Usted está aquí: martes 31 de enero de 2006 Capital Vale más persignarse al entrar a la Plaza México: ex comisionado

El jefe de Gobierno sabe que el coso está fuera de toda norma en seguridad, señala

Vale más persignarse al entrar a la Plaza México: ex comisionado

Lo más urgente, poner orden en el callejón; es un desgarriate, afirma Carlos Mendoza Aupetit

LUMBRERA CHICO

Ampliar la imagen Gran susto se llevaron los asistentes a la Plaza México el domingo pasado, cuando el toro Pajarito saltó hasta el primer tendido, provocando lesiones a por lo menos siete personas Foto: Cristopher Velázquez/Micphotopress

"Si las autoridades no garantizan la seguridad del público en la Plaza México más vale que la gente, al entrar, se persigne igual que los toreros", propuso ayer el ex presidente de la Comisión Taurina del Distrito Federal, Carlos Mendoza Aupetit, al conocer las "irresponsables" declaraciones del alcalde capitalino, Alejandro Encinas Rodríguez, quien restó importancia al incidente del domingo pasado cuando un toro saltó a las tribunas e hirió a siete espectadores, entre ellos la antropóloga Julieta Gil, directora del Museo del Fuerte de San Diego, que recibió una cornada en el bajo vientre.

"Está fuera de toda discusión: el toro al brincar se apoyó en la barrera y después en el tejado que cubre el burladero de los periodistas Addiel Bolio y Angel Díaz de León, que es una plataforma de cemento. Encinas dice que esto no había ocurrido en 60 años, pero la verdad es que los tejados de cemento tienen menos de 10 años, porque antes eran de lámina y no ofrecían el mismo peligro que ahora", agregó el ex funcionario, antes de lanzar una demanda concreta:

"El Gobierno del Distrito Federal (GDF) está obligado a exigir que todos esos tejados sean demolidos. ¿Qué está esperando Encinas para intervenir enégicamente? ¿Qué haya muertos? El sabe que, en materia de seguridad, la plaza está fuera de toda norma, y que no aprobaría un peritaje de la dirección de Protección Civil. ¿Por qué no hace nada? Nosotros le enviamos una montaña de expedientes señalando diversas anomalías pero nunca nos tomó en cuenta".

Aspirante a matador de toros en su juventud, reconocido videoasta, Mendoza precisó que uno de los aspectos que requieren mayor atención de las autoridades capitalinas es el desorden que impera en el callejón de la plaza. "De acuerdo con el reglamento vigente allí sólo pueden estar los toreros, sus cuadrillas, los apoderados y mozos de estoques, el empresario, los médicos, los ganaderos, los veterinarios, el personaje de limpieza y algunos periodistas".

Sin embargo, añadió, "ese callejón es un desgarriate, hay decenas de invitados, el empresario les sirve bebidas alcohólicas en vasos de vidrio, y en la corrida del domingo, lo que ya es el colmo, había un obispo jugando dizque a apoderado de uno de los diestros, moviéndose por el callejón de manera tan irresponsable que si un toro hubiera saltado cerca de donde estaba él, tal vez en estos momentos el Papa tendría que estar barajando nombres para designar a su sucesor en la diócesis de Ecatepec", especuló Mendoza.

Callejón de un solo hombre

"A mí, en lo personal, el inspector de autoridad, Eduardo Moreno, me reconoció que no puede controlar el callejón porque ahí solamente se hace lo que ordena el empresario, Rafael Herrerías", subrayó.

-La televisión ha montado una campaña para hacer creer a la opinión pública que el toro nunca se apoyó en el techito de cemento que protege a los periodistas. En contra de eso, el ganadero Germán Mercado Lam mostró la huella de una pezuña de toro en esa superficie sólida -se le dijo a Mendoza.

-Lo que sucedió era algo que nadie hubiera podido prever -contestó-, pero si ya ocurrió una vez esto significa que puede volver a pasar, quizá con consecuencias más graves. Que el toro se apoyó en el tejado está fuera de toda discusión. Que esto no había ocurrido en 60 años es una manera de mentir con estadísticas, como decía Mark Twain, porque los tejados son de la época de Herrerías, que tiene 13 años al frente del coso.

Por otra parte, amigos de la antropóloga Julieta Gil se comunicaron con este reportero para desmentir que sea una "anciana", como publicó ayer en este diario. "Es una mujer de 59 años, muy activa y dinámica, y muy aficionada a los toros, que tiene el cabello blanco y no se viste con ropa juvenil, pero no es una anciana".

Especialista en etnología, la señora Gil fue directora del Museo Nacional de las Culturas, sito en la calle de Moneda, y actualmente se desempeña como directora del Museo del Fuerte de San Diego. Por ahora continúa internada en la Clínica Londres, donde hasta ayer no se habían proporcionado informes sobre su estado de salud.

 
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