Usted está aquí: domingo 22 de enero de 2006 Sociedad y Justicia EJE CENTRAL

EJE CENTRAL

Cristina Pacheco

¿Morirá el correo?

En el registro diario de nuestros haberes hay pérdidas constantes: desaparecen edificios, calles, jardines, sabores, tradiciones, formas de convivencia, servicios. Perdimos nuestros ferrocarriles y con ellos se fue la dicha de viajar. Podría tener el mismo destino el Servicio Postal Mexicano (Sepomex).

Las señales han sido constantes y progresivas: mientras que los servicios de mensajería privados adquirieron auge muchas de las tradicionales oficinas de correos cerraron. Pongo el ejemplo de la colonia Condesa: la administración 11 desapareció de Benjamín Hill de la noche a la mañana, hace ya muchos años, y los habitantes de la zona tuvimos que acudir a la de Atlixco. Amplia, soleada, con su mesa central de granito y sus botes de pegamento, también se canceló.

A partir de ese momento, para hacer operaciones tan sencillas como enviar una carta o recoger un paquete, la única alternativa fue la administración de Aguascalientes, una de las calles más congestionadas y estrechas de la ciudad. Me enteré de que, a su vez, la habían cerrado cuando recibí un citatorio para recoger un bulto de libros en la oficina de Doctor Vértiz porque en los alrededores de la Condesa ya no queda ninguna.

El viaje de ida y vuelta a la colonia de los Doctores me tomó más de una hora en automóvil y me dejó la triste experiencia de recorrer calles deterioradas, caóticas, áridas, sucias, peligrosas. Comenté la experiencia en mi programa de Radio Capital y pregunté si alguien podía explicarse el decaimiento de un servicio que durante más de un siglo vertebró al país y lo comunicó con el resto del mundo. Fue un medio eficaz, barato y, sobre todo, nuestro.

De inmediato recibí la llamada de Luis Martín Romero Lavadero. Ingresó al Servicio Postal Mexicano en 1980 como eventual; dos años más tarde le otorgaron la plaza. El 17 de diciembre quedó desempleado por lo que él considera un acto de represión y abuso de autoridad:

Los salarios del correo

"El 4 de octubre de 2004 cinco mil trabajadores hicimos una marcha hasta la Secretaría de Comunicaciones. No pudimos hablar con el secretario pero planteamos a sus colaboradores la demanda de que se nos otorgara el salario mínimo burocrático. En ese momento era de 4 mil 300 pesos mensuales.

"Actualmente un cartero, que también es burócrata, gana 3 mil 350 pesos. El salario de los auxiliares -las personas que atienden las ventanillas, venden los timbres, abren los costales de correspondencia- es incluso inferior.

"El argumento para negarnos la homologación ha sido siempre que Sepomex no tiene dinero. De ser así, ¿cómo se explica que el director del servicio gane 163 mil pesos mensuales, los subdirectores 80 mil y los coordinadores 10 mil?"

Los trabajadores no recibieron respuesta a su demanda. Pero hasta el 17 de diciembre de 2005 don Luis y cuatro de sus compañeros fueron dados de baja: "En mi caso el pretexto fue que había quejas de los usuarios en mi contra. También me levantaron un acta por haber abandonado mi puesto sin previo aviso. Nada de eso es verdad y lo demostré con testimonios de personas que conocen mi trabajo y saben que siempre lo he hecho con sentido de responsabilidad y con gusto".

Rutas peligrosas

Al cabo de 22 años de prestar sus servicios en Sepomex don Luis tiene una idea muy precisa de la función que cumple el empleado postal: "Además de que por nuestras manos fluye la actividad económica del país, acortamos las distancias, tendemos puentes entre personas y familias, logramos que la comunidad se mantenga unida.

"Es muy grato entregar a una persona la carta que anhela, el documento que necesita, la publicación que le interesa, la publicidad que lo informa. Nuestro trabajo es muy satisfactorio aunque a veces resulta peligroso. Hay colonias donde abundan los malvivientes, los borrachitos que nos piden dinero, y si no se los damos nos agreden o nos impiden el paso."

Don Luis Martín Romero cubrió durante 15 años las colonias Escuadrón 201 y Héroes de Churubusco. Después lo mandaron a hacer el reparto en la Sinatel y la Ampliación Sinatel: "Mi turno abarcaba de las ocho de la mañana a las dos y media de la tarde. En ese horario cubría 25 calles donde hay casas-habitación, centros comerciales y hospitales. Para hacer mi recorrido me dieron una motocicleta. Lo malo es que si se descomponía me tocaba pagar la compostura y las refacciones, porque en Sepomex, donde los sueldos de los jefes son tan altos, no queda dinero para otros gastos.

"Al trabajador que gana menos de cuatro mil pesos le resulta muy pesado pagar hasta la compostura más sencilla. Es todavía más grave la situación de los compañeros que se dedican a sacar la correspondencia de los buzones o a repartir paquetería. Circulan en camionetas en pésimas condiciones, a veces ni siquiera tienen frenos, y no les entregan a tiempo su equipo: overoles, fajas y cascos. Esto último vuelve muy peligroso su trabajo. Nada menos el 30 de diciembre, a las diez y media de la mañana, falleció un compañero al que se le atravesó una camioneta de Petróleos Mexicanos. El chofer iba en estado de ebriedad, pero enseguida lo dejaron salir de la delegación Azcapotzalco. En cambio, a la familia del cartero fallecido ni siquiera se le dio asesoría legal. Los trabajadores de la administración 17 se manifestaron para pedir que los vehículos tengan seguro de cobertura amplia."

Para ceder el terreno

Durante sus años de servicio don Luis pudo ver cómo iba reduciéndose y debilitándose el Servicio Postal Mexicano: "En toda la República éramos 28 mil trabajadores; quedan sólo 19 mil 500. Antes había al menos una administración de correos en cada delegación del Distrito Federal: eran 153, y ahora sólo funcionan 117 para el Distrito Federal y la zona conurbada. A pesar de que nuestras oficinas no pagan renta ni luz, con el pretexto de que son incosteables, han cerrado muchas, entre ellas algunas muy importantes. Los horarios también se redujeron: dábamos atención al público desde las ocho de la mañana hasta las ocho de la noche. Ahora se suspende el servicio a las tres de la tarde".

En la actualidad, junto a los tres mil carteros que cubren el servicio, hay dos mil auxiliares en las oficinas: "Ellos están encargados de atender las ventanillas. Para realizar su trabajo carecen de lo mínimo indispensable: no tienen lápices ni plumas para registrar la correspondencia en los libros; les falta papelería oficial y tienen que hacer las facturas en papel reciclado.

"En esas condiciones no se les puede pedir que den un buen servicio. Las autoridades lo saben y han oído las protestas de los usuarios, pero no remedian nada. Les conviene que el servicio sea cada vez más ineficiente y así tener un pretexto para eliminarlo y ceder el terreno a los servicios de mensajería privada.

"Esto es muy grave: deja en manos de agencias extranjeras nuestras comunicaciones y condena al aislamiento a la mayoría de los mexicanos, a los más pobres. Un trabajador que gana salario mínimo o ejerce el comercio ambulante nunca podrá pagar la mensajería privada, donde cobran decenas o cientos de pesos por el envío de un sobre o un paquete."

Internet no es para todos

En tiempos recientes el mayor volumen de piezas que distribuía don Luis lo integraban correspondencia bancaria, documentación de Hacienda, recibos telefónicos, cheques del Tesoro que reciben los jubilados estadunidenses y materiales impresos. "Pero también repartía a diario un promedio de entre diez y quince cartas. Son pocas en comparación a otras épocas, pero no creo que se deba a que las personas prefieran comunicarse a través de la Internet o el fax: el motivo es tan simple como que desaparecieron las oficinas de correos y no hay dónde comprar los timbres."

A lo largo de sus jornadas de trabajo don Luis pudo ver las diversas realidades que coinciden en la ciudad: "Me tocó trabajar en colonias de clase media, como la Ampliación Sinatel, pero en el Distrito Federal hay zonas muy pobres. Allí viven familias llegadas de la provincia y hay muchos desempleados. Carecen de todo, apenas pueden cubrir sus gastos diarios. ¡Cómo van a tener dinero para comprarse una computadora y pagar Internet? Para esas personas el correo es vital: del servicio depende que puedan comunicarse, a bajo costo, con los parientes que viven en otras entidades o en Estados Unidos".

Don Luis hace una última reflexión: "Por desgracia las actuales autoridades de Sepomex ha olvidado algo crucial: por el correo fluye algo tan importante o más que los documentos e impresos: la vida personal, la historia de las familias mexicanas".

 
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