Usted está aquí: jueves 26 de enero de 2006 Opinión Evo Morales: la otra globalización

Martí Batres

Evo Morales: la otra globalización

El triunfo de Evo Morales en Bolivia ha transformado el estado de ánimo de la gente no sólo en ese país, sino también en el conjunto de América Latina. Con él suman ya siete mandatarios que se asumen de izquierda o centro izquierda en América Latina. El conjunto lo forman Luiz Inacio Lula da Silva, de Brasil; Hugo Chávez, de Venezuela; Néstor Kirchner, de Argentina; Tabaré Vázquez, de Uruguay; Martín Torrijos, de Panamá; Michelle Bachelet, de Chile, y ahora Evo Morales, en Bolivia. Cada uno de ellos tiene su propio estilo, sus propias prioridades nacionales, sus fortalezas y debilidades, pero en su conjunto están cambiando la correlación de fuerzas en el continente. A pesar de sus notables diferencias discursivas y doctrinarias, todos tienen como denominador común una historia de lucha política y social que resistió y enfrentó dictaduras o gobiernos neoliberales, como también coinciden en que su ascenso al poder se ha dado a través de la vía electoral.

Los nuevos gobiernos de izquierda en América Latina no han surgido de revoluciones, no ejercen el gobierno a través de un sistema político monolítico. Esos nuevos liderazgos han triunfado en las urnas y en el marco de una realidad económica, política y social que les pone enormes limitaciones. Enfrentan a medios de comunicación adversos, tienen sobre sus países el enorme poder de las trasnacionales, en algunos casos son presionados por el poder cultural de las derechas, en otros no cuentan con mayorías parlamentarias. Poderes políticos de facto, grandes poderes económicos nacionales o trasnacionales y poderes culturales de la derecha limitan las posibilidades de estos gobiernos. En algunos casos se ha criticado la moderación de la política exterior de gobiernos como el de Chile, en otros los excesos verbales de gobiernos como el de Venezuela, en algún otro la falta de una política social más intensa como en Brasil. Sin embargo, de cualquier manera, estamos ante una nueva realidad latinoamericana.

Evo Morales enfrentará las mismas dificultades, pero su triunfo representa ya una bocanada de aire fresco para los excluidos de América Latina. Su victoria ya es una transformación cultural. Es el indígena que llega al primer cargo político de su país. Es el hombre que rehúsa disfrazarse de político, desdeña el saco y la corbata, y desprecia el protocolo de los hombres del poder. Sencillo, humilde, declara su admiración por el Che Guevara y defiende a Cuba. Polemiza con Vicente Fox y defiende el gas natural de su país. Evo es una expectativa, es una esperanza, es un símbolo.

Los temas de Evo Morales son también emblemáticos: la reivindicación de los pueblos indígenas, la defensa de sus energéticos, la lucha contra la pobreza, la compleja relación con las grandes empresas trasnacionales del mundo. Llama la atención la forma en que aborda el inicio de su tarea. Evo le está hablando al mundo. No está encerrado en las fronteras de su país. Ve hacia el Caribe, amarra sus compromisos con el cono sur, visita Europa, lanza un lazo hacia el lejano Oriente. Evo Morales nos está diciendo que quiere gobernar con un programa de izquierda pero en el marco de la globalización. En lugar de encerrarse, Evo sale hacia el exterior y busca soluciones a los problemas de su país en el mundo. Tal vez estemos ante una forma diferente y nueva de gobernar, por lo demás imprescindible. Atacar las grandes desigualdades que se dan al interior de cada uno de nuestros países no podrá hacerse ignorando la nueva realidad mundial. La agudización de la desigualdad en nuestros países de América Latina tiene mucho que ver con el entorno internacional. Fortalecer el multilateralismo, contribuir a un mundo multipolar, equilibrar el poder de la gran potencia económica generando otros poderes, fortalecer a América Latina como una región económica, equilibrar la inversión extranjera con Europa y con Asia, decidir el destino internacional de nuestros energéticos, fortalecer culturalmente al mundo de habla hispana, todo ello podrá traducirse en mayores niveles de igualdad social al interior de cada nación latinoamericana. Seguramente habrá diferencias en los estilos, las prioridades, las alianzas, que cada gobierno de América Latina tenga que enfrentar. Seguramente el proceso mexicano tendrá que tomar en cuenta otras realidades como la cercanía de Estados Unidos o la existencia de ciertos polos de desarrollo al interior del país. Que puede enfrentar todas las dificultades y obstáculos que tiene enfrente de sí, es nuestro deseo para Evo Morales, por el bien del pueblo boliviano y de los pueblos latinoamericanos.

 
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