Usted está aquí: jueves 2 de febrero de 2006 Cultura Rodrigo Moya rescata la historia del ferrocarril México-Cuautla

El fotógrafo abrirá su exposición El trenecito en la Galería López Quiroga

Rodrigo Moya rescata la historia del ferrocarril México-Cuautla

Incluye 30 imágenes captadas durante el rodaje del filme La soldadera, en 1966

''Todos sentimos nostalgia tremenda y mucha ira por la falta de ese medio de transporte'', deplora

MERRY MACMASTERS

Ampliar la imagen La muchacha, una de las fotografías tomadas por Rodrigo Moya hace 40 años, que forma parte de su exposición El trenecito

El trenecito emerge con estruendo del archivo fotográfico de Rodrigo Moya (1934), en pleno proceso de clasificación, para materializarse en la exposición del mismo nombre con alrededor de 30 imágenes que será inaugurada el próximo sábado en la Galería López Quiroga.

También se editó un portafolios de 25 ejemplares con seis fotografías, diseñado por Susan Flaherty, con el apoyo e ideas de Ramón López Quiroga.

No se trata de un ferrocarril cualquiera, sino del que recorría la desaparecida ruta México-Cuautla, de vía angosta. Tampoco de un encargo rutinario para el otrora fotógrafo de prensa.

El trenecito fue un reportaje que Moya hizo en 1966 para la revista Sucesos, cuyo director era Gustavo Alatriste, casado entonces con la actriz Silvia Pinal, quien filmaba La soldadera, opera prima de José Bolaños.

Moya ya había fotografiado las filmaciones de varias películas de cine independiente, como Las dos Elenas, basada en un cuento de Carlos Fuentes.

Como era su costumbre, de ser posible, Moya viajó al sitio unos días antes para conocer la situación. Encontró un tren en decadencia, pero en pleno servicio local, pues transportaba pasajeros y mercancías.

Pieza de museo

El recorrido del ferrocarril México-Cuautla se había reducido a traslados locales y un viaje turístico los domingos, para el cual se había arreglado un vagón.

Moya vio el tren hace poco en Cuautla, abandonado, los vagones destrozados, sin ningún intento por conservarlo, inclusive como pieza de museo.

Cuando el tren se detuvo en aquella estación de la antigua ruta, el fotógrafo pudo observar el movimiento, pues las personas tenían conocimiento del rodaje y muchos habían sido contratados como extras. Los protagonistas de la primera parte de la serie eran personas de los pueblos aledaños, como La muchacha, que después se vio como extra.

-¿Qué fue lo que le impactó al llegar a la locación?

-Lo cuento en un pequeño texto, fue el páramo donde se iba a hacer la filmación, una zona muy pobre.

''Cuando llegó el tren fue muy espectacular ver una maquinita como de película o de la infancia -mi padre fue gran usuario de los trenes-, y todo el comportamiento de una estación mexicana clásica: los vendedores de paletas, tamales, agua de limón; el garrotero daba órdenes y después se fue.

''Durante esa hora, hora y media, que estuvo la máquina fue cuando hice estas fotografías. Tuve tiempo de hacer unos emplazamientos con intenciones absolutamente plásticas dentro de lo documental, porque vi elementos que me atrajeron."

Al regresar dos o tres días después, Moya encontró el tren transformado en un personaje de la película. Lo habían ''maquillado", tenía otra chimenea, echaba mucho humo, tenía más vagones y, por tanto, era más largo, con revolucionarios adelante, los techos llenos de ametralladoras y soldaderas.

En ese momento realizó la segunda parte del reportaje, que son las fotos que hizo con Silvia Pinal, pero ''no en el sentido de still cinematográfico, sino en el estilo de reportaje, al seguir la filmación y algunas acciones provocadas. Fotografié el rodaje de la película", agrega.

Maravillosos, lentos e impuntuales

Una de las razones de la exposición, explica Moya, es que ''al ver a fondo lo que tengo de ferrocarriles resulta una serie de fotos conmovedoras, porque México viajó en tren durante casi un siglo. Y los trenes eran maravillosos, lentos e impuntuales. Alguien me dijo que la ciudad de México es la única capital donde no se puede entrar y salir en un tren de pasajeros. No sé si sea cierto".

-El sistema ferroviario nacional fue desaparecido.

-Todos sentimos una nostalgia tremenda, pero aparte mucha ira al no tener trenes en un país donde eran una vía de comunicación utilísima y funcional. En lugar de cuidarlos los dejaron perder para no tener problemas sindicales; los sindicatos fueron muy corruptos en algún momento; el movimiento de Demetrio Vallejo para reivindicar los ferrocarriles fue aplastado y fueron sustituidos por automóviles, camiones y carreteras.

Rodrigo Moya ahora se ha apasionado con un nuevo tema: Cuba mía. Se trata de retomar un proyecto de libro emprendido en 1964, que se iba a llamar Cuba por tres, con textos de Froylán Majarrez, dibujos de Rius y fotos suyas, pero que se quedó trunco al fallecer el patrocinador.

Moya no sabe en qué va a acabar, pero le gustaría exhibir sus fotografías en Cuba, cuya revolución admira.

La exposición El trenecito se abrirá este sábado a las 12 horas en la galería ubicada en Aristóteles 169, Polanco.

 
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