La Jornada Semanal,   domingo 29 de enero  de 2006        núm. 569

NMORALES MUÑOZ.

ENTREVISTA CON THEODOROS TERZOPOULOS (II Y ÚLTIMA)


—Borges se confesaba admirado de que un país tan pequeño como Grecia hubiera dado tanto al mundo estéticamente. Al respecto, y retomando la pregunta que usted plantea en el programa de mano, ¿qué hubiera pasado si conociéramos las obras completas de Esquilo, todas sus tragedias?

—El mundo sería mejor, sin duda.

—¿Es mejor este mundo con el teatro?

—Esto no nada más es teatro, la tragedia son muchas cosas, la filosofía, la política; es la sociedad, es el desarrollo del hombre, es la evolución del hombre, porque la tragedia era la emancipación del todo.

—Enrique Olmos: Y si el nombre es arquetipo de la cosa, como propuso Cratilo, ¿la tragedia es el arquetipo del ser humano contemporáneo?

—Así es. Porque desde este punto de vista el Partenón también es un arquetipo, y lo que se ve en la Grecia antigua es un arquetipo, y la frase en la tragedia, la palabra en la tragedia, es una unidad, una parte, un trozo; es en realidad una imagen de la esencia, es el logotipo, lo que existe ahí es absoluto como los arquetipos, no es relativo, es radical como la ley.

—¿Cómo trabajar con estas bases, con estas posiciones tan básicas y tan radicales a la vez, cómo transmitirlas a los actores?

—Nuestro grupo de teatro tiene más de quinientos ejercicios para el relajamiento, solamente para el relajamiento del actor. Esto significa que el actor tiene que sacar toda su energía cotidiana y nulificar aun sus conocimientos académicos y de la infancia para empezar desde nada y llegar justamente a la nada. A partir de ahí empieza el trabajo. Si tienes cargada la cabeza y el cuerpo con cosas que salen sobrando no puedes llegar a este punto cero. Las referencias no se encuentran en la cotidianidad, tienen que estar en uno mismo, gestarse desde el interior y luego proyectarse.

—Enrique Olmos: ¿Cuánta resistencia puede existir en un actor para ponerse en una posición tan vulnerable?

—Todo es relativo: la mente puede dar una orden al actor para que disminuya su resistencia y ahí es donde el actor necesita una concentración muy precisa, que no puede romperse ni por un instante. Es una sesión de concentración, y concentración implica disciplina.

—Sabemos poco de teatro griego contemporáneo en México. ¿Cuál sería un diagnóstico general de la situación del teatro en su país?

—Grecia dio a luz a muchos grandes poetas (Kavafis, Elytis, Seferis) y también a grandes cantantes de ópera, pero no tiene grandes escritores de teatro porque existen los grandes antiguos y ese es un obstáculo. Muchas veces se escribe sobre las obras de los clásicos, pero no tienen éxito, son dramas muy pobres...

Existen influencias de Europa, hay un enredo con respecto a la lectura de la tragedia. Lo que suele hacerse son adaptaciones del teatro griego clásico pero a través de los ojos de Occidente, una verdadera locura que se traduce en una traición… Pero debo decir que ante todo la traición es la base de la evolución, así que no pierdo las esperanzas…

—¿Podemos concluir a partir de esto que para que un teatro nacional se consolide se necesita una dramaturgia fuerte?

—Sí, pero no solamente se requiere de eso. También hace falta una gran escuela de teatro para actores, para directores de teatro, lo cual significa que se necesitan profesores muy sólidos... ¿y dónde los vas a encontrar en el mundo contemporáneo? Son pocos, y un mundo sin maestros ni alumnos está condenado a morir.

—Enrique Olmos: Finalmente, hablando de teatro contem-poráneo, ¿qué opina de la concesión del Premio Nobel a Harold Pinter?

—Yo creo que se alegró muchísimo de ganar tanto dinero… Aunque Pinter es importante, creo más en Beckett y en Fo, porque sus obras son transgresiones a los acontecimientos sociales. Pinter como persona ha ido siempre en contra del imperialismo de Estados Unidos, de Bush, aunque esto no se ha reflejado tanto en su obra. No es tan fuerte como la de Beckett, por ejemplo, aunque los textos de Pinter demandan mucho de los actores,
lo que los hace valiosos.

—¿Qué sentido tiene hacer teatro en la era de un imperio tan abrumador?

—Ojalá pudiéramos tomar las armas en nuestras manos, pero no podemos. Entonces tenemos que encontrar una pequeña forma de resistencia. El arte puede ser una pequeña resistencia frente al mal que nos rodea y que desgraciadamente nos ha afectado. Müller dijo algo muy oscuro: que sólo una tercera guerra mundial nos va a salvar del desastre.

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