Usted está aquí: sábado 28 de enero de 2006 Ciencias Restos orbitantes de artefactos espaciales plantean grave riesgo para naves en activo

Esta semana se reúnen en París expertos para considerar soluciones

Restos orbitantes de artefactos espaciales plantean grave riesgo para naves en activo

Los fragmentos de diámetro mayor de un centímetro son considerados realmente peligrosos

AFP

París, 27 de enero. Los restos de artefactos representan un importante peligro para los satélites o para las naves tripuladas, lo que ha llevado a las agencias espaciales a dotarse de medios para evitar que los cielos se conviertan en un basurero de alto riesgo.

Un grupo de expertos europeos participó esta semana en París en un taller de reflexión sobre la eliminación de los satélites geoestacionarios caídos en desuso y sobre cómo hacer "para que los restos no aumenten" en la zona donde están, dijo David Assemat, del Centro Nacional de Estudios Espaciales (CNES).

El problema de los objetos situados a una altitud de 36 mil kilómetros -la de los satélites geoestacionarios- es que "se quedarán eternamente", recordó por su lado Fernad Alby, responsable de "restos espaciales" en el CNES.

Actualmente hay censados en esta zona mil 124 objetos, de los cuales sólo 346 son satélites en actividad (telecomunicaciones, observación de la Tierra, etcétera). Los otros son satélites desactivados, o restos de cohetes lanzadores.

Hay un código de conducta europeo sobre los restos espaciales que completa los principios discutidos en el contexto del Inter Agency Space Debris Coordination Committee (IADC) y en las Naciones Unidas (Comité sobre el uso pacífico del espacio extra-atmósferico).

El principio es que un operador debe, al término de la vida de un satélite geoestacionario, encender sus motores para propulsarlo 300 kilómetros más arriba, a una órbita "cementerio". Pero se trata "sólo de recomendaciones. No hay un mecanismo que obligue a hacerlo", subrayó Darty.

De hecho, en los pasado ocho años, para este tipo de satélites, un tercio de los operadores aplicaron correctamente las directivas, un tercio parcialmente y un tercio no hizo nada, aumentando así el peligro de colisión.

El espacio es, en efecto, una zona de riesgo, con una "población" de restos gravitando en torno a la Tierra calculada en unos 9 mil 600 objetos de más de 10 centímetros, 200 mil objetos de uno a 10 centímetros, y varias decenas de millones de objetos de menos de un centímetro.

Estos restos son realmente peligrosos a partir de la talla de un centímetro de diámetro, aunque un objeto de un milímetro puede perforar un espesor de cuatro centímetros de aluminio. Una capa blindada puede ofrecer protección, como en el caso de la Estación Espacial Internacional (EEI), a todos los vehículos tripulados o a ciertas partes vitales de satélites o sondas.

Los verdaderos accidentes son raros. En 1996, el satélite de observación militar francés fue averiado por un elemento del cohete Ariane; más recientemente, dos objetos rusos chocaron, y en 2005 un piso superior del transbordador estadunidense chocó con un resto chino.

Los artefactos espaciales son de todos modos frecuentemente alcanzados por pequeños objetos. Un hueco de más de un centímetro de diámetro fue observado en 1993 en una antena del telescopio espacial Hubble. La agencia espacial estadunidense (NASA) ha debido remplazar un centenar de veces los vidrios de sus transbordadores espaciales, blanco de los microrrestos, y verifica tres veces por día si algún trozo grueso no amenaza a la EEI.

 
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