La Jornada Semanal,   domingo 5 de febrero  de 2006        núm. 570

C U E N T O

URBE ÚRSICA

LEO MENDOZA

Dino Buzzati,
La famosa invasión de Sicilia por los osos,
Editorial Gadir,
Madrid, España, 2004

Aunque apenas nacida, la editorial española Gadir —cuyo nombre rinde tributo a la colonia fenicia hoy conocida como Cádiz— ha logrado recuperar algunos de los mejores títulos de la narrativa italiana del siglo xx y muy especialmente de ese enorme fabulador que fue Dino Buzzati, cuya novela El desierto de los tártaros fue muy celebrada por Borges —quien seguramente sentiría una mayor empatía con Guareschi, aunque tal vez nunca lo haya leído.

De Buzzati —quien fuera autor de algunos cuentos memorables— Gadir ha publicado El secreto del bosque viejo, Un amor y La famosa invasión de Sicilia por los osos, una deliciosa historia infantil ilustrada por el propio Buzzati quien, de una u otra manera, también incursionó en lo que hoy se ha dado en llamar novela gráfica gracias a sus excepcionales dotes como dibujante. En una de éstas, titulada Poema a fumetti, Buzzati recrea a través de doscientos dibujos su propia versión del mito de Orfeo.

La famosa invasión de Sicilia por los osos es una historia para niños que, sin embargo, fascina a los lectores de cualquier edad gracias a la maestría del narrador italiano muerto en 1972. La historia es simple: un buen día los osos de las montañas se lanzan contra las tropas del Gran Duque y, ayudados por la varita mágica del profesor De Ambrósiis se apoderan de Sicilia, imponen el buen gobierno para beneplácito de los seres humanos y finalmente, venci-dos por defectos heredados de éstos, emprenden el regreso a las montañas no sin antes abandonar todas las riquezas acumuladas durante el breve reinado de Leoncio.

Escrita en 1945, cinco años después de la publicación de El desierto de los tártaros, apenas terminada la segunda guerra mundial, la fábula de Buzzati, aun cuando contiene elementos relacionados con la guerra y las batallas, busca alejarse de una realidad —la de la postguerra— particularmente molesta: de ahí que en la obra se encuentren temas como el alejamiento de la ciudad y la vida pacífica en las montañas y el campo.

Si en El secreto del bosque viejo los genios de los árboles conviven con los hombres, en esta recreación fabulística, sencilla en cuanto al estilo, el mundo de los osos también se acepta como la representación de un mundo natural, ajeno —con sus excepciones— a las ambiciones y sueños de los hombres.

Buzzati se presenta en la historia como un mago, un narrador de tiempos antiguos que cuenta sus historias de manera transparente: la enseñanza moral del cuento es clara tanto para niños como para adultos y, sobre todo, la preeminencia de la vida natural sobre la citadina. Se trata, pues, de una de esas historias que, encasilladas como literatura infantil, tienen mucho más que decirnos a los lectores adultos, además de que permite disfrutar del Buzatti ilustrador —que lo fue, además de poeta, libretista de ópera y periodista— en esta bella edición.