Sergio González, se le cita como involucrada en algunos asesinatos seriales de mujeres- quiere desalojar a los colonos para hacer un financiamiento en Lomas de Poleo. Y no escatima en amenazas, especialmente contra la familia de Paula.

La lucha por la justicia ha regado semillas. Hoy, una es organizadora de vecinos en Lomas de Poleo y otra organiza madres solteras en El Mezquital. Juana Villalobos -que sufrió la muerte de su chica de 10 años, Ana María, picada con 16 puñaladas- trabaja en obras de construcción, con albañiles. Gana 900 pesos a la semana para mantener a cuatro hijos que le sobreviven. Aun sin saber escribir, encabeza la Fundación Ana María, donde se asesora a mujeres y niñas víctimas de violencia sexual. "Cuando lo de mi hija, haga de cuenta que me arrancaron un pedazo de mí. Ahora mi vida sólo tiene sentido porque puedo hacer algo por las demás. Llámelo terapia o como quiera. Yo creo que sirve".

Blanche Petrich

 
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