Usted está aquí: sábado 28 de enero de 2006 Opinión Gasolineros

Arturo Alcalde Justiniani

Gasolineros

Mañana cumple seis años de vida un sindicato fuera de serie: el Sindicato de Trabajadores de Casas Comerciales (Stracc), conocido entre los trabajadores gasolineros, de limpieza de baños, pequeños comercios y de servicios en el Distrito Federal como una organización democrática y honesta, que decidieron constituir hombres y mujeres para defender sus derechos laborales.

Su experiencia ha sido difícil por los múltiples riesgos que ha supuesto su gran aventura. Han debido enfrentarse a patrones que utilizan toda clase de argucias para negar los derechos elementales que la ley otorga a los trabajadores. También han visto de cerca la lentitud de las autoridades del trabajo para desahogar procedimientos laborales que, diseñados para ser atendidos en semanas, requieren largos años para concluirse, provocando su desánimo y desesperación.

En la ciudad de México operan 360 estaciones de gasolina en las que laboran alrededor de 12 mil trabajadores. Comparten con otras pequeñas empresas la precariedad en sus condiciones laborales. La mayor parte de ellos no reciben salario alguno, ni siquiera el mínimo; tampoco las prestaciones de ley y su remuneración depende totalmente de las propinas que otorgan los clientes. Para colmo, los empresarios, aprovechándose de la necesidad que tienen los trabajadores, reclaman una parte de esas propinas y servicios adicionales gratuitos por concepto de "pago de piso". Todo esto a pesar de que sus contratos de franquicia con Petróleos Mexicanos imponen como obligación ineludible respetar las leyes laborales, so pena de rescisión.

Próximamente se revisarán estos contratos y deberá evaluarse el nivel de cumplimiento de la cláusula laboral.

Las triquiñuelas patronales utilizadas para impedir que estos trabajadores ejerzan sus derechos son interminables: se les obliga a suscribir documentos en blanco para ser utilizados más tarde como renuncias o falsos recibos; en otros casos, pagarés, con la amenaza de que serán cobrados si llegan a reclamar sus derechos. Como complemento a esta política se les imponen sindicatos de la peor calaña, muchos de ellos encabezados por golpeadores o personajes siniestros, que buscan inhibir la organización colectiva.

Los agremiados del Stracc han decidido rechazar estas inhumanas condiciones de trabajo. Es un sindicato modesto en apariencia, pero gigante en sus luchas y resistencia, y sus integrantes han asumido el reto de jugársela en un sector casi olvidado, que como van las cosas en el mundo del empleo se engrosará cada día más. En ese espejo convendría vernos.

No hay mejor manera de conocer a estos luchadores en favor de la vida que escuchando sus denuncias concretas en contra de empresarios, autoridades laborales, redes de influencia y prácticas de opresión que indignarían a cualquier ciudadano común. Las historias tienen patrones de conducta comunes: enredos jurídicos, extrema lentitud de la autoridad laboral apoyada en cualquier cantidad de excusas, actos de violencia que quedan impunes y casi siempre el dramático saldo de los despidos masivos.

Del amplio pliego de sus denuncias, su secretario general, Salvador Arellano Ayala, destaca las dificultades que viven en tres estaciones de gasolina: la primera, denominada Centinela, ubicada en Calzada de Tlalpan, dos cuadras al norte de Taxqueña, propiedad de Luis Caballero Navarro, en la que el dueño, contando con la actitud complaciente de las autoridades laborales, despojó al sindicato democrático de su representación mediante la burda maniobra de inflar artificialmente la nómina dos meses antes del recuento sindical, incluida el alta de los trabajadores en el Instituto Mexicano del Seguro Social. Así, lograron votar personas desconocidas en el centro laboral y alterar las votaciones en favor del patrón.

Las presiones se complementaron con grupos de golpeadores presentes en el propio local de la junta laboral y, finalmente, el consabido despido colectivo.

La segunda denuncia hace referencia a la gasolinera Axa, de Milpa Alta, propiedad de Ernesto Aguilar Apiz, en la que también aparecieron las renuncias en blanco, con el detalle original de que se utilizaron los documentos firmados por los empleados al recibir su ropa de trabajo. Estos fueron recortados y en el reducido espacio superior a la firma se colocó el texto de la renuncia. Después de año y medio de concluido el recuento, los trabajadores esperan aún el laudo laboral, con sus despedidos de por medio.

En otro expendio conocido como Nivel Superior, cercano a la glorieta de Vaqueritos, propiedad de Enrique de Hita Yibale, los trabajadores han esperado tres largos años para poder expresar su voluntad en favor del sindicato democrático en el recuento de ley. Este fue programado para el 18 de noviembre del año pasado; sin embargo, fue violentamente suspendido por la presencia de 40 golpeadores. A la mala noticia habría que agregar la decisión de la junta laboral de reponer todo el procedimiento desde su inicio, justificándose en un error procesal en la notificación. Imaginemos la indignación de los trabajadores y sus familias.

No todos los empresarios se resisten al cumplimiento de sus obligaciones laborales. El Stracc ha decidido reconocer públicamente la actitud de aquellos que cumplen con el pago salarial, de seguridad social, contratación colectiva y respeto al derecho de asociación. Para ello realizan una campaña que favorezca el consumo en estos expendios; así nace la Jornada en favor de la gasolina democrática. En la lista brindada por los trabajadores se incluyen, entre otras, las estaciones Gasoil, de Fernando González Guerra, ubicada en División del Norte y Xicoténcatl; GASAL, propiedad de Benjamín Trillo, ubicada a un lado de la Plaza Inn: Servicio Sta. Ursula, de Tomás Puebla, en Calzada de Tlalpan 3039, y SINSA, de Luis Ortega, en el Eje 8 Sur Popocatépetl. Estos empresarios han comprobado que tratar con un sindicato honesto y democrático repercute en un servicio de calidad, y que cumplir con la ley da garantías de estabilidad a sus negocios y al país.

 
Compartir la nota:

Puede compartir la nota con otros lectores usando los servicios de del.icio.us, Fresqui y menéame, o puede conocer si existe algún blog que esté haciendo referencia a la misma a través de Technorati.