Usted está aquí: sábado 28 de enero de 2006 Disquero El recalentado

El recalentado

Anoche el planeta entero giró en la fiesta por el cumpleaños de Mozart. Como en los buenos ágapes, el recalentado siempre es exquisito. Y como todo el resto del año va a seguir la fiesta, vale la pena revisar algunas joyas de entre las novedades discográficas que desató la efemérides, así como ejemplares valiosísimos que se consiguen con relativa facilidad en México. Es el caso de una grabación que es un tesoro: Clifford Curzon. Benjamin Britten. Mozart (discos DECCA) con los conciertos 20 y 27 de Wolfangus Amadeus Muzartus.

Clifford Curzon (1907-1982) fue reconocido en su época como ''el más mozartiano de todos los pianistas vivientes". Benjamin Britten (1913-1976) es valorado como uno de los más grandes compositores del siglo XX y también, al igual que Mahler, muy cercano al ideal más cabal de lo mozartiano, que es toda una poética. Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791) es el más grande compositor de toda la historia, sin perder de vista (mucho menos de oído, a Johann Sebastian Bach, Gustav Mahler, Arvo Pärt, et al). Es quien mejor ha logrado retratar la naturaleza humana, con toda la intensidad de los imanes más poderosos y los más dinamogénicos: el Eros y el Tánatos.

Esto queda patente en la potencia avasalladora que contiene este disco, además de que es un privilegio escuchar una grabación dirigida por un compositor que es un gigante, una leyenda que además de compositor fue a su vez un gran pianista.

Los conciertos 20 y 27 son, además de ejemplos cumbre del máximo desarrollo de técnica y estilo que logró el Arcángel Mozart, porciones del repertorio más conocido en las salas de concierto y entre audiófilos.

Después de escuchar muchas versiones de estas mismas obras (incluidas las de los jazzistas Chick Corea, Keith Jarrett y el acercamiento más cercano, a cargo de Uri Caine anoche en la sala Nezahualcóyotl), cuando uno pone este disco, es decir, la versión de Curzon dirigida por Britten con la English Chamber Orchestra, no puede más que levitar, exultar, gemir de placer, gritar de asombro, bailar de alegría, sonreír como seña del tremendo regocijo que revolotea alma adentro, dar gracias a Mozart por tanta, tantísima belleza y tanta vida luminosa, y por supuesto a Britten y al maestrísimo Curzon por este disco que es un curso entero (para algunos un cursillo pero para nadie cursi) del esplendor de Mozart al piano.

Después de escuchar y escuchar este tesoro discográfico y después de festejar, anoche en la sala Nezahualcóyotl, a Volfi Mozart, hoy corresponde servirnos el recalentado y seguir escuchando a Mozart todo el año y toda la vida, como siempre.

Pablo Espinosa

 
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