La Jornada Semanal,   domingo 5 de febrero  de 2006        núm. 570

LOS VEINTE AÑOS DE BLANCO MÓVIL

ENRIQUE HÉCTOR GONZÁLEZ
Varios autores,
Blanco Móvil,
México, 2005.

La revista nació en verano entre libros. Su sala de partos, cuna y primer lugar de juego fue la librería Gandhi. Desde ese momento continuamos en la travesía de encaminarnos a muchos puertos y desde ellos nos apropiamos selectivamente de ejemplos de la literatura de muchos países, abarcando una gran cantidad de América Latina, como de Europa, África y Asia. Asimismo realizamos números con temas monográficos, que retomaban, por ejemplo, la danza, la violencia, la novela negra, la ciencia ficción, el erotismo... además, nos acercamos a través de suplementos, a la literatura chicana y a la de los jóvenes creadores en los estados, en fin, de esta forma quisimos rescatar y presentar al lector una muestra pequeña, pero amplia, colorida y profunda del amplio universo de la escritura.

Un papel que puede tener y haber tenido Blanco Móvil es el de haber enfatizado en presentar muestras literarias de las nuevas generaciones. Es una apuesta editorial hacia los nuevos creadores, es una forma de acercarnos al futuro y a la continuidad del hecho literario.

Alguien ha dicho que la creación literaria supone intercambios humanos; el escritor no puede nunca querer que su pensamiento no sea esperado, que no sea importante para los humanos con quienes vive. Y ha sido este componente, el de los intercambios humanos, el que más placer personal me ha dado al dirigir la revista. Intercambios creados no solamente al participar en la difusión literaria, en la lectura de los textos, sino en observar y dialogar con un sinnúmero de amigos/as poetas y narradores; y así haber ido tejiendo, sobre la propia piel de la vida, en la creación de un vínculo afectivo que nació a partir de la palabra escrita, que se corporizó en vínculo amistoso, de cofradía abierta, de solidaridad; hecho que en este planeta habitado por la miseria, el egoísmo, la violencia de las guerras, las hambrunas motivadas por el comercio, las fronteras vigiladas y militarizadas, este hecho de crear vínculos de amistad basados en el desinterés material, y sólo en el interés de la difusión literaria y artística, es ya un pequeño respiro de puro oxígeno humano. Y ha sido este hecho el tener a tantos amigos, tanto los presentes, como los que viven y escriben en el interior de nuestro país, como en otros lugares del planeta, como los artistas plásticos que tan generosamente han posibilitado que su obra sea imagen en la revista, como los amigos actores y músicos que han pasado a lo largo de tantas presentaciones celebratorias, como la que estamos, hoy noche, viviendo.

Saludo a todos, sin dar nombres, aunque no puedo dejar de referirme a mi compañera, Cynthia Pech, que dio largas horas de su tiempo, tanto como creadora, como en las áridas tareas de corrección, envíos postales, selección de textos y fotocopiados, y en sobrellevar mi natural histeria.

Por lo tanto, no nombraré más allá de los presentes en este escenario, para no olvidar a nadie, pero el abrazo es amplio para todos y es mi deseo que continuemos juntos en esta tarea de la difusión de la literatura.

Contrariamente a lo expresado por un tango, veinte años es mucho, mejor aún, muchísimo, en veinte años pasaron por la revista y con ella, miles de palabras, innumerables comas y ni hablar de los puntos, además, infinidad de ojos lectores, manos que abrieron y cerraron sus páginas, fragmentos de cuento que entregaron temblor en los sentimientos, o algunos versos que enternecieron oídos junto con algunas caderas que se movieron sensuales, en fin, letras e imágenes, y todo esto, y algo más a partir y amarrado, a ese universo giratorio de la literatura. Y en estos veinte años pasaron cosas: una ciudad tembló y su habitantes se hicieron ciudadanos activos y conscientes, una insurrección libertaria indígena, el régimen despótico ilustrado se resquebrajó, la democracia intenta dejar de ser palabra, la gente activamente se vuelca a las calles, en fin, en estos veinte años todo ha sido muy móvil.

Por otro lado, sostener económicamente el proyecto no fue fácil. La falta de una política coherente por parte del Estado hacia el campo de las revistas independientes, la inexistencia de subsidios al papel, el menosprecio claro de la iniciativa privada a este nicho especial, no hicieron fácil continuar la existencia de la revista. Pero aquí estamos celebrando.

Y por último, reitero, un saludo, un apretón de manos, para todos aquellos que han participado abiertamente solidarios en este proyecto, y para aquellos que participarán. Un saludo a la generosidad y un abrazo a la creación por la creación. Sigamos en este pacto contra el egoísmo. ¡Viva la vida! ¡Viva la literatura! •

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* Texto leído el 7 de diciembre en la presentación-festejo, en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes.