Usted está aquí: martes 31 de enero de 2006 Opinión Fox: disyuntiva amarga

Editorial

Fox: disyuntiva amarga

Al cierre de esta edición, la comisión especial formada en la Cámara de Diputados para investigar las posibles actividades ilícitas de Manuel Bribiesca Sahagún al amparo de las influencias de su madre, Marta Sahagún de Fox, seguía trabajando en un informe que, salvo alteraciones sustanciales de última hora, será un señalamiento inequívoco y contundente de la descomposición que impera en el entorno presidencial y que pondrá al Ejecutivo federal en la disyuntiva de ordenar el inicio de una investigación formal por la Procuraduría General de la República (PGR) o tocar fondo en el descrédito que ha venido acumulando a lo largo de un lustro.

Una sola cita del texto que se discutía ayer muestra claramente el sentido del documento: "... la opinión pública fue sorprendida con el conocimiento de hechos y conductas desplegadas por algunos miembros de la familia del Presidente de la República, que lindan en la esfera de una profunda corrupción pública que lastima la moral y atenta contra los principios más elementales del orden jurídico de la nación".

A lo largo de estos meses ha sido notorio el afán del grupo en el poder por entorpecer, anular, desaparecer, la tarea de la comisión que preside la perredista Martha Lucía Micher y que integran, entre otros, la priísta Sofía Castro; Jesús González Schmall, de Convergencia, y el panista Federico Döring, en el papel de abogado del diablo. En una acción concertada que pareció siempre un ejercicio de encubrimiento, la Presidencia de la República, la PGR, la Secretaría de Gobernación, el gobierno de Guanajuato y la Secretaría de la Función Pública (SFP), entre otros organismos, se empeñaron en desacreditar la investigación, en ocultar lo inocultable y en negarse a cumplir con sus responsabilidades de oficio. El titular del Ejecutivo llegó a extremos lamentables, como faltar al respeto a Micher y a Castro con expresiones altisonantes y, posteriormente, extender una exculpación al hijo de su esposa, en abierta contravención de las limitaciones de su cargo, de la separación de poderes, de la imparcialidad que exige su investidura y del más elemental sentido republicano. En ese afán el propio Vicente Fox terminó de desacreditar sus propósitos de transparencia, rendición de cuentas y honestidad y dilapidó, con ello, la autoridad moral que hubiera podido quedarle para el último año de su sexenio.

Mención especial merece el deplorable desempeño del PRI en todo este episodio. Para la dirigencia priísta y para la coordinación de la fracción tricolor en la Cámara de Diputados, la investigación de los presuntos tráficos de influencias en favor de Bribiesca Sahagún fue, en todo momento, una moneda de cambio para negociar el intercambio de impunidades ­o de otras cosas­ con el grupo gobernante. Un ejemplo de lo evidente: tras ser acusado de frenar la pesquisa parlamentaria a cambio de apoyo político, el legislador priísta Wintilo Vega, segundo de a bordo de Emilio Chuayffet, no tuvo empacho en admitir públicamente que buscaba el respaldo de Marta Sahagún y de un socio de Bribiesca Sahagún a su campaña por la gubernatura de Guanajuato.

Si el foxismo hubiese comprendido a cabalidad el sentido de la transparencia y la rendición de cuentas como valores de gobierno, acaso habría podido evitarse desde un principio el penosísimo trance en que se ha colocado a sí mismo. Si el Presidente hubiese ordenado esclarecer las presuntas irregularidades de su hijastro y de los funcionarios públicos que tuvieron que coludirse con éste, habría podido sortear la situación de manera honorable: ya fuera por la demostración apegada a derecho de la alegada inocencia, o bien por un hallazgo de culpabilidad que habría deslindado a su administración de los posibles delitos y que incluso habría enaltecido a una Presidencia capaz de perseguir la corrupción en sus entornos más íntimos. Hoy, la única manera en que Fox podría remontar en algo el desprestigio y la imagen de masiva corrupción que proyecta su gobierno sería que cumpliera lo dispuesto en las leyes y ordenara al procurador iniciar una averiguación previa contra Bribiesca Sahagún. Si actuara de esa forma podría incluso limitar los daños que el episodio conlleva para él mismo, para su círculo inmediato, para su partido y para el aspirante presidencial blanquiazul, Felipe Calderón, correligionario y ex colaborador del actual mandatario, que no hallará, en esta circunstancia, muchos ciudadanos dispuestos a creerle sus propósitos de "respetar al Congreso de la Unión" en caso de que llegue a Los Pinos.

 
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