424 ° DOMINGO 5 DE FEBRERO DE 2006
 

Elecciones 2006
El sexto candidato

Arturo Cano

No quiere ganar sino llamar la atención sobre el "muro de la vergüenza" y la falta de interés genuino de los políticos mexicanos en los emigrados. Aquí se llamó Gerardo y allá del otro lado se llama Jerry Domínguez. Quiere ser "presidente simbólico" de México, aunque vive en California



Al centro, con el letrero del 12 de diciembre, Gerardo Jerry Domínguez
Se cambió el nombre por puro sentido práctico: "Me puse Jerry porque los gringos no saben decir mi nombre y porque... ¿de dónde soy? Pues de los dos lados, sí, méxico-americano".

A diferencia de hace seis años, cuando apoyó a Vicente Fox, Gerardo o Jerry va por una causa: se ha lanzado a la Presidencia con el afán de "llamar la atención sobre nuestros problemas y porque los migrantes necesitamos una voz que sea nuestra".

Puede que su candidatura tenga algo de protagonismo ­nomás hay que ver la foto que abre su página de Internet­ pero la trayectoria de Domínguez lo avala como un activista serio de los derechos de los migrantes indocumentados. Un botón de muestra: Domínguez tuvo un importante papel en el triunfo de los 14 mil trabajadores de las tiendas de frutas y verduras en Nueva York (greengroceries), quienes tras varios años de batallar consiguieron que los propietarios de esos negocios firmaran un código de conducta laboral que los obligaba a pagar el salario mínimo y las horas extras.

Esos trabajadores, 85 de cada 100 mexicanos, ganaban entre 150 y 200 dólares a la semana. Tras el acuerdo sus salarios se duplicaron y en algunos casos llegaron a los 600 dólares.

Esa y otras batallas ­como una a favor de los estudiantes universitarios sin papeles­ llamaron la atención de alguien más que los indocumentados: "Fue tanto el ruido que hicimos que nos cayó la FBI y nos interrogó... parece que tenían miedo de que creciera más nuestro movimiento".

Así que Jerry Domínguez abandonó la Gran Manzana, donde dirigía la Casa México, y se fue a California, donde acaba de comenzar los estudios de leyes.

"Vine a California para bajar un poco el calorcito", dice vía telefónica. Igual, en su nueva residencia sigue siendo organizador sindical de los indocumentados, especialmente en hoteles, hospitales y supermercados del área de San Francisco.

Fox de cabeza

En Nueva York, Jerry Domínguez tenía su oficina a unos pasos del restaurante La Hacienda, en el corazón de El Barrio, la zona de Manhattan que antes fue puertorriqueña y hoy es mexicana. Ahí fue donde los paisanos recibieron al presidente electo Vicente Fox en agosto de 2000.

De aquella ocasión Jerry conservaba una fotografía al lado del Presidente. Y bajo ella decía hace un par de años: "Del gobierno mexicano no hemos recibido nada".

Por eso David Brooks y este reportero lo mirábamos con extrañeza, que Jerry agarró al vuelo: "Ya voy a poner esa foto de cabeza".

Quién sabe si lo habrá hecho, pero hoy Jerry Domínguez ya no cree en ningún aspirante a la Presidencia y por eso ha lanzado su propia candidatura (www.do
minguez2006.com). "Necesitamos una voz de nosotros mismos, y no hablo de mí, sino de la organización que podemos tener los inmigrantes y que todavía no conseguimos".

En la modesta sede de su agrupación se impartían cursos baratos para dar a los migrantes, muchos de ellos recién llegados, las herramientas para enfrentar el american way of life: inglés, claro, además de computación y karate (Jerry es cinta negra).

En su pequeña oficina colgaban, enmarcadas, las notas que sobre él han publicado diarios como Los Angeles Times y The New York Times. El sitio de honor en las paredes, sin embargo, lo ocupaba la declaración que el concilio de la ciudad de Nueva York hizo del 12 de diciembre como Mexican American Workers Day.

La ruta del migrante

Gerardo Jerry Domínguez abandonó los estudios de Economía en la Universidad Autónoma de Zacatecas ­entidad donde nació hace 39 años­ y se fue a los campos de tomate de Immokalee, Florida.

Ahí trabajó por 10 centavos de dólar la cubeta y en dos ocasiones, recuerda, los capataces "chicanos", le pusieron la pistola en el pecho porque protestaba por diversos abusos.

Evadiendo a la migra llegó a Carolina del Sur y anduvo en la cosecha de pepinillo, calabaza y durazno.

Enfrentado con un patrón, Domínguez fue echado por la policía. Le advirtieron que no volviera antes de subirlo a un autobús.

De ahí a Nueva York. "Llegamos de homeless (sin casa), así anduvimos tres semanas. En un refugio agarré un hongo terrible en los pies". Más tarde, con su hermano, consiguió un cuarto "infestado de ratas" por 400 dólares al mes.

De lavaplatos pasó a graduarse en Ciencias Políticas y más tarde hizo una maestría en Administración Pública.

Además de su defensa de los indocumentados, Domínguez encabezó una exitosa pelea contra el sistema universitario del estado de Nueva York, que pretendía duplicar las cuotas a los estudiantes indocumentados.

Del fracaso del voto a la campaña

Jerry o Gerardo se decidió a lanzar su campaña en parte "debido al fracaso del voto de los mexicanos en el exterior". "Fue una esperanza, creímos que nos tomarían en cuenta, pero no era en serio".

La otra razón, a la que da más peso, es que "ninguno de los candidatos a la Presidencia de México parece tener un programa especifico sobre los migrantes. Lo que he visto es la misma retórica, la crítica a Estados Unidos por cómo nos tratan aquí, pero nada más".

Como parte de su campaña, Domínguez planea un ayuno de tres días frente a la sede de Naciones Unidas en Nueva York, "para denunciar nuestras condiciones de vida aquí y el Muro de la vergüenza".

Si el tiempo y los recursos le alcanzan haría lo mismo en el Zócalo de la ciudad de México.

Naturalmente Jerry no piensa ganar, pero tampoco tiene nada que perder. Quizá por ello su discurso de campaña versa así:

"Los poderosos de los países en los cuales vivimos nos mantienen divididos, ignorantes, con miedo y nos criminalizan para así poder explotarnos más fácilmente. Los poderosos que controlan nuestros destinos se pelean públicamente... y se reparten lo que producimos detrás de las cortinas. Por esto la comunidad mexicana dentro y fuera de México debe de unir su voz a la comunidad inmigrante del mundo. La solución a gran parte de nuestros problemas se encuentra en nosotros mismos. Votar por Gerardo Domínguez es votar por los intereses del pueblo trabajador donde quiera que éste se encuentre".