Usted está aquí: lunes 6 de febrero de 2006 Espectáculos El Teatro de la Ciudad se convirtió en sede del encuentro de una horda de gustosos del jazz

Agustín Bernal Trío y Béla Fleck y los Flecktones, el sábado en Contemporánea en vivo

El Teatro de la Ciudad se convirtió en sede del encuentro de una horda de gustosos del jazz

JUAN JOSE OLIVARES

Ampliar la imagen Victor Wooten hizo de su bajo un vehículo para traducir poemas de lujuria y pasión Foto: José Carlo González

Agustín Bernal Trío y Béla Fleck y los Flecktones demostraron la noche del sábado en el Teatro de la Ciudad que el jazz fusión y sus sonidos tienen receptáculos naturales en los escuchas capitalinos, al cumplirse la segunda presentación del ciclo Contemporánea en vivo, nicho para las sesiones jam que retumbaron por cada una de las butacas y rincones del inmueble del Centro Histórico con ese lenguaje universal que se esparce con sonidos y que no conoce fronteras.

El virtuosismo de los miembros de ambas agrupaciones quedó en segundo plano, sólo un poco atrás de la implosión sonora individual, que devino explosión general, de estos artistas que, volcados en sus instrumentos, mutaron cada una de sus notas en el presagio del surgimiento de una horda de mentes abiertas que poco a poco encuentran el gusto por el jazz, folk, nu jazz, free jazz, cool jazz (...), olvidados por los medios de comunicación y promotores.

Bernal y sus secuaces, al igual que Béla y sus tonos humanos, penetraron como inyecciones de energía con una acústica fresca, improvisada y avasalladoramente armoniosa.

Cónclave acústico

Agustín, junto con Rey David Alejandre en el piano y el saxofón, y Gabriel Puentes en la batería, comenzó el cónclave acústico: un trío tradicional interpretando rolas escritas ex profeso para tres instrumentos. Viajaron desde los suburbios de Nueva Orleáns con piezas tradicionales, hasta barrios viejos habaneros con una especie de híbrido entre danzón y blues. Bernal tomaba al contrabajo cual bella acompañante, a la que susurraba con precisión el tono más dulce. Rey David, jarocho de origen, presionaba las teclas con suavidad para marcarle los tiempos a Puentes, quien hacía de sus baquetas pinceles para iluminar cuadros con notas interminables.

Béla y sus Flecktones repitieron la dosis del viernes. El bajista Victor Wooten, en varios solos, hizo de su bajo un vehículo para traducir poemas de lujuria y pasión. Jeff Coffin y su clarinete, flauta y sax alto, irrumpió en los paisajes creados por el llamado Future man y sus percusiones electrónicas. Y qué decir del maestro Béla, quien no sólo habló en varias lenguas con sus banjos, el eléctrico y el tradicional, sino que propuso con sus instrumentos, un loop eterno que empezó en Africa, pasó por Europa, Asia, Medio Oriente y terminó en una atmósfera bluegrass muy estadunidense.

 
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